9/10/13

El nacionalismo catalán gobernante ha fomentado desde hace décadas el pensamiento único en una materia concreta: la llamada cuestión nacional

"(...) Desde el nacionalismo catalán gobernante se ha fomentado desde hace décadas el pensamiento único en una materia concreta: la llamada cuestión nacional.

 En Catalunya se puede discrepar en lo demás tanto como quieras, pero en esa materia no y, si discrepas, porque ello es jurídicamente posible dado que estamos en un Estado de derecho, las represalias, encubiertas pero reales, están garantizadas: quedas marginado de las instituciones oficiales y, allí donde el nacionalismo es influyente, también en ciertos sectores de la sociedad.

Alguna vez habrá que explicar con detalle, nombres y apellidos incluidos, los efectos de este maccarthismo catalán de los últimos treinta años: los vetos a personas para ciertos cargos, los criterios sectarios para escoger a otros, la selección de los directores de programas y de los colaboradores de los medios de comunicación oficiales, las desmesuradas subvenciones a unas asociaciones y la sistemática exclusión de otras.

 La apropiación de la sociedad civil por parte del poder político catalán ha tenido efectos devastadores para la existencia de una sociedad democrática libre.

En este último año, todo ello ha seguido siendo así pero con matices que destacar. Por parte del Govern y sus múltiples tentáculos, quizás la presión ha sido más intensa que nunca. Sin embargo, en la socie

dad catalana se ha abierto alguna brecha, especialmente en el campo profesional y empresarial, quizás el más consciente del grave error que comporta la aventura independentista. 

 Fueron significativas durante el curso pasado las moderadas tomas de posición contrarias a la independencia de los dos principales financieros catalanes, Isidre Fainé y Josep Oliu, de algunos presidentes de las más importantes empresas multinacionales, de la patronal Foment del Treball y del Cercle d’Economia.

Así pues, este silencio de la sociedad empezó a romperse muy tímidamente aunque estas posiciones discrepantes no fueran suficientemente explícitas y, sobre todo, no llegaran al gran público debido a la sutil, pero implacable, censura ejercida por los medios de comunicación, especialmente los audiovisuales, los que más influyen, sean públicos o privados. La sociedad catalana ha seguido, pues, muy mal informada sobre este asunto.

Pero hay una novedad: empiezan a surgir voces de alerta procedentes de personas históricamente ligadas al catalanismo político. Es el caso reciente de los conocidos economistas Joaquim Muns y Francesc Granell, en La Vanguardia y El País, respectivamente, del pasado domingo. 

Frente a las falsedades oficiales aducían razones y argumentos, fundados en su conocimiento y experiencia del mundo internacional, que demostraban el enorme error de la aventura independentista y el daño que supondría para los ciudadanos de Catalunya. Este tipo de razones y argumentos es lo que se echa en falta en un debate desbordado por la emotividad. (...)"           ('¿Se rompe el espeso silencio?, de Francesc de Carreras en La Vanguardia, Caffe Reggio, 02/10/2013)

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