"El pasado sábado TV3 emitió el polémico reportaje Llenguaferits en su espacio de documentales 30 minuts. La tesis no dejaba lugar a dudas: el catalán está en grave peligro y a repetir machaconamente este mensaje se dedicaron los diferentes entrevistados. Se trataba de crear alarma sobre una supuesta decadencia del catalán y advertir de los supuestos riesgos que lo acechan. (...)
Y es que el contenido era tan burdo, la alarma tan infundada y contraria a lo que cada uno de nosotros experimentamos en nuestra vida diaria,
con afirmaciones tan extravagantes como que “Netflix es un peligro
mayor para el catalán de lo que fue el franquismo”, todo tan simplista y
tan precipitado que uno no puede más que concluir que es un reportaje
reactivo. Existe un peligro, efectivamente, pero no es un peligro que
aceche a la lengua catalana. Lo que en realidad se percibe en riesgo es
la política lingüística de la Generalitat.
Llenguaferits refleja nervios y miedo a la cada vez más amplia y documentada oposición
a la política lingüística de la Generalitat. De esta percepción de
riesgo viene la necesidad de lanzar un mensaje contundente: el catalán
puede morir, debemos seguir haciendo lo que hacemos y más aún si es
posible.
Es una exhortación a cerrar filas, por el lado
sentimental, como es habitual. Se debe proteger la lengua de los
peligros de este mundo, el más nefasto de ellos, la persistente
costumbre de muchos catalanes de seguir hablando en español. Todo por la
lengua y todo por la política lingüística que realizamos. No podemos
permitirnos cambiar una coma, como quieren algunos unionistas, porque si no, el catalán se nos muere. Sin embargo, lo hicieron tan mal que dudo que el mensaje cale entre sus destinarios.
La emisión del reportaje trajo, sin embargo, una novedad que es sin
duda muy bienvenida. Algunos usuarios de las redes sociales cuestionaron
no solo el contenido del reportaje, sino la también la posición de la Generalitat en relación al catalán. (...)
Las élites independentistas actúan como si el catalán fuera de su
propiedad, escribían otros. ¿Quiénes son ellos para arrogarse el
monopolio sentimental de la lengua catalana?
Es esta una crítica nueva que ha emergido a partir del reportaje y
que es clave: cuestionar la posición de “propietario” del catalán en la
que se situan los independentistas. Ellos se han arrogado, ya desde los
inicios del pujolismo, el monopolio sobre la lengua. Si lo analizamos en detalle, vemos que este monopolio se despliega en tres dimensiones:
- El monopolio legislativo: aparte del artículo 3 de la Constitución, no disponemos de una Ley de Lenguas Oficiales estatal; hay legislación lingüística estatal, pero dispersa e insuficiente mientras que, por el lado autonómico, hay cientos de miles --literalmente-- de páginas de normativa lingüística.
- El monopolio discursivo: no hay otro relato de prestigio sobre las lenguas de España que el nacionalista. Es el relato hegemónico, con una fuerte capacidad para formar marcos mentales. Sin embargo, como vemos con el fallido Llenguaferits, esta capacidad empieza a mermar. El Catalán Está En Peligro no tiene aspecto de prosperar.
- El monopolio sentimental: el relato según el cual nadie como los nacionalistas para amar el catalán y hacerlo progresar; nadie como ellos ha sufrido y hecho por la lengua; solo ellos pueden decidir cómo debe promocionarse el catalán.
Tres monopolios muy potentes y que explican en gran parte la difícil
situación en la que nos encontramos en Cataluña en el campo lingüístico.
Hay que decir claramente que las lenguas no tienen “propietario”.
Si algo, las lenguas son de sus hablantes y de todos aquellos que,
legítima y voluntariamente, se interesan por ellas. En sí mismas las
lenguas están desprovistas de ideología. La vinculación entre el catalán
(o el euskera o el gallego) y el nacionalismo es una vinculación que interesa a los nacionalistas porque a partir de ella se pueden erigir en los dueños de las lenguas. El catalán es nuestro, nos dicen.
Es muy importante continuar cuestionando este monopolio de la lengua
por parte de las élites nacionalistas y sus expertos lingüísticos. El
catalán nos pertenece a todos y todos tenemos derecho a usarlo de la
mejor manera que consideremos. Y no todos tenemos que hacer lo mismo,
unos lo usarán más, otros menos, unos en ciertos contextos, otros
siempre, otros poco.
El català, cosa de tots decía el primer slogan lingüístico de la democracia. Este es el camino. El catalán es de todos, en pluralidad y con respeto a los derechos lingüísticos de todos. Por eso decimos: No a la apropiación nacionalista del catalán.
