"(...) Hoy hay que empezar por los Mossos d'Esquadra porque están de mucha
de actualidad. En este medio, he escrito menos que de otros temas. Ahora
bien, en 2007, en el Diari de Girona escribí una serie de catorce artículos, con el título genérico y promonitorio de "El desastre de la seguridad pública". Hoy la seguridad es mucho más desastre. Aconsejo leer aquellos artículos. Me reafirmo en todo.
Hace seis años, quizás tenía un cierto mérito exponer lo que nadie
había osado escribir. Los catorce artículos fueron muy difundidos en
aquel cuerpo. Dos redes en internet de Mossos de base los difundían a
primera hora del día en que aparecían. No tuve ninguna queja ni ninguna
réplica, sino elogios, desde la base, que no olvido ni olvidaré. Como
siempre, tampoco tuvieron ningún eco político.
Creo haber dejado claro que en los Mossos nunca hubo una cultura de
la organización presentable y explicitada, mientras dos antiguos
dirigentes del PSUC, nada reciclados, sino enrocados (Àngel Abad y Jesús
Maria Rodés) jugaron un papel clave (sobre todo Abad) mucho y muy
nefasto.
Los hijos suelen pagar por los pecados de los
padres. O quedarse jorobados, dice un adagio. Ahora los Mossos están en
manos de un lío corporativo interno, del cual podría dar nombres y
apellidos. Pero no vale la pena. Si no existiera este clan, surgiría
otro, como suele pasar en todos los entes que he citado al inicio del
artículo. Los que quieren mandar de manera omnímoda y arbitraria, desde
la Presidencia de la Generalidad, acaban no mandando en nada.
Primero Pujol y después Mas no han tenido ningún interés específico respecto a los Mossos. (...)
Tanto Pujol cómo Mas no han sido ni son capaces de entender la
necesidad de crear, en los ámbitos grandes y delicados, como los Mossos,
culturas internas, asumidas a todos los niveles, basadas en principios
democráticos. De hecho ni lo conciben. Ellos son hombres de poder en un
país basado en el "sistema de despojos" (el maldito "spoils system").
Por lo tanto creen en el verticalismo y no toleran limitaciones en el
perímetro de su arbitrio. Podría citar discursos de uno y otro donde
ellos mismos se retratan.
Por lo tanto, una policía, como un ejército, sin unos valores
compartidos, pueden ser muy peligrosos, y en todo caso ingobernables,
imprevisibles y preocupantes. Lo mismo se puede decir de todo ente
importante. Detecté la ausencia de este requisito en Jordi Pujol, cuando
era "el amo" efectivo, de todo y para todo, de Banca Catalana. (...)
En los Mossos, y en todos los grandes temas competencia de la
Generalidad, la culpa principal no es de los clanes, sino del vacío
conceptual que siempre ha preferido CiU, creyente de que así nada se le
escaparía de las manos.
La responsabilidad recae en CiU por ser literalmente incapaz de crear
una cultura institucional, y después organizativa en nada, ignorando
que en política, y en todos los poderes, los vacíos se llenan de
cualquier manera, llegando a imperar aquello que quizás no querías.
Ahora bien, tampoco hay que olvidar la responsabilidad del PSC, al
confiar los Mossos a Iniciativa y TV3 a ERC. Caramba, qué patinazo.(...)
Los Mossos de base están convencidos de que el cuerpo no funciona, no
ha funcionado nunca, ni tiene posibilidades de funcionar si se
mantienen enormes males originarios, que, mira por dónde, están
creciendo. Es obvio que aquellos problemas puntuales o coyunturales
denotan la existencia de carencias estructurales.
No se puede olvidar que ya hace años aparecieron, como mínimo en
Puigcerdá (una ciudad muy catalanista) y en Gandesa pintadas
significativas, en catalán: "Queremos que vuelva la Guardia Civil".
Había que interpretarlo en clave anti-Mossos. (...)
