25/9/12

“Cataluña es una fuente adicional de inquietud; España tenía ya abundantes problemas, y ahora resulta que una de las comunidades más ricas tiene que solicitar un rescate al Estado (y uno se pregunta cómo estarán las demás), y casi el mismo día amenaza con la independencia". Éramos pocos y...

" Las crisis funcionan como artefactos de esquematización: el relato alemán de la crisis europea es un cuento moral, basado en la creencia de que el patatús económico se debe a la irresponsabilidad fiscal de los pecadores del Sur, a quienes hay que castigar. 

A partir de ese falso guion, las soluciones son más y más difíciles, los mecanismos de solidaridad escasean, la ciudadanía de algunos países del Norte recela, en el Sur asoma un sentimiento antialemán (o antieuropeo) y en muchas de las últimas elecciones resurgen los extremismos, que en Europa funcionan como ese genio que sale de la lámpara y que tan difícil resulta volver a meter en ella. 

España es una especie de microcosmos de la crisis del euro: el desencuentro escenificado por Cataluña traza extraños paralelismos con esa historia. De nuevo un genio del pasado sale de la lámpara —el encaje de algunas autonomías— en plena crisis.

Las causas directas de los problemas económicos catalanes son la profunda recesión tras una burbuja inmobiliaria de aúpa y la labor de varios Gobiernos a lo largo de los años: no el más que discutible expolio fiscal (pese a que el sistema de financiación es imperfecto, y el tamaño del déficit fiscal puede ser debatible) que esgrime el separatismo para justificar sus pretensiones, según el análisis de Bruselas.

 Por eso, la UE vio venir esa polémica con extrañeza, que se ha metamorfoseado en preocupación al aflorar en el peor momento de la crisis española, según media docena de fuentes.

Cataluña, evidentemente, no es Alemania: para empezar, sufre en carne propia los estragos de la recesión y el paro. Pero en otras muchas cosas la analogía funciona: una vez más el Norte rico, en medio de la crisis, quiere limitar sus transferencias de solidaridad con la excusa de que ese dinero se usa “para ir al bar del pueblo” (Duran i Lleida), o para construir autovías y aeropuertos hacia ninguna parte (Merkel).

Bruselas asiste con desasosiego a ese debate: “Cataluña es una fuente adicional de inquietud; España tenía ya abundantes problemas, y ahora resulta que una de las comunidades más ricas tiene que solicitar un rescate al Estado (y uno se pregunta cómo estarán las demás), y casi el mismo día amenaza con la independencia (problemas políticos a la vista) y plantea un mal llamado pacto fiscal, que al final consiste en aportar menos recursos a las arcas del Estado ahora que la salud de las cuentas públicas genera dudas”, afirma un diplomático."            (El País, 23/09/2012)

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