9/10/08

El idioma de los inmigrantes, los "spanglihs", los "portuñoles"...

"La secuencia sería así: la primera generación salpica su habla con palabras inglesas relacionadas con el trabajo o la vida diaria. Los porteros, por ejemplo, en su mayoría hispanos, se expresan en un bellísimo español guatemalteco o mexicano hablándote del boiler (la caldera), el freezer (el congelador), el basement (el sótano) o del "leak que había en el ceiling" (la gotera en el techo). No es incultura, es economía de medios, ansia de hacerse entender, y en muchos casos responde al hecho de que es la primera vez que el emigrante usa esa palabra porque el aparato que nombra no existía en su país. La segunda generación, y eso está más que reflejado en la literatura, se aparta de las raíces paternas, habla un inglés impecable porque lo ha estudiado en la escuela y chapurrea un español bastante incorrecto (a veces tímido) con la familia.
Estamos hablando de un problema de estatus, de clases sociales; si el niño hispano quiere ser alguien ha de saber, no ese inglés exótico que tanta gracia nos hace, no, ha de saber inglés. Cierto es que en las calles de Nueva York el español es el idioma más escuchado después del inglés y que hay más traductores de ese idioma que de ningún otro en hospitales e instituciones públicas, pero la sensación es que, pese al numerosísimo capital humano que lo habla, no acaba de levantar el vuelo para convertirse en un idioma de primera categoría en el ámbito cultural. (...)
El español está vivísimo en las calles de Nueva York pero no se puede confiar su supervivencia al número de hablantes, porque el inmigrante va a lo suyo, y lo suyo es echar lastre y abandonar todo aquello que le impida prosperar y ser uno más." (ELVIRA LINDO: I like your moño". El País, 06/10/2008)

De esta necesidad de integrarse de la segunda generación de los emigrantes, se aprovechan los nacionalistas para obligarles a aprender un idioma que no les conviene, a los marroquíes, rumanos, sudamericanos...

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