"Albert Boadella, dramaturgo, director de Els Joglars y director artístico de los Teatros del Canal de Madrid, en un post en su blog:
‘Hace algunos años Jordi Pujol se pavoneaba sobre la poca
influencia de Cervantes en su formación literaria y por el contrario
citaba el influjo de algunos escritores catalanes. Cada cual puede
determinar aquellas cosas que cree que han sido decisivas en su vida por
el ascendente ejercido en la infancia o la juventud pero la afirmación
de mí querido Ubú no es baladí.
En este personaje las intenciones
acostumbran a ser recurrentes y hay que buscar el objetivo siempre en el
mismo lugar. Esta vez se trataba de mostrar que la cultura española es
distinta de la catalana. Cuando uno se pone a pensar en las diferencias
objetivas para establecer una afirmación en este sentido no encuentra
por ninguna parte nada sustancial al margen de una lengua que parece
dialecto de la otra o viceversa.
Una cultura es algo más que un conjunto de coros y danzas regionales, torres humanas o caganers.
La cultura catalana solo existe si admitimos la enorme trasfusión de
toda la península y aceptamos que el flamenco, la zarzuela o los toros,
también forman parte de nuestro paisaje cultural. En resumen, es cultura
catalana por ser española. (...)
Sin lugar a dudas, el arte es uno de los factores que mejor
establecen nuestra pertenencia a una cultura española. Este país no
posee culturas regionales en el sentido amplio con que nos referimos al
término. Es evidente, que el llamado arte y cultura españolas se
beneficia de unas variantes que tienen su raíz en las formas literarias
producidas por las distintas lenguas o el simple folklore de sus
territorios.
Sin embargo, a menudo tales ramificaciones tienden a
confundirnos sobre el sentido específico, global y al mismo tiempo
heterogéneo que puede significar una cultura autóctona. La
fusión de una larga historia común produce en el terreno de las artes la
existencia de una profunda idiosincrasia cultural que acaba formando
parte del patrimonio de todos.
Encontramos unas artes
realizadas por castellanos, catalanes, extremeños, vascos o andaluces
pero cuyas herencias y formas de expresión se engloban dentro de un
conjunto de cierta homogeneidad, el cual, frente a la mirada externa, es
catalogado como español.
El pintor Velázquez nos representa a los ciudadanos de esta nación de la misma manera que el malagueño Picasso o las zarzuelas del catalán Amadeo Vives,
y a nadie se le ocurre reivindicar su pintura o su música como propia
exclusivamente de la región en la que nacieron.
Ciertamente, existe un
teatro en catalán o en vasco pero su estructura narrativa no difiere
para nada del teatro en español como no sean algunas piezas muy
concretas ligadas al folklore tradicional. Si traducimos la obra al
castellano desaparece el origen territorial (y lo afirmo por la
experiencia de muchos espectáculos).
En definitiva, afirmar que Cervantes no es un referente para la totalidad de los ciudadanos españoles, es tan disparatado como negar nuestra pertenencia a la cultura cristiana por el simple hecho de no creer en Dios’." (lavozdebarcelona.com, 26/04/2012)
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