"La Assemblea Nacional Catalana ha creado una web para
boicotear a las empresas que no aplauden al secesionismo. Aumentará así
la división social. Distorsionará el mercado. Y acelerará el
empobrecimiento de la patria.
La campaña es simple: se pide a las empresas que se
inscriban en un registro de afectas; se induce a los “consumidores
estratégicos”, individuos o compañías, que pretenden cambiar de
proveedor, a que se apunten a otro registro, y se casan ambos registros.
Al final del proceso se hará pública la lista de empresas
ideológicamente afines.
La llamada al consumidor reza así: “Publicaremos la
información necesaria de cada empresa para que tomes tus propias
decisiones a la hora de seleccionar los proveedores de servicios que más
se ajusten a tus necesidades y a tu visión económica de la República
catalana”.
Parece una propuesta de discriminación positiva. Es
lo contrario. Bastardea al lazo amarillo. Quienes lo ostentan ejercen su
reconocida (en España) libertad de expresión. Luego están quienes los
manipulan, colocándolos en espacios oficiales, que deberían ser
neutrales, útiles para todos.
Y ahora se riza el rizo: al marcar con él
empresas, dizque voluntariamente, se marca al resto con la estrella
amarilla, artefacto que no se inventó en los años treinta: fue ya
obligada por el concilio de Letrán (1215) y bajo Jaume I el Conqueridor,
como documenta el genial pintor judaizante Bartolomé Bermejo en su
exposición del Prado.
Es así una discriminación negativa, una llamada al
boicoteo —disfrazado de “selección de proveedor”— contra quienes tengan
una diferente “visión económica de la República catalana”.
Lo más curioso de esta movida iliberal es que la
organización que la lanza la preside una exdecana de Ciencias Económicas
de la Universitat de Barcelona, Elisenda Paluzie. Todos los demás
economistas saben que las barreras al comercio, también las no
arancelarias, atentan contra el Mercado Interior, ralentizan la economía
y perjudican a los consumidores.
En esa atmósfera viscosa alivian actitudes como la
del campeonísimo motorista Marc Márquez. Se abstuvo el sábado de saludar
al respetable desde el balcón municipal de su ciudad, Cervera, porque
estaba repleto de pancartas políticas y lazos. Procuró no ofender a
nadie. “No mezclemos cosas, por favor”, explicó.
El lazo, en la solapa o
en la urna. No para atar a rivales o empresas ni para aprovecharse de
éxitos deportivos. Por favor." (Xavier Vidal-Folch, El País, 12/11/18)
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