12/7/19

“El nacionalismo quiere la independencia para dejar de redistribuir”

"Josu de Miguel es profesor de Derecho Constitucional y columnista en las páginas de The Objective y Crónica Global. Además, ha escrito junto a Javier Tajadura el celebrado ensayo Kelsen versus Schmitt. Política y derecho en la crisis del constitucionalismo (Guillermo Escolar).  (...)

Por su parte, la portavoz del Govern, Meritxell Budó, ha reivindicado que Cataluña es un “ente político y nacional” anterior a la Constitución. Se basa en que en 1892 se aprobaron las “Bases de Manresa”, un proyecto de constitución catalana. ¿Está Budó en lo cierto?

El argumento de Budó es puramente historicista. Nadie niega que desde finales del siglo XIX en el País Vasco y en Cataluña se ha ido desplegando una conciencia nacional. Sin embargo, en este plano yo soy puramente primordialista: es nación aquella comunidad política que ha alcanzado tal madurez que se ha convertido en Estado. 

Desde este punto de vista, antes de la Constitución española de 1978 solo había nación española políticamente hablando, que es la que hace uso del poder constituyente a través de la soberanía.

Tanto Podemos como los comunes siguen defendiendo el derecho de autodeterminación como vía para solventar el conflicto en Cataluña. ¿Es este derecho legítimo en una democracia?

Como ya vio Tocqueville, la democracia es una tradición filosófica que tiene como objetivo fundamental igualar las sociedades mediante la participación ciudadana. En un país donde tal objetivo está garantizado constitucional y estatutariamente, el principio de autodeterminación ya está presente y opera, con más o menos fortuna, en la sociedad española, vasca y catalana. 

Sin embargo, reivindicar la autodeterminación como procedimiento para elevar a categoría absoluta un derecho a la diferencia, solo muestra la avería ideológica de los diversos proyectos políticos de la izquierda española. La derecha nacionalista lo tiene más claro: “Nos queremos independizar para dejar de redistribuir”.

¿Y qué opinión le merece la apuesta de la nueva izquierda por una “España plurinacional”? ¿Es un proyecto deseable?

El artículo segundo de la Constitución ya establece una España plurinacional: una nación española civilizatoria que se enriquece con el “eros” de las nacionalidades y regiones. Sin embargo, la “España plurinacional” que solemos escuchar no tiene nada que ver con esta interpretación: se trata de que se pueda ser español de muchas maneras, pero vasco o catalán de una sola.

Lógicamente, esta propuesta implica, en lo relativo a su institucionalización, pasar del plano federal en el que trata de moverse el Estado autonómico, al plano confederal, históricamente superado. Por ello lo considero poco deseable.  (...)

El separatismo sigue negando que exista una fractura social en Cataluña. ¿Cuál es su experiencia al respecto? ¿Hay o no fractura?

Claro que existe fractura. Lo que ocurre es que, como nos enseñó Erving Goffman hace mucho tiempo, las personas tenemos estrategias para hacer viable nuestra existencia cotidiana. Lo que han hecho los catalanes que navegan entre el independentismo y el unionismo es dejar de hablar del tema, como hicimos en el País Vasco cuando existía ETA. En la Universidad, al principio, se debatía y se discutía entre profesores a nivel académico y personal sobre el procés

Desde hace unos años, como consecuencia del cansancio y de la carga emocional del tema, se aparta el asunto, se charla sobre cuestiones banales y se hace un esfuerzo encomiable por tener una vida civilizada entre compañeros. Cuando alguien quiere hablar del procés busca a los amigos que le dan la razón y así no hay problemas. No creo que haya un ejemplo más claro de fracaso colectivo de una sociedad democrática."                         (Óscar Benítez, El Catalán.es, 11/07/19)

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