"Yo, la verdad, siempre me he resistido a creer que el proceso tuviera raíces carlistas.
Quizá porque soy agnóstico y tampoco creo en conspiraciones. Incluso a pesar de que Catalunya padeció tres guerras carlistas –y por lo tanto civiles- durante el siglo XIX. O la opinión de dos reputados expertos como Joan Coscubiela y Josep Antoni Duran i Lleida.
El primero habla en su libro de “una especie de
neocarlismo, como respuesta a los temores y a la inseguridad generada
por un futuro incierto” (1). El segundo admite sin ambages que “el independentismo
vive en buena medida del y para el medio rural, vive en un carlismo
actualizado a los parámetros de los tiempos modernos, pero carlismo al
fin y al cabo” (2).
Quizá la opinión de Duran tiene más mérito puesto que
militó más de treinta años en un partido demócrata-cristiano. De cosas
de religión debe entender un rato. Porque lo que pasó en Santa Coloma de Farners no es normal.
Primero por las formas.
El presidente de la Generalitat impidiendo in
extremis un pacto con el PSC, la alcaldable socialista rompiendo a
llorar, la de JxCat quejándose amargamente en TV3. No me digan que no es puro carlismo. Como aquellos caciques que ordenaban a su antojo. Això va de democràcia, proclamaban a los cuatro vientos.
Y luego por el localismo. Porque cuando por la mañana
dijo vía twitter que todavía quedaban unas horas "para cambiar pactos"
... ¡Lo decía por su pueblo!. Santa Coloma de Farners debía continuar impoluta, no
podía quedar manchada con un pacto con los del “bloque del 155”, las
“bestias con forma humana”. ¡Los socialistas están contaminados!.
Por eso, al final será verdad de que el proceso tiene
una base foralista. De hecho, Marta Rovira y Marta Pascal son de Vic.
También Carles Mundó. Y Carme Forcadell es de Xerta, no lejos del Maestrazgo, donde Ramón Cabrera -apodado precisamente lo Tigre del Maestrat- campó a sus anchas. El hombre tuvo vista y acabó casándose con una rica viuda inglesa.
Si me apuran hasta hay un factor religioso. No sólo
porque anunciaron la tierra prometida (Ítaca), siguieron a un mesías
(Puigdemont) y creen en la penitencia ("lo volveremos a hacer") sino
porque han empezado también a adorar reliquias. Fui consicente de ello el día que vi a la alcaldesa
de Girona, Marta Madrenas; y al presidente de la Diputación, Pere Vila,
homenajear en la Diada del año pasado el faristol en el que Puigdemont
hizo su último discurso antes de salir por patas.
A Vila lo había conocido en el Parlament y me
pareció, hasta la fecha, persona juiciosa y con los pies en el suelo. La
última vez que nos vimos -él ya no era diputado- hasta me saludó muy
amablemente cosa que no hacen otros.
Pero el proceso, como el alcohol, se nos ha subido a la cabeza. Eso sí: a unos más que otros. Y a resaca será terrible." (Xavier Rius, director de e-notícies, 24/06/19)
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