"Hay que ser forofo para tragarse esta expansión de la
“industria de la desconexión”: las franquicias de la república, unos
chiringuitos hechos a la medida de amigos y conocidos cuya necesidad
nadie sabe explicar. ¿No basta con una administración –la Generalitat–
ya especialmente generosa en organismos ornamentales y con la reapertura
de embajadas en actos a los que ningún cargo local asiste?
Ayer fue presentado en Palau el Consell per la República,
¡un organismo privado!, ¡sin un euro de financiación pública! Un
milagro bíblico.
La semana pasada asistimos a la creación del –contengan
el aliento– Consell Assessor per a l’impuls del Fòrum Cívic i Social per
al Debat Constituent, cuyo responsable es Lluís Llach, al que uno
suponía escamado después de haber prometido –y amenazado– tanto y
materializado tan poco.
A principios de octubre, la Generalitat nombró a un
exdirigente de la CUP responsable de la singular Oficina de Drets Cívics
i Polítics, llamada sin duda a darse de bofetadas con la bien dotada
Sindicatura de Greuges.
Y, nostalgias del verano, cabe recordar la creación en
junio del Comissionat per al Desplegament de l’Autogovern, otro
organismo cuyo objetivo –cito textual– es “evaluar el impacto real de la
aplicación del artículo 155”.. ¿El impacto? Ninguno en los ingresos de
los centenares de cargos políticos que siguieron cobrando su nómina y
entre los que no hubo ni una sola dimisión en disconformidad con las
“fuerzas de ocupación”.
Desde la desaparición de la URSS, no se recuerda en
Europa semejante despliegue de organismos con nombres largos, farragosos
y burocráticos que sólo hacen que duplicar una administración
suficientemente estructurada. Si esta es la modernidad del siglo XXI en
lo que se refiere a eficacia en la gestión del dinero público y
simplificación y transparencia de la organización administrativa...
Naturalmente, son tiempos “excepcionales” y sin ganas de
bulla porque hay políticos catalanes en prisión –algo que nos disgusta a
muchos pero tampoco nos extraña– y políticos en el extranjero a quienes
para no caer en la irrelevancia a la que están condenados por el tiempo
–como sucedió en la transición con los exiliados históricos– se les
está regalando unos organismos que devalúan a la propia Generalitat y a
su presidente, Quim Torra, un hombre que se limita a repetir en todos
los actos que la realidad le irrita mucho y como le irrita esa realidad
ni existe ni la acepta.
Afortunadamente, las franquicias de la república no
dejan de ser una forma inocua de premiar a los fieles y buscarles un
entretenimiento que en algunos casos –asegura la Generalitat– se costea
con fondos privados. Lo cual es muy inquietante porque nadie da nada por
nada en esta vida.
¡Qué bien disimulamos la Catalunya de los emprendedores!" (Joaquín Luna, La Vanguardia, 30/10/18)
No hay comentarios:
Publicar un comentario