17/11/13

Pintadas en Gandesa y en Puigcerdá: "Queremos que vuelva la Guardia Civil".

"(...) Hoy hay que empezar por los Mossos d'Esquadra porque están de mucha de actualidad. En este medio, he escrito menos que de otros temas. Ahora bien, en 2007, en el Diari de Girona escribí una serie de catorce artículos, con el título genérico y promonitorio de "El desastre de la seguridad pública". Hoy la seguridad es mucho más desastre. Aconsejo leer aquellos artículos. Me reafirmo en todo.

Hace seis años, quizás tenía un cierto mérito exponer lo que nadie había osado escribir. Los catorce artículos fueron muy difundidos en aquel cuerpo. Dos redes en internet de Mossos de base los difundían a primera hora del día en que aparecían. No tuve ninguna queja ni ninguna réplica, sino elogios, desde la base, que no olvido ni olvidaré. Como siempre, tampoco tuvieron ningún eco político.

Creo haber dejado claro que en los Mossos nunca hubo una cultura de la organización presentable y explicitada, mientras dos antiguos dirigentes del PSUC, nada reciclados, sino enrocados (Àngel Abad y Jesús Maria Rodés) jugaron un papel clave (sobre todo Abad) mucho y muy nefasto.

Los hijos suelen pagar por los pecados de los padres. O quedarse jorobados, dice un adagio. Ahora los Mossos están en manos de un lío corporativo interno, del cual podría dar nombres y apellidos. Pero no vale la pena. Si no existiera este clan, surgiría otro, como suele pasar en todos los entes que he citado al inicio del artículo. Los que quieren mandar de manera omnímoda y arbitraria, desde la Presidencia de la Generalidad, acaban no mandando en nada.

Primero Pujol y después Mas no han tenido ningún interés específico respecto a los Mossos. (...)

Tanto Pujol cómo Mas no han sido ni son capaces de entender la necesidad de crear, en los ámbitos grandes y delicados, como los Mossos, culturas internas, asumidas a todos los niveles, basadas en principios democráticos. De hecho ni lo conciben. Ellos son hombres de poder en un país basado en el "sistema de despojos" (el maldito "spoils system"). Por lo tanto creen en el verticalismo y no toleran limitaciones en el perímetro de su arbitrio. Podría citar discursos de uno y otro donde ellos mismos se retratan.

Por lo tanto, una policía, como un ejército, sin unos valores compartidos, pueden ser muy peligrosos, y en todo caso ingobernables, imprevisibles y preocupantes. Lo mismo se puede decir de todo ente importante. Detecté la ausencia de este requisito en Jordi Pujol, cuando era "el amo" efectivo, de todo y para todo, de Banca Catalana. (...)

En los Mossos, y en todos los grandes temas competencia de la Generalidad, la culpa principal no es de los clanes, sino del vacío conceptual que siempre ha preferido CiU, creyente de que así nada se le escaparía de las manos.

La responsabilidad recae en CiU por ser literalmente incapaz de crear una cultura institucional, y después organizativa en nada, ignorando que en política, y en todos los poderes, los vacíos se llenan de cualquier manera, llegando a imperar aquello que quizás no querías. Ahora bien, tampoco hay que olvidar la responsabilidad del PSC, al confiar los Mossos a Iniciativa y TV3 a ERC. Caramba, qué patinazo.(...)

 Los Mossos de base están convencidos de que el cuerpo no funciona, no ha funcionado nunca, ni tiene posibilidades de funcionar si se mantienen enormes males originarios, que, mira por dónde, están creciendo. Es obvio que aquellos problemas puntuales o coyunturales denotan la existencia de carencias estructurales.

No se puede olvidar que ya hace años aparecieron, como mínimo en Puigcerdá (una ciudad muy catalanista) y en Gandesa pintadas significativas, en catalán: "Queremos que vuelva la Guardia Civil". Había que interpretarlo en clave anti-Mossos. (...)

Un ciego vería que los Mossos tienen problemas estructurales graves, desde su nacimiento, por no decir desde su encarnación anterior, en la República. La Generalidad, borracha de complacencia, y del sueño de poseer "estructuras de Estado", no lo puede admitir. Por lo tanto, lo niega o lo trivializa, a pesar de que la sucesión de digamos (injusta y púdicamente) "incidentes" supuestamente coyunturales revela que hay temas estructurales.

Ahora bien, en la cúpula de los Mossos no existe el concepto de largo plazo, ni el de refundación, ni la capacidad para replantear seriamente nada. Van tirando, tapando agujeros, trivializando y esperando a que las cosas se arreglen suelas, cuando siempre pasa lo contrario. Por sí solas, sólo se estropean, como sucede a TV3, como pasó a Banca Catalana, como en todo.  (...)

Los movimientos en la cúpula de los Mossos dan risa. Así, todo el mundo sabe que el patético director general, Manel Prat es un mero infiltrado, por decirlo así, enviado por su amigo Artur Mas para saber qué diablos pasa en los Mossos.

Sólo ese trabajo ya supera a este chico que, como diría mi abuela, "con la cara paga". Se entiende que le acusen de todos los males: todo el mundo se atreve. Es como enviar a un niño a separar a dos, o más, judokas.

En cuanto al consejero Espadaler, parece que crea que, para él, lo mejor posible seria poder volver a casa sano y salvo. No está mal visto. Es realista. Es infrecuente donde se encuentra ser prudente y ponderado. El jueves comparece en el Parlamento autonómico.

En cambio, la cúpula interna (repito: interna) que manda, es en parte visible y en parte no, niega que haya ningún error o maldad generalizada. Este clan manda más que nadie. Lo tiene que hacer sibilinamente, diciendo siempre amén, de boquilla. Son de CDC pero se formaron en los Mossos cuando dominaba el leninismo. Se pasan la vida cubriéndose y buscando enemigos exteriores, deporte hoy generalizado en la Generalidad, empezando por parte del propio Mas. (...)

En los Mossos los males acaban teniendo nombres y apellidos. Tener capataces inútiles, elegidos por "amos" también inútiles, es un efecto que después se convierte en la causa de otros males. (...)

En efecto, la causa de la causa y, por lo tanto las causas de las causas y del mal causado ("causa causae, causa causarum", o "causa causae est causa causati", como decían los juristas romanos) es la mentalidad originaria e irreformable de Jordi Pujol, muy continuada por Artur Mas.

 Es la de ser y hacer de "amo" rural. Es el caciquismo apreciable en Tierra baja y en muchas obras literarias. Es una mentalidad que, desde el primer día ha impregnado todo lo que ha tocado, desde Banca Catalana, la Gran Enciclopèdia Catalana, CDC, la Generalidad y todas las que tendrían que haber sido las grandes creaciones concretas de esta, como las que he citado al inicio de este artículo.

Docenas de fracasos después, Mas sigue por el mismo camino. Implica elegir a todo el mundo en base a su fidelidad personal, no por su capacidad ni su conocimiento específico (fue así en todo el grupo Banca Catalana), no delegar nunca nada, meter la nariz y la zarpa por todas partes, no para marcar grandes líneas, sino para hacer de amo rural.

En los Mossos, esta forma de hacer es definida muy gráficamente por un miembro de aquel cuerpo: "Han chocado con la realidad". Me hizo recordar un adagio francés según el cual "echáis a la realidad y ella vuelve al galope". Cuando la realidad son temas complejos, con especificidades y lógicas internas, interconectadas con otras, no se puede aparecer con la mentalidad de en Sebastián, el personaje del amo en Tierra baja."                 (Alfons Quintà, Crónica Global, Miércoles, 13 de noviembre de 2013)

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