"En Catalunya, las elecciones generales del pasado 28
de abril estaban determinadas por cuatro factores. En primer lugar, por
comprobar quién se alzaba con la primera posición en el país y si se
producía un crecimiento del independentismo.
En segundo término, por la
pugna entre ERC y Junts per Catalunya (JxCat) por la hegemonía del
espacio independentista.
En tercer lugar por la batalla entre PSC y los
Comunes por la mayoría en el ámbito de la izquierda.
Finalmente, por la
correlación de fuerzas en la derecha españolista. Unas resultados
avalados por una elevada participación (77,58%) que resulta un factor de
legitimación de los comicios.
Respecto a la primera cuestión, ERC con un millón de
votos (24,59%) se alzó como primera fuerza política del país por el
estrecho margen de 57 mil votos (1,3%) frente al PSC, lo cual expresa
una gran igualdad entre ambas formaciones. Territorialmente, ERC se
impuso en las comarcas de la Catalunya interior, que habían sido el
vivero electoral de la Convergència pujolista y en los distritos de las
ciudades habitados por las clases medias y altas. PSC ganó en las áreas
metropolitanas de Barcelona y Tarragona.
El llamado cinturón rojo, que
se pintó de lila con la victoria de los Comunes en las dos anteriores
generales (2015 y 2016), y de naranja con el triunfo de Cs en los
últimos comicios al Parlament de Catalunya (2017), ahora ha vuelto a su
color original.
En este sentido, resultan muy significativos los
resultados en la ciudad de Barcelona, donde se impuso ERC por la mínima
de 2.733 votos al PSC, y que aparece partida en dos; en los distritos
donde residen las clases medias y altas gana ERC y en los barrios
obreros PSC. (...)
Otro aspecto a destacar es el aumento o descenso del apoyo a las fuerzas
independentistas. Respecto a las anteriores generales del 2016 han
aumentado un 7,39% los sufragios a los partidos secesionistas, pero han
descendido un 8% respecto a los comicios al Parlament de Catalunya del
2017. En términos absolutos, con un nivel similar de participación, las
formaciones independentistas han obtenido ahora 1,6 millones de votos y
en las últimas autonómicas 2 millones de votos. Estas cifras indican que
los apoyos al independentismo están estancados, no bajan pero tampoco
suben.
Ahora bien, lo más relevante dentro del espacio
independentista es que ya parece irreversible el relevo, largamente
esperado, en la hegemonía del movimiento secesionista a favor de ERC
que, con un millón de votos, duplica los apoyos a JxCat, que no obstante
ha resistido mejor de lo esperado y solo ha perdido un escaño.
Relevos en la hegemonía a derecha e izquierda
En el espacio de la izquierda no independentista, la
federalista del PSC y la soberanista de los Comunes, también se ha
producido un relevo en la hegemonía. En los dos anteriores comicios
generales se impusieron los Comunes, en 2006 éstos obtuvieron el 24,5%
de los votos, frente al PSC que solo sumó el 16,12% de los sufragios.
Ahora la situación se ha invertido, los socialistas catalanes han
logrado el 23,2% de los votos y los Comunes el 14,8%.
Ello es debido a
la concentración del voto de la izquierda en el PSC-PSOE ante el temor
de un gobierno tripartito de la derecha en Madrid, pero también a que
los Comunes presentaron a un candidato declaradamente independentista,
Jaume Asens, cuando la mayoría de su base electoral no lo es. Este ha
sido un factor de gran importancia para que los Comunes pasasen de
primera a tercera posición.
En el ámbito de la derecha españolista, también se han
producido un relevo en la hegemonía. Cs se sitúa en primera posición
con el 11,5% de los votos, seguida de PP (4,85%) y Vox (3,6%). Aquí sí
que se ha producido el sorpasso de Cs con respecto al PP, uno de los
objetivos estratégicos de la formación naranja, pues en las generales
del 2016 el PP se situó en primera posición (13,3%), seguido por Cs
(10,9%) y Vox con solo 197 votos (0,01%).
El hundimiento del PP ha
provocado un retroceso de este espacio electoral, pues mientras que en
2016 estas tres formaciones sumaban el 24% de los sufragios, ahora han
descendido hasta el 19,9% de los votos. Además, Cs no ha logrado
incrementar apreciablemente sus apoyos electorales y solo ha
experimentado un pequeño crecimiento del 0,6% y ha obtenido 477 mil
votos, muy lejos de los 1,1 millones de votos que logró en las
autonómicas del 2017.
Síntomas de distensión
Así pues, se han producido tres relevos en la
hegemonía de los tres grandes espacios electorales del país. ERC ha
arrebatado la primera posición a JxCat en el ámbito del independentismo;
PSC a los Comunes en el espacio de la izquierda no independentista y Cs
ha hecho lo propio con el PP en el espectro de la derecha españolista.
No obstante, puede valorarse positivamente que en los
dos bloques en que se halla dividida la sociedad catalana desde el
arranque del proceso independentista se hayan impuesto los dos partidos,
ERC y PSC, que dentro de sus respectivos bloques se han mostrado más
favorables a tender puentes y emprender alguna suerte de diálogo, frente
a las posiciones más intransigentes representadas por JxCat y Cs.
Esto
indica que la mayoría de la ciudadanía catalana rechaza el incremento de
la crispación y el enfrentamiento sin concesiones que hubiera
significado una clara victoria de JxCat y Cs, partidarios desde
polaridades opuestas del choque político e identitario. En este sentido
resulta significativo que Front Republicà no haya obtenido
representación parlamentaria y que Vox haya logrado un único diputado,
frente a los tres escaños que le habían otorgado algunas encuestas.
De manera que se abre una tenue ventana de oportunidad
para reconducir la profunda división de la sociedad catalana en dos
bloques antagónicos. (...)" (Antonio Santamaría , ex-secretario general del PCE, El Viejo Topo, 04/05/19)
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