"(...) ¿Por qué lo estamos haciendo todo tan rematadamente mal?
Habría que empezar pues explicando las razones, o las
casualidades, o las inclinaciones, o vaya usted a saber qué, que
consienten que una sociedad equilibrada esté gobernada por una pandilla
de desequilibrados, en muchos casos con el añadido de incompetentes. Y
lamento la rotundidad del juicio. ¿Qué más quisiera yo que no tener que
usarlo? También a mí me gustaría de vez en cuando escribir artículos en
el estilo barcelonés, que precisando más llamaría estilo Sarrià-Sant
Gervasi.
Debería incluirse en los manuales periodísticos para
las nuevas generaciones un apartado donde se precise la aportación
literaria del estilo barcelonés Sarrià-Sant Gervasi.No se refiere de
manera obligada a gente que viva en esa zona, tan coqueta y mimada, de
Barcelona, sino que afecta a los columnistas más variopintos nacidos en
cualquier lugar de nuestro mundo, que como es sabido alcanza hasta Fraga
por el oeste (me refiero a la localidad no al personaje, no sean
malpensados) y al Delta, por el sur (esas gentes de Amposta y otros
andurriales que aún no salen de su asombro tras haber descubierto que la
vida de un político se divide en dos, cuando hace oposición y cuando le
nombran alto cargo).
Lo afirmo sin acritud, a mí me habría gustado saber
escribir en el estilo Sarrià-Sant Gervasi,porque ante la irritante
pregunta ya hubiera puesto un pero; no un però catalán, que en
castellano podría limitarse a un sin embargo,sino un pero mesetario,
cuestionando la rotundidad de la pregunta.
No es verdad que todo lo
estén haciendo rematadamente mal, sólo algunas cosas, precisamente esas
en las que se ensañan los medios de comunicación, como hubiera escrito
el eminente profesor y bien pagado redactor de informes, señor Vallès,
de izquierdas de toda la vida, pero independiente (género este muy
especial y muy vinculado a las peculiaridades de lo que podríamos llamar
espíritu literario Sarrià-Sant Gervasi,inasequible a las entendederas
de la gente de fora).
El arte de gratificar los oídos del personal cualificado se ha
convertido en Catalunya en una profesión fecunda, al menos en el terreno
de las compensaciones. Llevo tiempo repitiendo dos cosas respecto a
este país. Primera, que siempre se distinguió por la prensa más audaz y
crítica de España, en tiempos mucho más difíciles que estos.
Y segunda,
que el famoso oasis pujoliano nos ha familiarizado con los camellos, y
seguimos así, aunque ahora sin la razón de ser de todo oasis que no es
otra que el agua. Los más viejos del lugar nos acordamos de aquella
pertinaz sequía del franquismo y no sabemos si reír o llorar, pero
hacemos algo que entonces ni siquiera pensábamos que era posible:
justificar la mezcla de incompetencia y corrupción del poder. (...)
El sistema político catalán está bloqueado. Agotada por incompetencia y
corrupción la política de la izquierda, convertido el president Montilla
en un cabo del servicio de bomberos que ha de dar y pedir disculpas
cada vez que sale a apagar un fuego, ¿alguien se imagina, desde la
izquierda, quién podría votar a cualquiera de esos genios apalancados en
sus respectivas poltronas? Se quebró la esperanza, porque no hay
alternativa.
Contemplar a Montilla haciendo de Bossi y planteando que
los problemas acuciantes de Catalunya se concentran en ese Estatut que
aprobó una población minoritaria, casi ínfima, de la sociedad catalana. Y
luego replicar, como en una abjuración, que nuestros dineros se van al
sur, como si el sur no fuera él y no fuéramos todos. Eso es la Liga
Norte. La política convertida en una reivindicación territorial y no
ciudadana.
¿Hay algo más patético que asistir a los esfuerzos de Joan
Saura por demostrar que es tan buen policía como buen nacionalista? ¿Qué
están haciendo estos caballeros con el presupuesto? Ni un solo
ciudadano de Catalunya negaría su apoyo a una financiación más amplia si
de verdad se tratara de necesidades reales y no del casino político que
el tripartito se ha montado.
¡Qué momento estelar el del president Montilla jaleado por sus
adversarios para que se enfrente a Madrid! ¡Empuja, valiente, que te vas
a ganar la categoría de molt honorable y nos olvidaremos por un rato de
tu acento y tu pronunciación! La incompetencia de la izquierda oficial
ha conseguido bloquear el sistema político catalán. No hay alternativa.
Ocurrió con el Estatut. ¿Qué importa que a la inmensa mayoría le
interese un comino, si para la clase política y sus asesores es la
garantía de su egregia supervivencia? Luego van y se sorprenden del
desprecio de la gente a su rastrera función. Ahora lo llaman
desafección. Seguro que alguien cobró por el hallazgo."
(Gregorio Morán, La Vanguardia, 24/05/08; en Revista de prensa, 24/05/18)
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