"Pese al éxito de participación en los
dos últimos 11 de septiembre, la sociedad catalana considera la relación
entre Cataluña y España sólo como su cuarto problema principal. Un exiguo 10,2% de catalanes creen que el encaje dentro del actual estado es la mayor dificultad que afrontan,
según el último barómetro del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO). Por
delante de esta cuestión se encuentran el paro y la precariedad laboral,
el funcionamiento de la economía y la insatisfacción política.
Ambos procesos tienen en la economía un
factor decisivo. En Escocia la independencia pierde partidarios por la
preocupación que genera un futuro lejos del abrigo de Londres. Cataluña
sin embargo, encuentra en la misma cuestión un punto de encuentro donde
confluye mayoritariamente su sociedad: antes que la separación, la mejora económica.
La idea del pacto fiscal sí cala entre los catalanes. Según el CEO,
tres de cada cuatro desean que la administración autonómica recaude y
distribuya los impuestos que pagan ciudadanos y empresas establecidos en
el Principado. (...)
Mientras que los escoceses recelan de la ruptura por las dificultades
que le auguran a un futuro en solitario, los catalanes apoyan una reforma tributaria que les asemeje a vascos y navarros.
La sociedad del Principado desea que se reformule su relación fiscal con el resto del Estado, lo que ahondaría en un desequilibrio ya existente dentro del modelo autonómico actual. (...)
La sociedad del Principado desea que se reformule su relación fiscal con el resto del Estado, lo que ahondaría en un desequilibrio ya existente dentro del modelo autonómico actual. (...)
Fracción similar de escoceses y catalanes, por debajo del 50%,
desean la independencia. La supervivencia de los dos territorios,
siempre que se escindieran, marca el futuro en ambos procesos. La
cuestión económica es decisiva: para Escocia parece un freno, para Cataluña un acelerador.
Poseer una hacienda propia reforzada es el aspecto que más consenso genera entre los catalanes, aunque el modelo territorial y la identidad
sean los temas que encienden el debate público en una y otra orilla del
Ebro.
Por su parte, Reino Unido ha señalado a Escocia la dificultad de
emprender el camino en solitario. Financiación más cara, carencia de divisa, riesgo bancario y salida de la Unión Europea serían contrapartidas que acarrearía la separación. Escenario similar afrontaría una Cataluña independiente.(...)
Ambas demarcaciones no sólo quedarían fuera del resto de su estructura
estatal actual; también lo harían de la comunitaria y su libre mercado.
La situación de la economía catalana, preocupación decisiva para su
opinión pública, encontraría más obstáculos para prosperar lejos del
marco de Europa.
La negociación de un nuevo encaje que actualice la relación territorial y fiscal con España podría responder a la demanda que la clase dirigente recibe de su ciudadanía.
La economía, ligada con la riqueza y el bienestar social, es la pieza imprescindible en los dos procesos y el factor que determinará tanto su éxito como su futuro. Fuera del continente, Escocia y Cataluña perderían capacidad exportadora y comercial.
La economía, ligada con la riqueza y el bienestar social, es la pieza imprescindible en los dos procesos y el factor que determinará tanto su éxito como su futuro. Fuera del continente, Escocia y Cataluña perderían capacidad exportadora y comercial.
Los dos nuevos países se toparían
con un mercado interior pequeño y menos atractivo para la inversión
foránea. El coste de ambos proyectos también se mide en euros. La secesión de ambas regiones quedaría marcada, en un primer estadio, por el restablecimiento de aranceles y el aislamiento." (ÁLVARO DE PAZ, El País, 06/11/2012)
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