"A Vladimir Linderman no se le puede acusar de no tener ideas ni
entusiasmo. Él fue quien hace poco desató pasiones con su idea del
referéndum para legalizar el ruso
como segunda lengua oficial en Letonia. El fracaso del referéndum no
sorprendió a nadie. Ahora, en el centro de sus preocupaciones se
encuentran los que se denominan no ciudadanos.
Le gustaría que estos "extranjeros", en su mayoría personas de
nacionalidad rusa, sin ciudadanía letona o de cualquier otra clase,
puedan obtener automáticamente un pasaporte letón. [Letonia establece
una diferencia entre ciudadanía y nacionalidad. La ciudadanía señala la
pertenencia a un país, la nacionalidad se determina según un criterio
étnico].
Mientras el Kremlin se lamenta por la situación calificada de
deplorable de los rusófonos apátridas, la mayoría de los no ciudadanos
tienden a no querer cambiar nada.
Marina Afanasenko, de 51 años, trabaja como barrendera. Entre los
residuos, unos pedazos de carteles electorales recuerdan que Riga se
prepara para las elecciones municipales [el 1 de junio]. Pero para
Marina, estos trozos de papel son sólo basura. Porque esta mujer no
puede votar.
"Mi marido y yo pensamos que las campañas electorales son como un
enorme espectáculo televisivo. Cada noche, ante la televisión,
observamos quién ha sido elegido, quién ha vuelto a unirse a la
coalición. Pero hace ya 20 años que no tenemos ninguna influencia en
este proceso", suspira Marina.
Pertenece a los 300.000 no ciudadanos. "Y todo porque no nací en la
familia correcta", explica. Sus padres rusos emigraron a la Letonia
ocupada por los soviéticos en 1947 y 1952. Cuando se restableció la
independencia, sólo se reconoció como ciudadanos letones a los que lo
fueran antes del 17 de junio de 1940, fecha de la ocupación soviética.
Esta ley se aplica automáticamente a sus descendientes.
"Puedo entender que mis padres, que eran inmigrantes en este país, no
pudieran obtener la ciudadanía, pero mis hijos y yo hemos nacido en
Letonia. No somos responsables de lo que ocurriera antes de nuestro
nacimiento", comenta la señora Afanasenko.
Para obtener la ciudadanía, es necesario aprobar un examen por
escrito de lengua y de historia. Aunque Marina aprendiera letón,
seguiría teniendo un problema. No podría admitir que la Unión Soviética
ocupó Letonia. Es la respuesta correcta en la pregunta del examen de
historia. "En realidad creo que no hubo ocupación. Letonia se adhirió
voluntariamente a la Unión Soviética. ¿Por qué me obligan a mentir?",
expone Afanasenko.
Kristine es una joven rusófona de unos treinta años, de cabello
oscuro. A diferencia de Marina, no le preocupa si realmente se produjo o
no la ocupación. Sale de las oficinas letonas para obtener la
naturalización, donde acaba de aprobar el examen de historia.
"Acabo de aprobar", comenta exultante la joven. De aquí a tres o
cuatro meses, volverá aquí para cambiar su pasaporte violeta de apátrida
por un pasaporte azul letón. Pero a Kristine no le preocupa el color
del pasaporte.
"Creo que en breve me marcharé a Gran Bretaña, porque
como ciudadana letona ya no tendré ningún obstáculo". Responde
perfectamente al perfil típico del no ciudadano que aprueba el examen en
Letonia.
"Las solicitudes de naturalización aumentan cuando surgen ventajas
relacionadas con la ciudadanía letona. Por ejemplo, en 2005 [un año
después de la entrada en la UE], alrededor de 20.000 no ciudadanos
solicitaron su naturalización.
Tres años después, cuando la Comunidad de
Estados Independientes y luego Rusia aseguraron a los no ciudadanos la
exención de visados, el número de solicitudes descendió en gran medida",
explica el jefe de la oficina letona para la naturalización. En los
últimos años, apenas 2.000 personas han solicitado la naturalización al
año.
Una de las nuevas ideas de los grupos de apoyo a los no ciudadanos
son las elecciones alternativas. "El congreso para los no ciudadanos"
tiene pensado organizar unas elecciones este año, cuando los letones
elijan a sus representantes locales. La finalidad de este movimiento es
crear un parlamento que se pueda ocupar de los derechos de los no
ciudadanos.
"Cualquier habitante de la UE que viva en Letonia desde hace menos de
un año puede votar e incluso ser elegido. Pero yo no puedo, aunque haya
nacido aquí y haya residido en el país toda mi vida", afirma Vladimir
Linderman.
Es difícil creer que este hombre de aire amable y que domina el letón
es el que amenazara con inmolarse desde lo alto de la torre de la
iglesia de San Pedro en 2001, cuando se celebró el proceso de los
bolcheviques rusos en Letonia.
"He decidido solicitar la ciudadanía rusa", afirma. "Rusia ofrece
jubilaciones a partir de 55 años, mientras que en Letonia hay que
esperar a los 65 años", comenta Marina. Pero la pregunta entonces es si
Rusia está dispuesta a acogerle." (Tomas Ancytis ,Presseurop, 15 mayo 2013, Lietuvos Rytas
Vilnius)
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