25/9/13

Las élites juegan a agrandar las dimensiones no materiales para dividir a las mayorías partidarias de una mayor igualdad

"(...) La cohesión se ha demostrado fundamental para la acción colectiva de la izquierda a nivel internacional y local, más allá de diferencias nacionales, religiosas, lingüísticas, éticas o identitarias. La izquierda es eficaz cuando o no se enfrenta a divisiones por dimensiones no materiales, o cuando es capaz de superar estas divisiones mediante un relato compartido.

La historia de las relaciones entre nacionalismo y socialismo o socialdemocracia es en este sentido muy ilustrativa.
 El socialismo democrático fue una de las víctimas del estallido de los nacionalismos con la primera guerra mundial, pero se recuperó con la paz internacional que siguió a la segunda. Desde un punto de vista “positivo”, economistas como Bandiera o Roemer han mostrado desde perspectivas teóricas y empíricas cómo las élites juegan a agrandar las dimensiones no materiales para dividir a las mayorías partidarias de una mayor igualdad.
 Desde un punto de vista “normativo”, ¿qué criterio moral o de justicia social basado en ideas progresistas puede justificar preocuparse por “los míos” y no por los otros o los de más allá? 
La existencia de razones históricas (ya sea el Holocausto para los israelíes o la construcción de un estado centralizado de matriz castellana heredado del franquismo en el caso español, u otras cargas heredadas en otras realidades) justifica unas cosas pero no otras. Encontrar el acento justo no es fácil, pero es un imperativo moral, porque de ello depende nuestra libertad. (...)

Quienes desde posturas pretendidamente progresistas erosionan la cohesión de las fuerzas partidarias de una mayor igualdad y deciden cabalgar en la ola de los nuevos vendedores de milagros, oscilan entre la ingenuidad y la inmoralidad, pasando por el oportunismo. 
No me refiero a criticar a los partidos de la izquierda tradicional por su falta de democracia interna y sus casos de corrupción, que eso está muy bien y es imprescindible. Me refiero a, en lugar de hacer eso, dedicarse a ponerse detrás de los movimientos populistas o identitarios cediendo a la presión social o intentando ganar una fácil cuota mediática con la anti-política o con el nacionalismo barato (de un lado o de otro). 
Los partidos de izquierdas deben evolucionar hacia organizaciones más modernas y democráticas, pero me resisto a que sean sustituidas por movimientos populistas e identitarios cuyo liderazgo intelectual parece ejercido por las secciones de deportes de cadenas de televisión sectarias (en Cataluña, en el Madrid de la TDTParty, en Serbia o en la Padania).(...)"             (Francesc Trillas Jané, 06/08/2013)

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