"La primera conclusión tras leer el manifiesto de Puigdemont en el que lanza su nuevo partido es que no está bien de la cabeza. Como decimos en catalán: està como un llum.
Para llegar a semejante conclusión no hace falta ser psiquiatra. Basta con seguir sus tuits.
O sus opiniones. Como cuando dijo, en plena pandemia, que él llevaba más de dos años "confinado". Y no una sino un par de veces.
Pero en medio de la burbuja en que se ha convertido Catalunya los que
dudábamos de la estabilidad mental de Puigdemont, al menos en público,
éramos apenas media docena.
Ha acabado como Don Quijote: persiguiendo molinos. Aunque sea en Waterloo en vez de La Mancha. Se ha creído su propia realidad.
Comprobaran, tras leer las dos páginas del citado manifiesto, que ya no es una teoría: es una evidencia.
El primer detalle está ya en el titular: “Junts, per Catalunya”, que
es lo mismo que JxCat, el nombre del grupo parlamentario y cuya marca
electoral pertenece al PDECAT. O sea que seremos testigos, de entrada, de una guerra de siglas. Y si sólo fuera de siglas.
Voy a ahorrarme del comunicado los tres primeros párrafos porque es paja.
Bueno, de hecho, todo el manifiesto es paja. No hay ni una sola propuesta de gobierno.
Pero un primer detalle: En el primer párrafo aparece la palabra “libertad” media docena de veces. En cambio, “independencia” sólo una y ya en el segundo.
Ha sido una constante del proceso: dorar la píldora para no asustar al personal.
Consulta en vez de referéndum. Y, cuando el TC prohibió el 9-N, “proceso participativo”. ¿Alguien me puede explicar qué coño es un “proceso participativo”? Más ejemplos: "derecho a decidir" en vez de derecho de autodeterminación. Incluso, ya puestos, la independencia tenía que ser una “desconexión”. Como desenchufar una bombilla del comedor de casa.
Pero lo bueno viene a continuación.
Primero habla de “generosidad y responsabilidad”. Que un sujeto como
Puigdemont haga llamientos a la responsabilidad es como si los cazadores
de ballenas estuvieran a favor de Moby Dick. "Es el momento de abandonar tensiones estériles y miradas con demasiado frecuencia egocéntricas”, añade.
¡Y lo dice él! ¡El primer ego de Catalunya!
Luego afirma que hay que salir de “la zona de confort” ¡Pero si está
instalado cómodamente en Waterloo! ¡Eso que se lo diga a Junqueras, que
está en Lledoners!
Lo de “apostar por dejar de lado tensiones, ruido y desorientación” es más de lo mismo: votadme a mí.
El documento me recuerda, en este sentido, al mítin de Perpiñán.
Asistí durante más de dos horas bajo un sol inclemente -con paréntesis
de nubes- sin oir ninguna propuesta de gobierno concreta o al menos para
salir del atolladero.
Después habla del “compromiso de logro democrático de la
independencia de Catalunya”. Se nota la mano de Puigdemont porque la
frase está sintácticamente mal construida. Debería ser “compromiso
democrático”. Pero es otra trampa semántica: los demócratas son ellos. Como cuando decían que Això va democràcia. Todo el mundo sabía que iba de independencia pero excluían de la
categoría de demócratas no sólo a los estaban en contra sino también a
los escépticos, a los tibios, a los moderados, a los críticos. Todo el
resto éramos fachas.
“Nos comprometemos a trabajar incansablemente”, prosigue.
Esto me recuerda a Torra, que dice ahora que no puede convocar
elecciones -como en el País Vasco o Galicia- porque estan trabajando
también “incansablemente” contra los efectos de la pandemia. ¿Antes que
hacían? ¿Tocarse los cojones?
Hay otro detalle que tampoco quiero pasar por alto. Cuando declaran
que la futura Catalunya independiente estará “profundamente comprometida
con el proyecto de una Europa de derechos y libertades, con una Unión
Europea que los garantice de una manera efectiva”. Les sale un poco la vena euroscéptica. Acuérdense de que Puigdemont
la bautizó como un “club de países decadentes”. Y Pilar Rahola envió “a
la mierda” a la propia UE en un programa de TV3 para hacer méritos.
Pero, para tanquilizar a conciencias y capitales, aseguran que la
futura república catalana estará, por supuesto, en la Unión Europea.
Será si nos dejan. Han quedado lejos los días en que el independentismo proclamaba que si no estábamos en la UE daba igual: nos iríamos a la EFTA.
