"La manifestación por el caos de Renfe deriva en un clamor independentista." 125.000 personas, entre ellas Pujol, Duran y Maragall, marchan por Barcelona (El País, ed. Galicia, España, 02/12/2007, pp. 34)
Como el vicepresidente de la Generalitat catalana, Carod Rovira, pactó con ETA el que no atentase en el territorio catalán ¿Para que las multinacionales que pensaban instalarse en Madrid se fuesen a Barcelona, donde no van a sufrir atentados?, es lógico dotar a Madrid de mas infraestructuras, dado que Eta va a volar algunas. No es humor negro. Es la miseria moral del señor Carod-Rovira. Y la del 3% (¿30?) de comisiones para la construcción que pedía CiU
“Resultó especialmente patético observar al ex presidente Jordi Pujol marchar delante de una cuatribarrada con la estrella secesionista, y comparar esa imagen con su trayectoria de décadas. Ya dijo su antecesor, Josep Tarradellas, que en la vida uno se lo puede permitir todo, salvo el ridículo. (…)
Pero lo más bochornoso fue la actitud de CiU. Todo el mundo sabe que el balance de su dedicación a las infraestructuras durante los 23 años de su Gobierno se aproxima a la nada: en los años en que la autonomía madrileña de Alberto Ruiz-Gallardón construyó 101 kilómetros de metro, Pujol contabilizó 10, algo que perjudica al transporte de miles de pasajeros y que contribuye a la saturación de las Cercanías de Renfe, la coartada de la convocatoria.” (Trampa y bochorno. La exaltación independentista en la protesta de Barcelona es un fraude político a los asistentes; El País, ed. Galicia, Opinión, 03/12/2007, pp. 34)
"Tras casi dos años de soportar las afrentas de la vida, el pueblo catalán se ha puesto a caminar, como quería el difunto Xirinacs. Las afrentas son conocidas. Afectaron al transporte por tierra, mar y aire, a la electricidad y a las capacidades cognitivas. Especialmente a las capacidades cognitivas: a la hora de leer, y en especial (¡oh, oh!) a la hora de sumar, los escolares catalanes quedan por detrás de los estudiantes de Madrid. Fíjese bien, amadísimo lector. Ya no se trata del fútbol, ni de Alfredo Di Stéfano (¡birlado en los despachos!), ni de Guruceta (nombre común como lo fue el felip; a los perros les llamamos Boby --Deglané-- y al váter le llamamos Felip --V--) ni de la añagazas falsificatorias del Régimen para evitar que Barcelona sea la primera provincia en la matriculación de vehículos. No: lo nuevo y denigratorio es que los madrileños leen y cuentan mejor que los catalanes, según demuestra
Treinta años de democracia y de autonomía, de "construcción nacional", no han servido para construir un pueblo, que es la primera obligación de todo nacionalismo. Un pueblo, naturalmente, en su versión adulta: es decir, que sepa identificar la raíz de sus problemas y sus soluciones razonables. Treinta años de democracia y de autonomía no han servido para que los dirigentes catalanes asuman la responsabilidad (ni siquiera la mínima responsabilidad) de sus actos fallidos. Treinta años de democracia y de autonomía no han servido para que los catalanes aprendan a leer en términos puramente técnicos (¡no, nadie pide lecturas éticas!) las balanzas fiscales españolas. Treinta años después, disfrutando de una segregación que no tiene analogía posible en
Espectral es el adjetivo. No sólo porque estaba convocada contra el espectro de España, lo único que sostiene el mayúsculo fracaso del nacionalismo, capaz de convertir el hecho diferencial catalán --orgulloso, pletórico, incuestionable-- de las Españas de Cánovas, de Azaña y de Franco, en la novedad de una comunidad ATRASADA, económica, política, cultural y psicológicamente a la zaga. No, no sólo espectral por el concepto. Es que también desfilaron, en carne viva, los propios espectros, con Pujol y Maragall, al frente, rodeados de sus griegos de Corte. Ellos. Los dos hombres políticamente más poderosos de estos últimos treinta años. Ellos, que dispusieron de mayorías y de minorías absolutas, de una ilimitada capacidad de gestión y de influencia, en Barcelona y en Madrid, que diseñaron sin oposición política ni social ni económica ni periodística
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