Llenguaferits puede sin duda analizarse desde otros ángulos. Por ejemplo, apunta también a un repliegue identitario causado
por la frustración de una República que no llega y está plegada de
obstáculos. Sin embargo, es un hecho que las lenguas, afortunadamente,
han perdido el aura de sacralidad que tenían antes del procés. La mitad de la población ya no cree a los independentistas tampoco en el tema lingüístico.
Para que la Generalitat pueda mantener lo que hay, se necesita cerrar
filas. Quienes se sienten en falso son, en realidad, ellos mismos." (Mercè Vilarrubias, Crónica global, 04/07/19)
"(...) Lo acaba de recordar Rosa Cullell en un artículo titulado "Mi patria son dos lenguas" ('El País', publicado el 1 de julio pasado).
La articulista constata que “ha pasado el tiempo y la inmersión lingüística de nuestros hijos y nietos es absoluta”, en una comunidad en la que la lengua materna del 52% de la población es el castellano y del 32%, el catalán. Una 'normalización' que permite que el 99% de los catalanes entienda el castellano y el 96,4% lo hable “sin ningún problema”.
El bilingüismo sigue creciendo sin obstáculos salvo los que crean los nuevos “inquisidores” que Cullell denuncia como tales. En este sentido, son muy interesante los datos sobre consumo de productos culturales que ha proporcionado el Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat: los catalanes prefieren leer libros en castellano (45% frente a 27%), ver cine en ese idioma (46,8% frente a un 15%, siendo del 18% los que optan por la versión original) y acudir al teatro (34,8% en castellano frente al 28,3%). Los porcentajes de indiferentes son también altos.
Hay que estar alerta porque se están generando artificiosamente las condiciones para un renovado malestar, un nuevo agravio —la supuesta postergación del idioma catalán— que pretende visualizarse mediante la negación del castellano, un despropósito alimentado por victimizaciones según las cuales “el catalán está perdiendo en los recreos de los colegiales”, una especie que ha lanzado TV3 en un controvertido reportaje el pasado 30 de junio titulado 'Llenguasferits'.
Se fragua así una especie de segunda parte del 'procés' que ya no se articularía mediante leyes de desconexión ni excentricidades políticas sino a través de un abierto enfrentamiento lingüístico. (...)
Como escribió ayer en 'El Periódico' Carles Francino, hemos pasado de “¡habla castellano, coño!” al “¡parla en catalá, collons!”, de tal manera que “solo cambian los órganos genitales pero el cerebro y el talante son los mismo. Idiotas y sectarios”. Eso." (José Antonio Zarzalejos, El Confidencial, 09/07/19)
"(...) Lo acaba de recordar Rosa Cullell en un artículo titulado "Mi patria son dos lenguas" ('El País', publicado el 1 de julio pasado).
La articulista constata que “ha pasado el tiempo y la inmersión lingüística de nuestros hijos y nietos es absoluta”, en una comunidad en la que la lengua materna del 52% de la población es el castellano y del 32%, el catalán. Una 'normalización' que permite que el 99% de los catalanes entienda el castellano y el 96,4% lo hable “sin ningún problema”.
El bilingüismo sigue creciendo sin obstáculos salvo los que crean los nuevos “inquisidores” que Cullell denuncia como tales. En este sentido, son muy interesante los datos sobre consumo de productos culturales que ha proporcionado el Centro de Estudios de Opinión de la Generalitat: los catalanes prefieren leer libros en castellano (45% frente a 27%), ver cine en ese idioma (46,8% frente a un 15%, siendo del 18% los que optan por la versión original) y acudir al teatro (34,8% en castellano frente al 28,3%). Los porcentajes de indiferentes son también altos.
Hay que estar alerta porque se están generando artificiosamente las condiciones para un renovado malestar, un nuevo agravio —la supuesta postergación del idioma catalán— que pretende visualizarse mediante la negación del castellano, un despropósito alimentado por victimizaciones según las cuales “el catalán está perdiendo en los recreos de los colegiales”, una especie que ha lanzado TV3 en un controvertido reportaje el pasado 30 de junio titulado 'Llenguasferits'.
Se fragua así una especie de segunda parte del 'procés' que ya no se articularía mediante leyes de desconexión ni excentricidades políticas sino a través de un abierto enfrentamiento lingüístico. (...)
Como escribió ayer en 'El Periódico' Carles Francino, hemos pasado de “¡habla castellano, coño!” al “¡parla en catalá, collons!”, de tal manera que “solo cambian los órganos genitales pero el cerebro y el talante son los mismo. Idiotas y sectarios”. Eso." (José Antonio Zarzalejos, El Confidencial, 09/07/19)
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