3/8/20

Aquel 6 y 7 de septiembre se presentó en el Parlamento el único proyecto articulado y concreto de independencia para Cataluña. Y este boceto era el de un estado autoritario. Y esto no fue una casualidad

"(...) ¿En aquellos años, y aún ahora también, usted fue un azote del independentismo?

Esto sería muy pretencioso y darme una importancia que no tengo. Yo no he sido ningún azote de nada ni de nadie, sencillamente me dedico a expresar una opinión política desde la izquierda federal que es crítica con el independentismo.

Dejémoslo, pues, que usted ha sido un crítico insistente con el independentismo.

Esto es así, y además es una realidad que se ha ido consolidando a lo largo de los años del proceso. Mi mirada no era el mismo en 2011, cuando este movimiento tomó un gran empuje, que en los años siguientes. Cada vez he ido teniendo una mirada más crítica sobre la dinámica del proceso y sobre la misma perspectiva política del independentismo. Desde esta perspectiva, los acontecimientos de 2017, y muy particularmente lo que pasó el 6 y 7 de septiembre en el Parlamento, fueron unos momentos de consolidación en esta mirada crítico.

¿La enmienda, pues, es tanto el proceso como al independentismo como ideología?

Las dos cosas van vinculadas. Este proceso supuso pasar de un debate teórico a un combate político concreto, en la medida que aquel 6 y 7 de septiembre se presentó en el Parlamento el único proyecto articulado y concreto de independencia para Cataluña, un esbozo de lo que sería una república catalana. Y este boceto era el de un estado autoritario. Y esto no fue una casualidad ni creo que sea fruto de una mala noche de los redactores del proyecto de ley de transitoriedad jurídica.

¿La reacción del Estado fue la adecuada?

 El gobierno de Rajoy actuó mal, en la medida que dejó pudrir un problema sin abordarlo, en lugar de intentar reconducirlo en términos políticos. En cuanto a lo que pasó el 6 y 7 de septiembre, también dejó que las cosas fueran demasiado lejos. Reaccionó tarde, mal y de la peor manera posible. El 6 y 7 de septiembre hubo una ruptura del ordenamiento jurídico, y si era necesaria una actuación administrativa del Estado debería haber estado en ese momento, evitando todo lo que pasó después.

¿O sea, había que haber aprobado antes el 155?

 Aplicar el 155 el 8 de septiembre habría sido un mal menor. Habríamos evitado males mayores si hubiera habido una intervención administrativa entonces, en lugar de dejar que las cosas fueran más lejos, llegando a un enfrentamiento como el que se produjo el 1-O, con una intervención policial que fue un desastre, y llegando al drama de la DUI fallida y la represión que ha venido después.

¿Como ve el encarcelamiento de políticos con quien compartió cámara?

 Siempre me he pronunciado a favor de su liberación. Es un despropósito que estén en prisión. Una cosa es que su acción sea reprobable políticamente, o que puedan tener una cierta responsabilidad penal por cómo se condujeron los hechos del 6 y 7 de septiembre, pero las acusaciones que se les han hecho y las consecuencias que están sufriendo me parecen totalmente fuera de medida.
 
Usted se confiesa federalista. ¿Cree que en España hay una voluntad real, sobre todo en las izquierdas, de aceptar este esquema?

 Una cosa es la toma de posición teórica que pueda haber en las izquierdas, y otra cosa es la necesidad de construir una cultura y un sentimiento federal, que esto es más complejo. La cuestión, por último, es si hay una perspectiva política e histórica más racional que ésta, la de intentar combinar un autogobierno potente que se base en el reconocimiento de la realidad plurinacional con una cooperación fraternal de la nación española, en tanto que nación de naciones, en torno a un proyecto compartido."                    (Entrevista a Lluís Rabell, blog, 28/06/20; fuente: El PuntAvui)

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