16/8/21

El independentismo brahmánico. El movimiento tiene un talón de Aquiles en los estamentos menos favorecidos de la población

"Durante décadas una concepción hegemónica de la historia y de la ciencia política aceptaba a grandes rasgos que el nacionalismo era un proyecto burgués. Durante el siglo XIX y buena parte del XX, políticos burgueses lideraban los movimientos nacionalistas.

Intelectuales burgueses los fundamentaban, «inventando tradiciones» (en afortunada expresión del afamado historiador Eric Hobsbawn). Los estamentos sociales burgueses eran la base social que posibilitaba su éxito electoral. En Cataluña la Liga es el ejemplo por antonomasia de este fenómeno. CiU, el gran continuador de un proyecto nacionalista de indiscutible perfil burgués.

Evidentemente estamos ante una simplificación. El nacionalismo siempre ha disfrutado de implantación en ciertas clases populares menestrales, aunque su penetración entre los grupos más numerosos y menos favorecidos de la clase trabajadora ha sido limitada. Y esto sigue siendo así.

ERC ha hecho un esfuerzo considerable para superar las limitaciones de la movilización nacionalista, proclamando explícitamente su voluntad de ensanchar la base. Estos esfuerzos han permitido a los republicanos arrancar votos donde no habría pensado que los obtendría: en segundas generaciones de la inmigración castellanoparlante. Pero sólo en sectores bien formados.

ERC es un partido con fuerte perfil brahmánico, el concepto acuñado por Thomas Piketty y otros colaboradores suyos para referirse a partidos de izquierda cada vez más elitistas, que han ensanchado en las últimas décadas su base electoral entre los sectores con nivel educativo y de ingresos más elevados, hasta el punto de terminar representante fundamentalmente colectivos acomodadas.

Cuando comenzó el proceso en 2012 los nacionalismos estaban convencidos de que era posible instalar la idea de que un solo pueblo avanzaba unido hacia la independencia. En uno de los primeros artículos que escribí sobre el tema (con F. Javier Moreno Fuentes), Destino Itaca ¿Estamos todos a bordo? (Agenda Pública, 2013) presentábamos datos que lo cuestionaba.

Buena parte de los catalanes de perfil socioeconómico más humilde no querían ir a Ítaca. La reacción de los politólogos afines al movimiento independentista (en prensa escrita, blogs y redes) resultó sorprendente. Reconocían que existían diferencias entre clases socioeconómicas en el apoyo a la independencia (difícil negarlas), pero afirmaban ufanos que eran estadísticamente espurias, que debían ser atribuidas a identidades sociolingüísticas.

En otras palabras, si veíamos diferencias en el apoyo a partidos nacionalistas o la independencia no teníamos que quedarnos con la idea de que podían ser «explicadas» para la extracción socioeconómica sino por el origen sociocultural."                         (Pau Marí-Klose , Política & Prosa, 02/07/21)

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