Eso sí, los catalanes -en caso de entrar- dejaremos impronta en la
UE: les enseñaremos "derechos y libertades". Ese complejo de
superioridad que tanto daño ha hecho al proceso y a Catalunya.
A continuación lo de siempre: que el “Estado español” no tiene
intención de “transformarse en una democracia”, es decir, es Turquía,
Corea del Norte.
No sólo eso sino que ni siquiera es “una economía socialmente
reponsable”. Por unos momentos he pensado que querían comparar España
con la antigua URSS. Son capaces. En fin, lo de siempre: el món ens mira.
Puigdemont hace una llamamamiento acto seguido -más bien puñalada
trapera- a todos los "cargos electos” tras las elecciones del 2017 y del
2019. Una opa hostil en toda regla. Está llamando a la deserción a los dirigentes del mismo partido que
lo encumbró a él a la presidencia: el PDECAT. Me preguntó que hará Mas:
si pasarse al nuevo partido o flagelarse en público.
El resto vuelve a ser paja, como al principio: un partido de
“confrontación y lucha” -al menos no llama a la desobediencia-, un
“espacio de encuentro”, de “transformación social”, de “soberanismo
democrático”.
Hasta asegura que será un partido comprometido “en la lucha contra la
corrupción y las malas praxis administravas”. No sé si esto último lo
dice por Laura Borras que, por cierto, de momento no ha dado el paso. Pero, en todo caso, hablan de la corrupción como si ninguno de ellos
hubiera militado nunca en Convergencia. Uno de los partidos más
corruptos de Europa: el presiente fundador y el secretario general
confesaron con el margen de diez días en aquel infausto julio del 2014.
Han tenido que acabar cerrándolo.
La perla final es cuando afirma que “la sociedad catalana necesita a
las mejores personas”. Es decir, a ellos. El resto somos chusma.
Pero permítanme añadir otra cosa abusando de su paciencia: la culpa no es sólo de Puigdemont. La culpa es también de todos los que contribuyeron a construir la
nube del proceso. Una burbuja, un microclima, un mundo virtual.
Atmosfera cero.
El “independentismo mágico” que dijo un día Rufián en un ataque de
lucidez. Lo más acertado que ha dicho en su vida. Tampoco es tan difícil
teniendo en cuenta que es el de las “155 monedas de plata”.
Me refiero a representantes políticos, medios de comunicación
públicos y privados -aquellas portadas de La Vanguardia o las tertulias
de Rac1-, periodistas, intelectuales de medio pelo, presuntos
historiadores, palmeros y teloneros. Toda la fauna que ha vivido del
proceso y para el proceso.
Catalunya es una sociedad en la que fallaron todos los mecanismos de
control de las sociedades avanzadas -el tiento, la madurez, la
reflexión- y se lanzó al vacío.
Ni siquiera había espíritu crítico. Aceptó sin rechistar que
personajes de medio pelo como Puigdemont y Torra llegaran a lo más alto.
La mancha es inmensa. Además, habrá que apechugar con las consecuencias
durante generaciones.
Gracias a todos los que lo hicieron posible pero sobre todo a los
Sanchis, Rahola o Álvaro de turno -habrá que hacer un día la lista
entera- que alentaron el proceso sabiendo que nos la pegaríamos. No me
creo que personajes de su talla intelectual o profesional no lo vieran.
Y no lo digo sólo por ellos. También por algunos progres
-Antoni Puigverd o López Burniol- que se apuntaron alegremente y que
ahora van frenando. Incluso con el freno de mano. Sospecho que algunos
lo hicieron para hacer sólo la puñeta a Rajoy o al PP.
Pero hay que tener en cuenta otra cosa: por encima de un palmero hay
siempre un jefe que lo ficha y le da coba. Quiero decir que por encima
de todos ellos hay también una Terribas, un Basté -¿tú también, Jordi?-
una Lídia Heredia que permite el desaguisado. Me dejo los de Catalunya
Ràdio porque no la escucho.
¿Por qué lo hicieron unos y otros? ¿Por ego como Puigdemont? ¿Por
dinero? ¿Por ir a TV3? Ellos podrían haber influido en Artur Mas, haber
evitado el choque contra las rocas, haber ralentizado el proceso o
incluso desviado el rumbo de colisión. Ellos sabrán por qué. Ahora el
mal ya está hecho." (Xavier Rius, director de e-notícies, 03/07/20)
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