“… el Manifiesto que, dicho sea de paso, no ataca el todo de la normalización lingüística, sino a la parte de la misma, al instrumento o método: la inmersión lingüística; ya que esta inmersión, al estar impuesta en todos los centros sostenidos con fondos públicos, impide otras formas de alfabetización y en concreto impide la alfabetización en lengua castellana. Es contra esta coerción de derechos individuales contra la que va el Manifiesto como, clara y diáfanamente, ha expresado Fernando Savater al indicar que en el Manifiesto no sólo se defiende el derecho de quien lo desee a ser educado en castellano, sino también el derecho semejante de ser educado en catalán en Cataluña, en euskera en el país Vasco, en gallego en Galicia. Luego no es contra el pluralismo lingüístico, ni contra el bilingüismo, ni contra los acuerdos de de
Entiendo que son los nacionalitas lingüísticos los que atizan la lumbre de la confusión al creer que el Manifiesto ataca el todo, la finalidad o la promoción de la lengua vernácula, en vez de a la parte, el instrumento, el método: la inmersión lingüística que se erige, a la postre, en el limitador de los derechos individuales de los alumnos con lengua materna castellana.” (JUAN JIMÉNEZ CASTILLO: Inmersión lingüística y exclusión (I). Diario de Mallorca, 13/08/2008)
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