"(...) Relaciona las nuevas formas de nacionalismo con el populismo.
Sí, el nacionalismo catalán es una forma de populismo. No es el
nacionalismo holandés o el austriaco, pero sí que es populismo en el
sentido de que excita a los ciudadanos con sus sueños, sus promesas, sus
fantasías. Tiene además la costumbre de fustigar a un adversario
político que a veces lo acaba convirtiendo en enemigo.
Desafía al Estado
en nombre del pueblo. Tiene también la mala costumbre de cumplir o
incumplir las leyes según sus intereses. Va a la búsqueda y captura de
un cierto unanimismo ideológico, y tiene la mala costumbre de señalar a
la gente el recto camino a seguir, y a prescribir la realidad en lugar
de describirla.
Aun así, el catalanismo siempre se ha definido como europeísta.
Sí, aquí hay una cuestión terminológica y conceptual.
¿Hay, pues, una diferencia entre catalanismo y nacionalismo catalán?
Se me hace difícil, pero supongo que sí. El catalanismo es un
movimiento que intenta preservar la cultura catalana, y a mí me parece
bien. El nacionalismo, en cambio, persigue la independencia de Cataluña.
Y ahora podemos encontrarnos con la paradoja de que un movimiento que
se postula como europeísta puede llevar a los catalanes fuera de la
Unión Europea. En la nueva Europa pedir un Estado propio es anacrónico,
puro siglo XIX. (...)" (Entrevista a Porta Perales, Crónica Global, 11/11/2013)
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