12/7/19

Director de e-notícies: Una de las consecuencias del proceso ha sido, paradójicamente, la españolización de Catalunya.

"Recuerdo que hace años me invitaron a una tertulia de la Cope con Oriol Pujol y el entonces secretario general de CDC dijo, fuera de micrófono, que podíamos acabar como Murcia. Supongo que se refería a ser una comunidad autónoma más. Murcia, como se sabe, es una comunidad uniprovincial. Y su padre, Jordi Pujol, cuando hizo un giro ideológico y se apuntó al proceso lo justificó con un libro titulado “Residuales o independientes” (2011). Venía a decir que si no nos convertíamos en un estado independiente era "el final de Catalunya como nación". Por lo tanto, añadía, "la alternativa ya sólo podía ser la independencia" (1). 

Bueno, pues ya ven.

ERC y JxCat se han peleado ahora -sin que la sangre llegara al río- por la Diputación de Barcelona.
Las diputaciones eran vistas como una administración foránea porque consagraban, de hecho, la división provincial. Lo nuestro eran las vegueries. El propio Jordi Pujol, lo primero que hizo tras llegar a la Generalitat en 1980, fue intentar suprimirlas aunque luego lo tumbó el Tribunal Constitucional. Ni que decir que la idea de suprimir las diputaciones -sobre todo la de Barcelona- fue abandonada en cuanto mandaron ellos.

Sólo la de Barcelona gestiona un presupuesto cercano a los 1.000 millones y supone la designación de unos más de 80 cargos de confianza. En efecto, CiU llegó a mandar sobre las cuatro diputaciones -en solitario o con ERC- tras sus excelentes resultados en las municipales del 2011. Que lejos quedan aquellos tiempos. A nadie se le ocurrió entonces no sólo suprimirlas sino ni siquiera vaciarlas de contenido o como mínimo adelgazarlas.

Ahora, la supresión de las diputaciones ya no está en la agenda política. Eso sí tenemos seis administraciones: Unión Europea, Estado, Generalitat, Diputaciones, consejos comarcales y ayuntamientos. Todos cobran.

Voy a poner otro ejemplo de la españolización que tanto temían los indepes: Colau ha invitado a la exalcladesa de Madrid, Manuela Carmena, a hacer este año de pregonera. Me ha sorprendido que no ha habido la más mínima protesta. Ni siquiera de Esquerra.

Ya nadie se acuerda que, en el 2006, el entonces alcade de Barcelona, Joan Clos, invitó a la escritora Elvira Lindo a hacer el pregón de la Mercè. Lógicamente la escritora -nacida en Cádiz en 1962- lo hizo en castellano. No se pueden imaginar el pollo que se montó antes y después. El republicano Jordi Portabella, entonces teniente de alcalde, boicoteó el acto. Carod criticó los “criterios provincianos” del ayuntamiento y el propio Portabella dijo que Barcelona tenía que ejercer “sin complejos de capital del catalán”. Jordi Hereu, sucesor de Clos, tuvo que esmerarse en defender la conocida autora del personaje Manolito Gafotas.

Y un último episodio: el primer diputado al Parlament en utilizar el castellano fue el popular Julio Ariza a mediados de los 90. Con el tiempo, Ariza fundaría Intereconomía. Cuando lo hizo fue casi un sacrilegio y muchos diputados de CiU salieron del hemiciclo. Ahora, utilizar en castellano -lo hacen con frecuencia Ciudadanos y PP- en la cámara catalana es lo más normal del mundo. Al menos nadie se levanta en señal de protesta. Es más -excepto Meritxell Budó- hasta los de la CUP contestan en castellano en las ruedas de prensa sin problemas.

Yo todavía había asistido a alguna comparecencia -no necesariamente de la CUP- en la que cuando un periodista pedía una pregunta en castellano el compareciente decía que pusieran subtítulos.
Pero la prueba definitiva es que ahora los catalanes que también se sienten españoles ya no lo ocultan e incluso es normal ver banderas españolas colgadas en los balcones como forma de reivindicación frente a las esteladas.

Antes era excepcional y sólo ocurría cuando la Selección Española de futbol ganó la medalla de oro en Barcelona 92 -creo que con Guardiola de capitán- o España vencía en el mundial de Sudáfrica (2010) gracias a un gol de Iniesta.

Lo dicho: el proceso ha provocado un efecto contrario al deseado en amplias capas de la población."     (Xavier Rius, director de e-notícies, 11/07/19)                      

 En cierta manera ha sacado, en Catalunya, el patriotismo español del armario.

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