2/4/09

Los que quedaron, los familiares...

"Sandra habló por primera vez de los últimos momentos de la vida de su padre, pero más sobrecogedor fue su testimonio acerca de su día a día en Mondragón. «Estaré muy mal, y lloro, pero con mi familia; nunca les voy a dar el gusto de que me vean llorar», sentenció. «Cuando me cruzo con ellos, con la alcaldesa [ de ANV] por la calle, le sonrío y me digo: 'Te jodes, que aquí estoy yo y no vais a poder conmigo'».

"La hija del militante del PSE asesinado en marzo del año pasado, que acudió al homenaje junto a su madre Marian, relató al detalle cómo tras despedir a su padre en casa, «oímos tres tiros» -que luego resultaron ser cinco- y se asomó por la ventana. «Vi a mi padre salir del coche, y enseguida me di cuenta de la sangre», narró. «Bajé y empecé a gritar a la gente que llamaran a una ambulancia. Nadie se acercó. Yo misma le tapé las heridas con la bata que llevaba puesta, aunque, una vez en el hospital, sabía que no iba a salir».

Le escucharon atentamente -a ella y a otras ocho víctimas- la presidenta de las Juntas, la portavoz del Gobierno vasco, Miren Azkarate, la presidenta del Parlamento autonómico, Izaskun Bilbao -que se saludó con su probable sustituta, Arantza Quiroga-, y hasta 60 afectados del terrorismo de ETA. Más duro fue el ostracismo social al que le condenaron muchos de sus amigos: «El día de San Juan llevaban pegatinas pidiendo la libertad de la alcaldesa y de los presos de ETA... ¿Y dónde está mi padre? El, que es la verdadera víctima, no aparece». (...)

Se refirió también a la vida en Mondragón, donde «las pancartas, las pintadas, las manifestaciones y la propia alcaldesa» le producen «muchísima rabia», aunque reconoció que es precisamente esa rabia la que le «hace fuerte». (...)

Y frente a ese recuerdo reciente, destacó el testimonio de Josu Elespe, más alejado en el tiempo del asesinato de su padre. Pese a que reconoció que, en un primer momento, como Sandra, sintió un «odio irracional hacia el mundo de ETA, Batasuna y su entorno, que ampara o justifica los asesinatos», aseguró que el tiempo le ha permitido situarse «por encima de ellos», «igual que el Josu de un minuto antes de recibir la llamada que anunció la muerte de mi padre».

«Que te quiten a tu padre con un tiro en la nuca es algo tan duro y cruel como absurdo». Josu Elespe repitió ayer las mismas palabras que escribió hace ocho años al poco tiempo de que ETA matara en Lasarte-Oria a su padre Froilán. Desde aquel momento, Josu cambió, «odiaba a todo ese mundo de forma irracional», se refugió en su familia y amigos y «sólo encontraba consuelo cuando huía de aquí». «De volver ilusionado de Inglaterra, ETA me convirtió en un amargado e inmaduro chaval de 25 años». Pero el tiempo, «una larga travesía sin agua ni brújula por el desierto», le ha llevado a «serenarse» y a dejar de odiar «a los asesinos de mi padre y a quienes les protegen o entienden». «Es mi gran victoria», asegura. «Mi particular reconciliación».

Josu, que reconoce que «los fantasmas del pasado» siguen al acecho, intenta volver a ser el mismo de «antes de la llamada de móvil» que le comunicó el asesinato de su padre. Se reconoce como víctima, pero asegura no hacer de ello «el motor» de su vida, ni «una profesión». Denuncia la asimilación como víctimas de los familiares de presos, al tiempo que afirma que de serlo serían «también víctimas de ETA».


Elespe se refirió también a los familiares de presos, de quienes dijo que no son víctimas «del conflicto, como a ellos les gusta decir, sino de la propia organización terrorista». Josu dijo «comprender el sufrimiento de una madre que tiene que hacer 12 horas de autobús para ir a ver a su hijo, pero no a las que se muestran orgullosas de sus acciones».

PILAR ZUBIARRAIN, CONCEJAL DEL PNV EN ALTZO
«No son abertzales, son asesinos»

«Recordar me hace daño», reconoce Pilar Zubiarrain, concejal del PNV en Altzo, donde anteriormente fue alcaldesa. Pero ayer decidió 'sufrir' durante unos minutos para narrar «la violencia de persecución» a la que le han sometido. «Pintadas, seguimientos, bombas caseras, ataques contra su casa o la quema del caserío familiar con mis padres y mi tía dentro», enumera, además de «los rumores y el aislamiento en un entorno rural». «A veces pensaba 'que me maten ya' porque el gota a gota es ir muriendo en vida poco a poco», reconoce, «pero te das cuenta de que mientras tienes vida tienes una oportunidad y aprendes de lo que te pasa».

Zubiarrain lamenta que la «reacción de los partidos ante el terror se agote en la condena» y reclama que «no sólo acompañen a las víctimas cuando haya periodistas».

Además, exige a la sociedad «memoria» de lo sucedido durante tantos años porque, según dice, «el error es tratar» a ETA y a los que amenazan «como abertzales cuando son asesinos».
(Fundación para la Libertad, citando a EL MUNDO, 2/4/2009 y Fundación para la Libertad, citando a EL DIARIO VASCO, 2/4/2009)

No hay comentarios: