"Para una vez que Laura Mintegi dice algo que me parece verdad –triste
verdad, pero verdad al fin y al cabo– todo el mundo parece de acuerdo en
considerarlo intolerable.
Ha dicho que el asesinato de Fernando Buesa y
Jorge Díaz tuvo una motivación política y es cosa que me parece muy
cierta. Y que como otros asesinatos políticos podría haberse evitado y
también lo tengo por cosa indudable. (...)
Por supuesto, los asesinos siempre matan para conseguir algo: unos matan
por amor, es decir para castigar a quienes no les aman como ellos
pretenden, otros matan por fe religiosa, es decir para castigar a los
infieles, otros matan por codicia, o sea para castigar a quienes no les
dan lo que ellos ambicionan… y los hay que matan por política.
O sea,
para castigar a quienes no ceden a sus pretensiones políticas y para
obligar a los demás a pensárselo bien antes de negarse a ellas si no
quieren seguir la misma suerte. Porque en efecto esos crímenes son
evitables, basta con acatar los dictados políticos de los terroristas, o
con someterse al despotismo amoroso del violador o con asumir la fe del
fanático, etc…
Desde el punto de vista penal, sin embargo, ninguno de
estos motivos califica a los criminales convictos en cuanto a su delito
ni los hace menos culpables o más ‘respetables’: no se convierten en
presos eróticos o presos religiosos, ni desde luego en presos políticos.
Es más, en democracia la motivación política no es un eximente sino un
agravante de los atentados y extorsiones, porque estas fechorías no sólo
agreden a personas sino al orden democrático mismo y por tanto a los
derechos y garantías de todos los ciudadanos.
Como bien dijo Albert
Camus, «en política son los medios los que justifican el fin». Y desde
luego los que también lo descalifican como indeseable, si esos medios
son abiertamente criminales y mafiosos. (...)
A Mintegi no le ha traicionado el subconsciente ni se le ha ido la
lengua en un arrebato, sino que ha puesto letra a la música que venimos
oyendo en los ‘nuevos tiempos’, el olvido intencionado de que las ideas
independentistas o de cualquier otro tipo se han podido defender en
nuestra democracia por vía parlamentaria, aunque ello no implicara que
todo el mundo debía darlas por buenas.
Y la confusión no menos
intencional entre el policía que abusa ilegalmente de su autoridad,
malbaratando la confianza social depositada en él, y el terrorista cuya
misión es precisamente amedrentar para que no se confíe en las leyes ni
en las instituciones.
La construcción de una ‘memoria’ de lo sucedido en
la que todo el mundo tenga culpas es la forma de que la democracia se
convierta en culpable tanto como quienes han querido forzarla. Como dice
un aforismo de Miguel Catalán (en ‘La nada griega’, ed. Sequitur): «Mal
de muchos, consuelo de malos». (...)
En Ponferrada ha causado escándalo que los socialistas se hayan apoyado
en un condenado por acoso sexual para arrebatar la alcaldía a los
populares. Pero mucho más graves son los delitos pasados cometidos o no
repudiados por miembros de Bildu y sin embargo los socialistas se
entienden con ellos en ayuntamientos y diputaciones como si nada.
Los
medios de comunicación han revelado que Emilio Hellín, el
ultraderechista que asesinó vilmente a Yolanda González, tras pasar
catorce años de cárcel asesora a fuerzas de seguridad: ¿debemos
escandalizarnos por ello o habrá que decir que eran otros tiempos, que
había un conflicto político y que las víctimas no deben ser vengativas?
¿Acaso hay delitos indelebles que inhabilitan para el juego
institucional democrático y otros en cambio que pueden ser pasados por
alto –aunque nadie se arrepienta de ellos y se siga amenazando
sibilinamente con volver a las andadas si no hay amnistía para los
criminales– cuando conviene a ventajistas del corto plazo? Ya es hora de
hablar claro, como ha hecho para alarma de tantos y de tontos Laura
Mintegi." (FERNANDO SAVATER, EL CORREO 24/03/13, en Fundación para la Libertad)
No hay comentarios:
Publicar un comentario