27/1/21

Lo peor del nacionalismo es que termina aplicando la doctrina política de Carl Schmitt. Basar todo en la dialéctica Amigo-enemigo... los nacionalistas pretenden traducir el sentimiento en formulaciones políticas concretas, y lo que llaman hechos diferenciales en privilegios diferenciales, especialmente cuando se da, como siempre ocurre, en las regiones más ricas de los países

"(...) Son numerosas sus críticas al nacionalismo .Cat. Los nacionalistas, por su parte, suelen afirmar que, de hecho y aunque lo disimulemos, todos somos nacionalistas, que no hay nadie que se salve de la etiqueta. Sólo nos diferencia el adjetivo: nacionalistas catalanes, vascos, españoles, etc. Dos preguntas sobre este nudo: si tuviera que resumir en un solo argumento su principal crítica al nacionalismo, ¿cuál sería su comentario?

España será quizá uno de los países con menos conciencia nacional o en el que, al menos, el orgullo nacional es más débil. Se carece totalmente de chovinismo. Solo hay que leer a nuestros autores de finales del siglo XIX y principios del XX para comprobar que si la sociedad española peca de algo es de autoflagelación. De forma quizás irreflexiva, hemos introyectado parte de la leyenda negra.

Hay hasta un cierto complejo de inferioridad, pensando que los muchos errores y defectos que suceden en España no ocurren en el resto de los países. Esa frase tan socorrida de “En este país” a la que ya Larra dedicó un artículo, y que en la actualidad se continúa usando con frecuencia es la confirmación, en primer lugar, del desconocimiento que a menudo tenemos del extranjero y, en segundo lugar, de nuestra mala opinión acerca de todo lo español.

Es cierto que el franquismo, al igual que todo movimiento fascista, abrazó y pretendió exaltar el nacionalismo español, pero pienso que fue una planta que nunca llegó a arraigar en la mayoría de la sociedad. Es más, por esa identificación con la dictadura, despertó en amplias capas de españoles un rechazo incluso inconsciente a todo lo que se asociase a patriotismo y a símbolos nacionales, tan habituales, sin embargo, en otros países.

Confirma lo anterior el entusiasmo con el que abrazamos la Unión Europea. Las encuestas han mostrado siempre que nuestro país se encuentra a la cabeza en la aceptación del proyecto europeo y los que lo criticamos y nos oponemos a él es precisamente por no constituir una verdadera unión política.

Tal vez es esta debilidad de la conciencia nacional de España la que ha originado a lo largo de los dos últimos siglos el alumbramiento de los nacionalismos periféricos. Así al menos lo contempló Ortega en su “España invertebrada”. Paradójicamente, sin embargo, es posible que en estos momentos el proceso se haya invertido y que la extrema proliferación de fuerzas centrífugas y, en concreto, el mantenimiento de un golpe de estado que se mantiene vivo en Cataluña haya despertado un nacionalismo que estaba dormido.

España era de las pocas naciones de Europa que no tenía un partido de extrema derecha. Pues bien, parece que ya lo tiene y que ha venido para quedarse. Los que se rasgan las vestiduras ante el crecimiento exponencial de Vox harían bien en preguntarse cuáles son las razones y las causas que lo han hecho posible.

En principio, no tengo nada contra el nacionalismo mientras quede reducido a un sentimiento, a aspectos puramente culturales o a tradiciones; si acaso, lo considero en ocasiones un poco pueblerino, paleto, retrógrado. Pero lo malo es cuando los nacionalistas pretenden traducir el sentimiento en formulaciones políticas concretas, y lo que llaman hechos diferenciales en privilegios diferenciales, especialmente cuando se da, como siempre ocurre, en las regiones más ricas de los países; y no digamos ya cuando el nacionalismo se transforma en golpismo y pretende imponer sus formulaciones políticas por la coacción y la fuerza. Lo peor del nacionalismo es que termina aplicando la doctrina política de Carl Schmitt. Basar todo en la dialéctica Amigo-enemigo

La segunda pregunta: ¿su libro está escrito, como probablemente afirmarán, desde el punto de vista de un nacionalista español?

Cada uno puede afirmar lo que quiera, pero yo de nacionalista no tengo apenas nada. En lo poco que coincido con Zapatero es en eso de que la nación es un concepto discutido y discutible. Lo que sí soy es un acérrimo defensor del Estado, mientras sea democrático, social y de derecho, de la república (en el sentido de res pública). Lo considero en el momento actual el único contrapeso a las fuerzas económicas y al mercado.

