"(...) La sentencia del juicio del procés
—que se conocerá previsiblemente el lunes— no será el final del
conflicto político entre el independentismo y el constitucionalismo,
pero volverá a poner a los secesionistas en la encrucijada de tener que
decidir si se limitan a protestar en la calle o si vuelven a utilizar la
Administración para ello.
Y todo en un momento en el que las
instituciones del autogobierno muestran una enorme debilidad: el último
barómetro de la Generalitat admite que la popularidad del Govern anda
por los suelos. En una escala de 10, ha bajado hasta el 3,6, siete
décimas menos que hace un año. La labor de la presidencia de la
Generalitat también está en caída libre y solo recibe una nota del 4,15.
“El deterioro de las instituciones es un problema común en muchos países, pero en Cataluña ha sido especialmente grave por el procés”,
reflexiona el notario y presidente de la asociación política La Tercera
Via, Mario Romeo. “Nuestro drama es que la desafección hacia la
Generalitat alcanza tanto a los independentistas, que la ven como una institución sometida al Estado,
como a los no secesionistas, que la consideran un reducto donde el
separatismo se ha atrincherado”.
“El resultado es que muchos catalanes
ya no reconocen como algo propio ni la figura del president ni la fiesta de la Diada ni nada”, remacha Romeo.
El descrédito también afecta al Parlament, escenario de los episodios más extremos del procés,
como la fracasada declaración de independencia.
Hoy, a diferencia de lo
que ocurría hace solo un año, la mayor parte de catalanes (30%)
considera más importantes las elecciones generales que las del Parlament
(26%). La actividad legislativa es casi nula. Otra cosa son los
discursos y declaraciones efectistas, la última una defensa de la
“desobediencia civil e institucional” como respuesta a la sentencia del procés, aprobada por la mayoría independentista y que el Govern es incapaz de concretar. (...)
Tras 18 meses de discursos incendiarios ya ni siquiera Quim Torra defiende la desobediencia institucional. Ahora parece contentarse con jalear la desobediencia civil en la calle, sabedor de que la aplicación de un nuevo artículo 155 en Cataluña sería letal para sus intereses.
Sus socios en el Govern, Esquerra Republicana, llevan meses con un
discurso que llama a “preservar las instituciones”.
Y hay un tercer
grupo dentro del Gobierno de Torra —simbolizado por la consejera de
Empresa, Àngels Chacón— que, además, pide poner el foco en la gestión
del día a día. “O los catalanes nos ven como algo útil o nos barrerán”,
resumen. Exhaustos por ocho años de agitación, piden volver a la
política." (Miquel Noguer, El País, 13/10/19)
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