El apellido de Aranzubía (Logroño) permitió aplicarle el ius sanguinis; también a Ezquerro (Calahorra), reforzado por haberse iniciado en Osasuna, único equipo de Primera con nombre en euskera (significa salud). Valverde (Cáceres) fue contratado del Barcelona porque había pasado por el Alavés y el Sestao: se le aplicó, con criterio amplio, el ius solis. Lo mismo que a muchos otros nacidos allende el Ebro pero recriados en Lezama, como Llorente.
Los seguidores del Athletic no necesitan que se les recuerde que se hacen trampas en el solitario, aplicando en cada caso, como el polaco de Kedouri, el criterio que resulte más conveniente; lo saben muy bien y, salvo esa minoría ultra, se lo toman con cierta ironía: sí, hacemos pequeñas trampas, ¿y qué? Sirve para mantener la tradición sin las obsesiones etnicistas que estuvieron en su origen.
No hay duda del origen nacionalista de esa práctica autárquica, pero tampoco de que desde los años 30 fue asumida por el conjunto de los seguidores e incorporada como seña de identidad compartida. La identificación con el Athletic, incluyendo esa singularidad, se fue reforzando a medida que se convertía en excepción dentro del panorama futbolístico.
Esa identificación se ha convertido en una especie de territorio protegido, a salvo de diferencias ideológicas, sociales, generacionales. Un oasis de unanimidad social en medio de un panorama de enfrentamientos múltiples. Y preservarlo ha sido un valor sobreentendido." (PATXO UNZUETA: Rajoy visita la Catedral. El País, ed. Galicia, Opinión, 07/11/2008, p. 21)
Si algo tan evidente, como que un político luzca una camiseta de un club de fútbol, se considera un insulto, es que algo falla en el razonamiento.
¿Seña de identidad compartida? Ya no etnicista, ni terrorista, ni nada de nada. Aunque los jugadores se sienten molestos porque Rajoy enarbole su camiseta, ni se pueda guardar un minuto de silencio por la muerte de un concejal socialista, socio del Athletic...
Más bien parece que esa identidad que se ha asumido, es la de la tradición etnicista, la que impide honrar a "un enemigo del pueblo vasco".
La "mayoría silenciosa" es cómplice. Siempre lo es. De la misma manera que, durante el franquismo, la clase media era cómplice de la brutalidad fascista.
Solo es cuestión de aguantar en pie, en silencia, durante un breve minuto, en homenaje a un inocente asesinado (por socialista ¿y español?). Y ya eres un demócrata...
1 comentario:
el artículo tiene un error: es falso que sólo jueguen jugadores vascos: Fernando Llorente es de Rincón de soto, es decir riojano. Hay y ha habido muchos más ejemplos.
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