Por ello estoy en contra de todo lo que pueda debilitarlo por abajo (su desintegración) o por arriba, la Unión Europea. No se me entienda mal. Estaría totalmente a favor de un Estado europeo. Mi oposición a la UE va precisamente en esa dirección, que integra los mercados y unifica la moneda, sin hacer lo mismo con el presupuesto, la fiscalidad y se carezca de unión política.

Sostiene usted que tal vez el único factor que ha jugado por completo en contra de lo que llaman procés o procesismo ha sido la justicia, una institución que, son palabras suyas, no se ha doblegado frente a los que llama soberanistas. ¿Sigue pensando que es la única institución que no se ha doblegado? ¿No ha errado reiteradamente en el ámbito europeo?

Soy consciente de los defectos que presenta la justicia española. Por otra parte, ni más ni menos de los que tienen las de los otros países europeos. Pero lo cierto es que esta institución ha sido la única que ha mantenido a raya a los golpistas y es la que está impidiendo que el golpe se repita. La razón hay que buscarla no tanto en ella, como en la parálisis de los otros poderes del Estado, ocasionada por el travestismo del PSOE y de Sánchez. Incluso el gobierno Frankenstein pretende neutralizar a la justicia. Primero ha sido con la abogacía del Estado y, en estos momentos, con la Fiscalía.

En cuanto a la justicia europea, creo que en el tema hay una equivocación buscada. Las pocas veces que se han pronunciado los tribunales europeos, propiamente dichos, ha sido en contra de los golpistas, excepto la interpretación que el Tribunal de Justicia de la UE ha hecho a instancias del Tribunal Supremo, acerca de cuándo se adquiere la condición de eurodiputado. Por cierto, cambiando la doctrina que regía hasta ese momento.

Cuando los golpistas hablan de la justicia europea se refieren maliciosamente a los tribunales de otros países, tribunales normalmente de segunda categoría cuyos fallos se han referido exclusivamente al proceso de extradición y que son señal más bien de los defectos y contradicciones que tiene la UE en este tema. Dejan a las claras los fallos de la euroorden de detención.

Intelectuales orgánicos del nacional-secesionismo suelen usar el siguiente argumento: desearíamos respetar la Constitución pero no resulta posible porque está construida de forma tal que, de facto, resulta inmodificable en asuntos sustantivos como nuestro inalienable derecho de autodeterminación. No nos queda otra: o la revuelta o la sumisión. El apoyo de la ciudadanía catalana a la Constitución fue en 1978 y han pasado muchos, muchos años desde entonces, añaden. ¿Qué opinión le merece este punto de vista del “no queremos pero nos vemos obligados…”?

El argumento tiene poco de intelectual. Estaría bueno que cada vez que a un conjunto de personas no les gustase una ley y no dispusieran de representatividad suficiente para cambiarla estuviesen legitimados para hacerlo por la fuerza. La Constitución española puede modificarse, en este tema como en cualquier otro, pero siguiendo los pasos reglados por la propia Carta Magna.

Ahora bien, la soberanía reside en la totalidad del pueblo español. Fue el mismo argumento que empleó el Tribunal Constitucional alemán para rechazar la pretensión del independentismo bávaro de convocar un referéndum de autodeterminación. La soberanía, afirmó el Tribunal, se encuentra en el pueblo alemán en su conjunto. El hecho de que la Constitución española lleve muchos años en vigor no puede servir de justificación para defender que está obsoleta y que se precisa el cambio. No creo que haya que envidiar -y mucho menos copiar- el proceso seguido en el siglo XIX, en el que cada pocos años se aprobaba una nueva Constitución.

No hay nada que objetar a que se pueda reformar la Carta Magna en determinados aspectos. Lo que no creo es que en estos momentos exista el consenso suficiente para introducir cambios de calado. Por ejemplo, en el título VIII. Seríamos muchos los que, en contra de lo que algunos proponen, abogaríamos por un régimen mucho más restrictivo del estado autonómico. El valor de la Constitución del 78 es que es de todos y no es de nadie, porque nadie quedó conforme al cien por cien. Todos aceptamos determinamos aspectos con los que no estábamos de acuerdo para que otros hiciesen lo mismo.

Pero esto que acabar de señalar es la filosofía política que guió la transición y muchos, incluidas muchas fuerzas de izquierda, consideran que el que llaman “Régimen del 78” está en crisis, está superado, ya no sirve. Es una piedra que nos ahoga a todos, especialmente, afirman, a la ciudadanía más vulnerable.