Un ciego vería que los Mossos tienen problemas estructurales graves,
desde su nacimiento, por no decir desde su encarnación anterior, en la
República. La Generalidad, borracha de complacencia, y del sueño de
poseer "estructuras de Estado", no lo puede admitir. Por lo tanto, lo
niega o lo trivializa, a pesar de que la sucesión de digamos (injusta y
púdicamente) "incidentes" supuestamente coyunturales revela que hay
temas estructurales.
Ahora bien, en la cúpula de los Mossos no existe el concepto de largo
plazo, ni el de refundación, ni la capacidad para replantear seriamente
nada. Van tirando, tapando agujeros, trivializando y esperando a que
las cosas se arreglen suelas, cuando siempre pasa lo contrario. Por sí
solas, sólo se estropean, como sucede a TV3, como pasó a Banca Catalana,
como en todo. (...)
Los movimientos en la cúpula de los Mossos dan risa. Así, todo el
mundo sabe que el patético director general, Manel Prat es un mero
infiltrado, por decirlo así, enviado por su amigo Artur Mas para saber
qué diablos pasa en los Mossos.
Sólo ese trabajo ya supera a este chico que, como diría mi abuela,
"con la cara paga". Se entiende que le acusen de todos los males: todo
el mundo se atreve. Es como enviar a un niño a separar a dos, o más, judokas.
En cuanto al consejero Espadaler, parece que crea que, para él, lo
mejor posible seria poder volver a casa sano y salvo. No está mal visto.
Es realista. Es infrecuente donde se encuentra ser prudente y
ponderado. El jueves comparece en el Parlamento autonómico.
En cambio, la cúpula interna (repito: interna) que
manda, es en parte visible y en parte no, niega que haya ningún error o
maldad generalizada. Este clan manda más que nadie. Lo tiene que hacer
sibilinamente, diciendo siempre amén, de boquilla. Son de CDC pero se
formaron en los Mossos cuando dominaba el leninismo. Se pasan la vida
cubriéndose y buscando enemigos exteriores, deporte hoy generalizado en
la Generalidad, empezando por parte del propio Mas. (...)
En los Mossos los males acaban teniendo nombres y apellidos. Tener
capataces inútiles, elegidos por "amos" también inútiles, es un efecto
que después se convierte en la causa de otros males. (...)
En efecto, la causa de la causa y, por lo tanto las causas de las
causas y del mal causado ("causa causae, causa causarum", o "causa
causae est causa causati", como decían los juristas romanos) es la
mentalidad originaria e irreformable de Jordi Pujol, muy continuada por
Artur Mas.
Es la de ser y hacer de "amo" rural. Es el caciquismo
apreciable en Tierra baja y en muchas obras literarias. Es una
mentalidad que, desde el primer día ha impregnado todo lo que ha tocado,
desde Banca Catalana, la Gran Enciclopèdia Catalana, CDC, la
Generalidad y todas las que tendrían que haber sido las grandes
creaciones concretas de esta, como las que he citado al inicio de este
artículo.
Docenas de fracasos después, Mas sigue por el mismo camino. Implica
elegir a todo el mundo en base a su fidelidad personal, no por su
capacidad ni su conocimiento específico (fue así en todo el grupo Banca
Catalana), no delegar nunca nada, meter la nariz y la zarpa por todas
partes, no para marcar grandes líneas, sino para hacer de amo rural.
En los Mossos, esta forma de hacer es definida muy gráficamente por
un miembro de aquel cuerpo: "Han chocado con la realidad". Me hizo
recordar un adagio francés según el cual "echáis a la realidad y ella
vuelve al galope". Cuando la realidad son temas complejos, con
especificidades y lógicas internas, interconectadas con otras, no se
puede aparecer con la mentalidad de en Sebastián, el personaje del amo
en Tierra baja." (Alfons Quintà, Crónica Global, Miércoles, 13 de noviembre de 2013)
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