" Las crisis funcionan como artefactos de esquematización: el relato
alemán de la crisis europea es un cuento moral, basado en la creencia de
que el patatús económico se debe a la irresponsabilidad fiscal de los
pecadores del Sur, a quienes hay que castigar.
A partir de ese falso
guion, las soluciones son más y más difíciles, los mecanismos de
solidaridad escasean, la ciudadanía de algunos países del Norte recela,
en el Sur asoma un sentimiento antialemán (o antieuropeo) y en muchas de
las últimas elecciones resurgen los extremismos, que en Europa
funcionan como ese genio que sale de la lámpara y que tan difícil
resulta volver a meter en ella.
España es una especie de microcosmos de
la crisis del euro: el desencuentro escenificado por Cataluña
traza extraños paralelismos con esa historia. De nuevo un genio del
pasado sale de la lámpara —el encaje de algunas autonomías— en plena
crisis.
Las causas directas de los problemas económicos catalanes son la
profunda recesión tras una burbuja inmobiliaria de aúpa y la labor de
varios Gobiernos a lo largo de los años: no el más que discutible
expolio fiscal (pese a que el sistema de financiación es imperfecto, y
el tamaño del déficit fiscal puede ser debatible) que esgrime el
separatismo para justificar sus pretensiones, según el análisis de
Bruselas.
Por eso, la UE
vio venir esa polémica con extrañeza, que se ha metamorfoseado en
preocupación al aflorar en el peor momento de la crisis española, según
media docena de fuentes.
Cataluña, evidentemente, no es Alemania: para empezar, sufre en carne
propia los estragos de la recesión y el paro. Pero en otras muchas
cosas la analogía funciona: una vez más el Norte rico, en medio de la
crisis, quiere limitar sus transferencias de solidaridad con la excusa
de que ese dinero se usa “para ir al bar del pueblo” (Duran i Lleida), o para construir autovías y aeropuertos hacia ninguna parte (Merkel).
Bruselas asiste con desasosiego a ese debate: “Cataluña es una fuente
adicional de inquietud; España tenía ya abundantes problemas, y ahora
resulta que una de las comunidades más ricas tiene que solicitar un
rescate al Estado (y uno se pregunta cómo estarán las demás), y casi el
mismo día amenaza con la independencia (problemas políticos a la vista) y plantea un mal llamado pacto fiscal,
que al final consiste en aportar menos recursos a las arcas del Estado
ahora que la salud de las cuentas públicas genera dudas”, afirma un
diplomático." (El País, 23/09/2012)
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