28/12/11

Tanto Tarradellas como Pujol eran conscientes de que los símbolos no solo simbolizan, sino que hacen, producen realidad. El truco funcionó.

"Marçal Sintes, periodista y próximo director del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), en un artículo publicado este martes en El Periódico: (...)


Desde su exilio en Saint-Martin-le-Beau, Josep Tarradellas se ocupó de proyectar una imagen de lo que él representaba que trascendía su precaria posición, la cual quedaba restringida casi a un tampón y un sello con el escudo de la Generalidad.

Al volver a Cataluña, continuó comportándose como si el autogobierno fuera mucho más de lo que era.

Jordi Pujol -a pesar de su falta de sintonía con Tarradellas- actuó de forma parecida. La Generalidad de Tarradellas -en el exilio y la restaurada- y la Generalidad de los primeros años de Pujol era una Generalidad mucho más simbólica que real. Tanto Tarradellas como Pujol eran conscientes de que los símbolos no solo simbolizan, sino que hacen, producen realidad. El truco funcionó.

Tanto es así que Pujol nunca abandonaría esta apuesta por generar una cierta ficción –de una especie de Estado dentro del Estado–, como tampoco, a pesar de las dificultades, quisieron hacerlo los presidentes Maragall y Montilla. (...)

El Gobierno [autonómico], el Parlamento [autonómico] y todos los catalanes deberíamos ser conscientes del peligro. Y conjurarnos para evitar que el Estado español, ayudado por la crueldad de la crisis, convierta la Generalidad en un mero ente territorial.
 
Deberíamos evitar la provincialización del autogobierno. No se puede olvidar que los símbolos, como decían antes, tienen el extraño poder de transformar la realidad, de hacerla diferente de lo que es; para agrandar y fortalecer, pero también para empequeñecer y debilitar’."       (lavozdebarcelona.com, 27/12/2011)

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