"Es bien sabido que el nacionalismo catalán se inspira en el
quebequense. Hoy este último es un valor político bastante alicaído,
pero en 1980, cuando la opción “soberanista” fue claramente derrotada, y
en 1995, cuando la diferencia entre el sí y el no fue
mínima, los referéndos dividieron profunda y hasta traumáticamente a la
sociedad canadiense, a la quebequense y a los francófonos.
En YouTube
están las imágenes del entonces primer ministro y líder del Partido
Quebequense (PQ), René Levésque, reconociendo la derrota en 1980 ante
una audiencia desolada, entre la que madres y padres jóvenes abrazan a
sus hijos pequeños como si quisieran salvarlos, y ya no pudieran, de un
naufragio histórico: otra derrota y otra humillación.
El primer referéndum supuso además una sangría económica y humana
principalmente para Montreal. Decenas de miles personas se sintieron sin
futuro y se marcharon, sobre todo a Toronto.
Este coste económico y
humano, y la división social, no importaron demasiado a los
nacionalistas, que si acaso radicalizaron sus posturas en cuestiones
culturales mientras que las moderaban en temas socioeconómicos.
Así,
Jacques Parizeau, el líder quebequense en 1995, dijo que la derrota en
el segundo referéndum se debía a la combinación de voto inmigrante y
dinero (también está en YouTube). Ante estas palabras ¿cómo habrían de
sentirse quienes no eran quebequenses “pure laine”? ¿Y la comunidad
judía, a la que el antisemitismo, de larga raigambre en el viejo Quebec
católico, asocia con la riqueza?" (
Antonio Cazorla Sánchez , El País, 24 MAY 2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario