"(...) Como algunos de los lectores sabrán, fui directora general de la
Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA). Los gobiernos
tripartitos, a iniciativa de Pasqual Maragall, cambiaron en 2008 la Ley Audiovisual para que la CCMA fuera independiente del Govern.
Con ese fin se convocó un concurso para la dirección general. Era un
modelo de gobernanza similar al de la admirada BBC. Fui nombrada por
decisión unánime de los 12 consejeros, pertenecientes a todo el arco
parlamentario.
El intento duró tres años, durante los cuales la politización fue sustituida por el partidismo.
Convergència tenía un sentido patrimonial de los medios públicos que
había fundado y controlado durante 25 años. En 2010, cuando algunos
consejeros y directivos empezaron a llamarme la atención y a recordarme
que dirigía “la televisión nacional”, comprendí que no podía seguir en
el cargo y dimití.
En 2012 se modificó la Ley. El Consejo pasó a ser de seis miembros
--menos coste, desde luego-- y la presidencia recuperó capacidad
ejecutiva. A partir de ese año, los directores de los medios públicos han vuelto a ser escogidos por el Govern.
Así es muy difícil que TV3 recupere la confianza de los catalanes
constitucionalistas y/o críticos; la mayoría de los cuales ha dejado de
sintonizarla. Razones no les faltan.
Recientemente, la consellera de Cultura, Mariàngela Vilallonga, dio un “toque” de atención a TV3,
porque “se escucha mucho castellano en su programación”; a la política
le es difícil distinguir si los informativos son “de una cadena estatal
o de una catalana”. El “toque” es una muestra de la impunidad con la
que el Gobierno cree que puede actuar. En el Reino Unido hubiera sido cesada de inmediato.
Como algunos de los lectores sabrán, fui directora general de la
Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA). Los gobiernos
tripartitos, a iniciativa de Pasqual Maragall, cambiaron en 2008 la Ley Audiovisual para que la CCMA fuera independiente del Govern.
Con ese fin se convocó un concurso para la dirección general. Era un
modelo de gobernanza similar al de la admirada BBC. Fui nombrada por
decisión unánime de los 12 consejeros, pertenecientes a todo el arco
parlamentario.
El intento duró tres años, durante los cuales la politización fue sustituida por el partidismo.
Convergència tenía un sentido patrimonial de los medios públicos que
había fundado y controlado durante 25 años. En 2010, cuando algunos
consejeros y directivos empezaron a llamarme la atención y a recordarme
que dirigía “la televisión nacional”, comprendí que no podía seguir en
el cargo y dimití.
En 2012 se modificó la Ley. El Consejo pasó a ser de seis miembros
--menos coste, desde luego-- y la presidencia recuperó capacidad
ejecutiva. A partir de ese año, los directores de los medios públicos han vuelto a ser escogidos por el Govern.
Así es muy difícil que TV3 recupere la confianza de los catalanes
constitucionalistas y/o críticos; la mayoría de los cuales ha dejado de
sintonizarla. Razones no les faltan.
Recientemente, la consellera de Cultura, Mariàngela Vilallonga, dio un “toque” de atención a TV3,
porque “se escucha mucho castellano en su programación”; a la política
le es difícil distinguir si los informativos son “de una cadena estatal
o de una catalana”. El “toque” es una muestra de la impunidad con la
que el Gobierno cree que puede actuar. En el Reino Unido hubiera sido cesada de inmediato.
Los jóvenes de la serie Drama --estrenada por TV3-- hablan
castellano y catalán como si Cataluña fuera lo que realmente es, una
sociedad bilingüe. No es la primera vez que en una serie de la
televisión pública salen personajes castellanohablantes, pero en Drama no se encuentran los sesgos habituales; quienes utilizan el español no son policías, delincuentes o inmigrantes. Hay de todo en cada lengua, como en la vida misma.
A estas alturas, la falta de pluralismo puede llegar a complicar el
futuro de cualquier televisión pública; la pone en cuestión ¿Se
justifica la existencia de un medio pagado por todos, su elevado coste,
si no es independiente del gobierno de turno? Boris Johnson acaba de anunciar que abolirá o reducirá la tasa por televisor, que financia la sagrada BBC.
En una época escasa de recursos públicos y de caída de la publicidad,
cuando la oferta digital y multiplataforma es enorme, hablar únicamente
para la mitad de los ciudadanos es un suicidio. Eso pueden haber
pensado los profesionales de TV3, los que han apostado por una serie
casi bilingüe realizada por la productora El Terrat para RTVE.
No veo la tragedia. Por el contrario, es inteligente exportar el
talento, ayudar al sector audiovisual, coproducir y reducir costes.
Nunca es tarde para que TV3 mire de frente la realidad del país. Normalizado el catalán hace años, ahora tocaría desdramatizar Cataluña.
Los jóvenes de la serie Drama --estrenada por TV3-- hablan
castellano y catalán como si Cataluña fuera lo que realmente es, una
sociedad bilingüe. No es la primera vez que en una serie de la
televisión pública salen personajes castellanohablantes, pero en Drama no se encuentran los sesgos habituales; quienes utilizan el español no son policías, delincuentes o inmigrantes. Hay de todo en cada lengua, como en la vida misma.
A estas alturas, la falta de pluralismo puede llegar a complicar el
futuro de cualquier televisión pública; la pone en cuestión ¿Se
justifica la existencia de un medio pagado por todos, su elevado coste,
si no es independiente del gobierno de turno? Boris Johnson acaba de anunciar que abolirá o reducirá la tasa por televisor, que financia la sagrada BBC.
En una época escasa de recursos públicos y de caída de la publicidad,
cuando la oferta digital y multiplataforma es enorme, hablar únicamente
para la mitad de los ciudadanos es un suicidio.
Eso pueden haber
pensado los profesionales de TV3, los que han apostado por una serie
casi bilingüe realizada por la productora El Terrat para RTVE.
No veo la tragedia. Por el contrario, es inteligente exportar el
talento, ayudar al sector audiovisual, coproducir y reducir costes.
Nunca es tarde para que TV3 mire de frente la realidad del país. Normalizado el catalán hace años, ahora tocaría desdramatizar Cataluña." (Rosa Cullell, Crónica Global, 02/07/20)
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