31/7/13

‘Cuando uno adopta el lenguaje del adversario es que ha renunciado a sus principios y a convencer a sus votantes. El problema del PSC es que, para complacer a su ala nacionalista, se ha situado en tierra de nadie y va camino de perderlo todo’

"Francesc de Carreras, catedrático de Derecho Constitucional en la UAB, en un artículo publicado este jueves en La Vanguardia:
‘El PSC siempre ha sido un partido bastante raro. En primer lugar, por su mismo nombre, Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC-PSOE), cuya sigla PSC, que así se denomina oficialmente en sus estatutos, es la de uso público, quizás, en plan malpensado, para esconder la sigla PSOE que sólo asoma tímidamente dentro del paréntesis que no se nombra.
[...] También es un partido raro porque sus resultados electorales son distintos según el carácter de los comicios: triunfan en todas las generales (menos en las últimas) y pierden en todas las autonómicas, siendo muy considerable la diferencia entre los resultados de unas y de otras.
Es decir, cuando esconden la sigla PSOE pierden; cuando inevitablemente aparece esta sigla porque se vota, de hecho, al presidente del Gobierno, ganan. En definitiva, y ahí está la rareza, tienen un extraño empecinamiento en esconder aquello que les hace ganar.
En tercer lugar, el PSC es un partido jurídicamente diferenciado del PSOE, es decir, en puridad es otro partido y, por tanto, el PSOE como tal no se presenta en Cataluña, sólo se presenta el PSC. Ahora bien, sus delegados participan en los congresos del PSOE y forman parte de sus órganos de dirección aunque sin ninguna reciprocidad: los representantes de los socialistas españoles no participan en la dirección del PSC.
Por último, desde 1982, los diputados del PSC forman parte del grupo parlamentario socialista en el Congreso y, con una excepción, muy reciente, en las votaciones se han sometido siempre a la disciplina de grupo y han formado parte de su dirección.
[...] el PSC aprovechó [a partir del año 2000] la indudable debilidad del partido español, ya descabalgado del gobierno y dirigido interinamente por Almunia, para abandonar al grupo socialista en el Senado y formar grupo aparte con ERC e IC.
Un paso más fue la iniciativa de los socialistas catalanes para la reforma estatutaria, pieza clave del gobierno tripartito, primero con Maragall y luego con Montilla, bajo la mirada complaciente de Zapatero, que les ha conducido a la actual penuria.
Durante estos años, el PSC ha llegado a perder más de la mitad de sus votos y diputados. Prisionero de ERC, en lugar de responder a los deseos de sus votantes, los socialistas catalanes buscaron sus votos en el caladero de CiU, acentuando así su nacionalismo y, en consecuencia, tomando distancias del PSOE.
[...] Montilla le dijo a Zapatero: “José Luis, te queremos mucho, pero aún queremos más a Cataluña”. Cuando uno adopta el lenguaje del adversario, expresando ese amor a una comunidad imaginaria propia de los nacionalistas, es que ha renunciado, quizá sin saberlo, a sus principios y, por supuesto, a convencer a sus votantes.
Por este camino anduvo el PSC y así está ahora. Pero en lugar de aprender la lección y rectificar el rumbo, su actual primer secretario, Pere Navarro, acentúa todavía más las diferencias y pretende que los diputados de su partido en el Congreso no estén sometidos a la disciplina de voto en el grupo parlamentario.
El problema del PSC en Cataluña es que, para complacer a su ala nacionalista, se ha situado en tierra de nadie y va camino de perderlo todo. Hasta sus adversarios –CiU y ERC– se alegran de sus posiciones frente al PSOE.
En cambio, la mayoría de sus habituales votantes están desconcertados porque cuando se disponen a depositar su papeleta en las urnas no saben ni a quiénes votan ni qué es lo que votan. ¿Votan al PSC, votan al PSOE?’."                                      (lavozdebarcelona.com, 19/07/2013)

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