3/9/09

La pedagogía del odio

"Hay una frase que lo dice todo sobre la cerrazón patriótica y que es un compendio de sabiduría mostrenca: "Unos (ETA) tienen que agitar el árbol para que otros (los verdaderos vascos) recojan las nueces". Esa cínica visión, cerrada y autárquica, viene a dar, bien es verdad que en diferente medida, una especie de cobertura moral a todo el espectro nacionalista, desde los conservadores hasta la izquierda marxista. De ahí procede (incluso a su pesar) la idea de inevitabilidad, que en la práctica se formula así: no es que se deseen muertes, es que en el contexto actual, las muertes son inevitables. Asumir lo inevitable justifica el "mirar hacia otro lado", permite "entender" lo que está pasando y ayuda a "descargar las culpas" sobre los que históricamente oprimen a Euskal Herria.

Los nacionalismos tienden a inventarse su propia historia: un acto de involución consentido y repetido como un mantra. Ahí está el caldo de cultivo de una educación en el odio, en la negación de la realidad y el rechazo al distinto. Esta visión etnocentrista domina la vida política vasca mientras el caldero bulle bajo el cuidado de quienes se consideran los guardianes del caserío. En el extremo de esa expresión de odio se encuentran ETA y los vivas a ETA, pero ¿quiénes son los verdaderos responsables de la enseñanza y extensión de ese odio? ¿de convertirlo en costumbre?

Cuenta un amigo que en una ikastola, a la vista de una bandera, comenzó un abucheo e imprecaciones de los alumnos por ser española; lo curioso del caso es que era una bandera alemana. Y mi amigo comentó: "Yo creo que no es que no les guste España sino que a todo lo que no les gusta lo llaman español".

Demasiada gente en Euskadi se ha acostumbrado a odiar. ¿Qué se puede esperar de generaciones educadas en el odio? No ha habido nación sobre la tierra que se haya hecho grande edificando su identidad sobre el odio. La Arcadia feliz y la costumbre de odiar contienen cada una el germen de la degeneración; juntas, son una bomba de relojería. Pero no todo son malos augurios: la valerosa actitud de Aralar o la decisión del Tribunal de Estrasburgo sobre la disolución de Batasuna alimentan la esperanza." (JOSÉ MARÍA GUELBENZU: ETA, la costumbre de odiar. El País, ed. Galicia, Opinión, 30/07/2009, p. 31 )

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