"En el mundo hay 4000 realidades nacionales sin estado, y en
Europa las culturas, nacionalidades, y lenguas se solapan a través de las
fronteras. El futuro económico de una Cataluña sin España y una España sin
Cataluña se presenta cuanto menos muy incierto, y supondría un riesgo económico
y geoestratégico que Europa y sus aliados no se van a permitir.
Los
soberanistas plantean el debate económico como si la capacidad económica se
fuera a mantener y los catalanes pudieran disponer de una parte más grande del
pastel, pero la primera consecuencia de la independencia sería la pérdida de
aliados comerciales, la fuga de empresas, la probable salida de Europa, y por
tanto la incapacidad de mantener la actual de generación de recursos.
Las incógnitas de la independencia son conocidas y nadie las
aclara: forma de estado, defensa, seguridad social, validez del pasaporte para
entrar en otros países, futura integración en la UE (¿qué estados miembro
reconocerían a Cataluña y aceptarían su integración en la UE?). No se aclaran
porque no se pueden aclarar, y porque nadie tiene un proyecto serio de
independencia, porque no puede existir, al menos en la UE y la zona euro.
Ello no impide una campaña de exaltación nacionalista en
Cataluña, financiada por los poderes públicos y sus medios de comunicación afines.
Los federalistas queremos que las
cuestiones se decidan con procedimientos y maneras estrictamente democráticos.
Pero una consulta etérea donde haya que votar sí o no a algo parecido a la “independencia”
no es la única forma de decidir.
También lo es un proceso deliberativo que
acaba proponiendo a la ciudadanía una propuesta que pueda unir a una gran parte
de la población (que tiene distintas sensibilidades respecto a la relación con
España, con una gran mayoría que en distintos grados comparte catalanidad y
españolidad), como por ejemplo una nueva constitución federal (que aclare
competencias, cree una cámara territorial y reconozca el multilingüismo), de
vocación regeneracionista y claramente orientada a la unión política europea.
Mientras tanto el clima social en Cataluña se ha enrarecido:
existe una fuerte presión social a favor del soberanismo, aunque no haya un
proyecto claro de cómo llevarlo a cabo en el contexto europeo; una creciente
intolerancia, con insultos y amenazas en las redes sociales o en las sedes de
partidos no independentistas; y falta de neutralidad/pluralidad de los medios
de comunicación. (...)
España es plural y
Cataluña también es plural, y en este sentido la campaña soberanista se ha
revelado muy eficaz para dividir a la izquierda catalana (entre partidos y
dentro de sus partidos) entre partidarios y contrarios al soberanismo. Difícilmente
conseguirán la independencia de Cataluña, pero ya están consiguiendo la
división de la izquierda, porque probablemente de eso se trataba, por lo menos
para muchos dirigentes de CiU. (...)" (Francesc Trillas Jané, 25/09/2013)
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