“No estoy en contra de la inmersión lingüística. Es un buen método para que los niños castellanohablantes aprendan catalán. Sí estoy contra la inmersión tal como se aplica en Catalunya. Cuando se implantó en los 90, se nos dijo que venía avalada por la experiencia de Canadá y los estudios psicolingüísticos realizados en ese país. Allí, los niños anglohablantes cuyos padres querían que dominaran el francés eran sumergidos en esta lengua. Pero no era el mismo modelo. En Canadá, la inmersión se hacía en la primera enseñanza; luego se introducía el inglés como lengua vehicular de unas asignaturas y se mantenía el francés en otras. ¡Y sin separar a los alumnos! Así se lograba el dominio de ambas lenguas.
Aquí la inmersión se prolonga y la única lengua vehicular admitida es el catalán. ¿Será porque, en Canadá, los objetivos eran pedagógicos (que los niños anglos aprendieran un buen francés), mientras que aquí priman los políticos: uno, salvar el catalán; dos, que llegue a sustituir al castellano como lengua habitual? Y, como eso no sucede, vienen las frustraciones.” (CARLES Pastor: De Canadá a Catalunya. El Periódico, 07-02-08, citado por Yo de política no opino, 07-02-08). (Ver también aquí)
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