"... el aumento del sentimiento —y del voto— independentista deriva de una matriz novedosa, de carácter económico.
En plena campaña electoral se formuló en una encuesta la siguiente
pregunta: “¿Por qué ahora se habla más de independencia y se cuestiona
la relación entre Cataluña y el resto de España?”.
El 70,5% de los
encuestados contestó que porque “la crisis económica lo cuestiona todo”,
respuesta que duplicaba o triplicaba las demás explicaciones
(oportunismo nacionalista, cambio de la sociedad, revés constitucional,
agotamiento de la Constitución...).
Lo que guarda una evidente
correspondencia con el hecho de que la hipotética obtención de un mejor
pacto fiscal que el actual (todas las reformas del sistema de
financiación autonómica han derivado de un pacto) desincentivaría a
muchos eventuales votantes de la independencia.
Tras un año y medio de su acceso al poder, Artur Mas tuvo que
solicitar el 24 de julio de 2012 el rescate financiero al Gobierno en
forma de acceso al Fondo de Liquidez Autonómico establecido para sortear
la exclusión de los mercados financieros internacionales a las
autonomías.
El formidable impacto psicológico de esta demostración de
debilidad no debe minimizarse. “La humillación de implorar un rescate y
la intervención de facto de la Generalitat son un oxímoron:
Cataluña aparece empobrecida y sin recursos, a pesar de su potencial
económico e indudable solidaridad con el resto”, de manera que “la
crisis ha actuado como catalizador de un vigoroso e insólito sentimiento
soberanista”, escribiría el exportavoz de Esquerra en el Congreso,
perteneciente a su ala moderada, Joan Ridao.
Formulado desde el envés,
la crisis económica “exacerba los nacionalismos, populismos y el sálvese
quien pueda”, indicaba Nicolás Sartorius." (
Xavier Vidal-Folch , El País, 26 MAY 2013 )
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