No sé muy bien qué es eso del Régimen del 78. Sé lo que es la Constitución del 78. Muy similar a la de otras naciones europeas. En buena medida se copió de ellas, constituciones basadas en la idea de un Estado social y democrático de derecho. Fundamentadas, de alguna manera, en el pensamiento socialdemócrata, ya que en los años cuarenta y cincuenta los partidos conservadores habían terminado por aceptar muchos de los principios de la socialdemocracia.

Hasta los años ochenta esas constituciones propiciaron los niveles de mayor igualdad en Europa. Quien quiera puede consultar el último libro de Piketty. Y si a partir de los ochenta se produjo un cambio no fue porque las constituciones se hubiesen modificado, sino porque el pensamiento del neoliberalismo económico fue ganando posiciones hasta hacerse casi hegemónico. Es ese neoliberalismo económico que ha impuesto la globalización el que se ha adueñado del proyecto de la Unión Europea, el que crea en buena medida los problemas sociales y políticos, no las constituciones.

En cuanto a lo de ahogados, permítame que me ría. Quien diga eso no ha vivido una dictadura. Hoy en España los niveles de libertad están por encima de los de la mayoría de los países europeos, quizás por nuestro complejo al provenir del franquismo. Si de algo se peca en estos momentos, es por exceso. Todo el mundo exige poder hacer lo que quiera sin percatarse de que nuestra libertad termina donde empieza la libertad de los demás. Sin leyes y sin derecho, la libertad desaparece.

Uno de sus artículos lleva por título “Mas miente y lo sabe”. Le pregunto más en general: ¿los nacionalistas .Cat han mentido a la ciudadanía de Cataluña y eran muy conscientes de que estaban engañando y manipulando a sus mismos seguidores?

Todo nacionalismo se suele basar en una serie de mentiras. El catalán no puede ser una excepción. Limitándonos a los cincuenta últimos años, desde que Pujol llegó a la presidencia de la Generalitat, lo que se impuso en Cataluña fue un adoctrinamiento basado en falsear la historia e intoxicar a los catalanes asegurándoles que España les roba. Ahora se ha modificado por el mantra de España nos oprime. Mas logró transformar lo que era una contestación social en un enfrentamiento territorial. Tuvo éxito. La confrontación social ha desaparecido de Cataluña.

Son muchas las referencias que hace a la Unión Monetaria en el libro. Una de ellas: “La Unión Monetaria no solo está en la disparidad y el enfrentamiento entre los países de la Eurozona, sino que propicia las fuerzas centrífugas de cada país.”. ¿Por qué? De hecho, como se sabe, la UE se manifestó, aunque fuera tardíamente, contra el secesionismo .Cat.

La Unión Europea en esto como en casi todo mantiene una gran contradicción. Por una parte, se ve obligada a oponerse e impedir todo intento de independencia de algunas de sus regiones. Juncker lo dijo claramente. “Ya es difícil coordinar 27 o 28 países. No quiero que estos se me conviertan en quince años en 98”. Pero, por otra parte, su configuración como unión mercantil y monetaria sin conllevar el coste para los países ricos de participar en una política redistributiva es un aliciente para que las regiones ricas de los estados quieran emular el sistema.

¿Por qué Cataluña va a querer financiar a Extremadura, o la Italia del norte a la Italia del sur, cuando Alemania u Holanda que participan de los beneficios del mismo mercado no lo hacen? Picketty en su último libro afirma algo parecido refiriéndose a Europa y a Cataluña. Por cierto, que lo he transcrito en mi artículo del 17 de septiembre en republica.com. Al que le interese puede ir a consultarlo.

Doy la referencia: “Piketty, Europa, España y Cataluña”https://www.republica.com/contrapunto/2020/09/17/piketty-europa-espana-y-cataluna/. (...)

En su opinión, tanto el PCE como IU, Podemos y Unidas Podemos se han dejado enmarañar (uso su palabra) en el concepto del ‘dret a decidir’. ¿No ha habido voces críticas en esas formaciones? ¿Nadie se ha levantado en pie de cordura y fraternidad? ¿Convicción o dependencia de la representación o aliados de esas fuerzas en Cataluña?

El derecho a decidir es tan solo una forma vergonzante de referirse al derecho de autodeterminación, que solo existe como tal para las colonias y las regiones explotadas, y creo que difícilmente se puede considerar así a Cataluña. Estoy totalmente fuera de la vida de los partidos y desconozco por completo si existen voces críticas. Si existen, desde luego no se las oye. (...)"                              (Entrevista a Martín Seco, Salvador López-Arnal,Crónica Popular, 18/01/21)

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