"El martes salía yo del acto de presentación del libro de Albert Soler
en Barcelona -“Estavem cansats de viure bé”- y unos colegas ilustres me
preguntaron cuando acabará el proceso.
Mi teoría personal es que no acabará.
En su forma actual terminó con la sentencia del Supremo pero es como la energía: ni se crea ni se destruye, sólo se transforma.
Demasiados intereses creados para que hagan autocrítica, pidan
perdón, replanteen la estrategia, miren hacia adelante y si me apuran
-desde la óptica indepe- intenten sacar a los presos de la cárcel por la vía del indulto o de la amnistía, que es lo que intentaría hacer yo.
Pero da igual. Salí reconfortado del acto. Hacía tiempo que no me reía tanto. (...)
Pero lo que les decía, los indepes van todo el día cabreados.
Basta ver la cara de Eduard Pujol, conocido en ambientes parlamentarios como el del patinete. Este hombre está enfadado con el mundo. Cuando no es el dedo amenazante es la mano alzada.
El razonamiento independentista es: ¿Como puede ser que Catalunya, pueblo milenario, no sea un estado independiente?
En tan legítimo pensamiento olvidan no sólo la oposición del Estado sino sobre todo de más de la mitad de los catalanes.
Y también, por qué no decirlo, la calidad de la clase dirigente del
proceso. Me temo que en este caso el factor humano ha sido fundamental.
Materiales de derribo.
Que conste que los otros -los llamados constitucionalistas o unionistas para TV3- también tienen motivo de agravio.
Al fin y el cabo, les han llamado súbditos, colonos y hasta ñordos. Palabra de moda, supongo que por la ñ de España.
Pero se lo toman mucho mejor. El martes, en El mama-La papa del Pasaje Calders, se lo tomaron todos con mucho sentido del humor.
El propio Víctor Amela concluyó el acto con esta fórmula mágica: “risa, risa, risa”.
El sentido del humor es una arma poderosísima. Y los indepes no los saben. El proceso está perdido." (Xavier Rius, director de e-notícies, 20/11/19)
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