"Para algunos fue el punto de no retorno independentista.
Otros lo califican de “golpe posmoderno” o “tiranía de la mayoría”. Hay
quien habla de “momento excepcional” y de “días históricos”.
Las sesiones parlamentarias del 6 y 7 de septiembre de 2017 dieron lugar a la aprobación de las leyes del referéndum de autodeterminación
y de transitoriedad jurídica de la república catalana. Un año después,
juristas, diputados, politólogos y escritores recuerdan para Crónica Global cómo vivieron aquellas intensas jornadas, que precedieron al 1-O, a la aprobación de la declaración unilateral de independencia (DUI) y la aplicación del artículo 155 de la Constitución. (...)
Para Ferran Pedret, diputado del PSC, “resulta difícil resumir lo ocurrido (...)
La aprobación de dichos textos, suponía “el intento de derogar en la
práctica la vigencia del Estatut y de la Constitución y su sustitución
por una legislación de excepción (...)
atropellando los derechos de las minorías
parlamentarias y, con ellos, los de la ciudadanía a la que
representaban, que en este caso, además, ésta superaba en número a la
ciudadanía representada por la mayoría parlamentaria”.
El socialista asegura que los independentistas
“eran conscientes de ello. De ahí su incomodidad y su intento
permanente de minimizar la gravedad de los hechos y su significación
política, reduciéndolo a una exageración de la oposición por meros
tecnicismos”.
Pedret recuerda que los independentistas intentaron
justificarlo posteriormente incluso “con la divulgación de falsedades
como un supuesto aval del Tribunal Constitucional (TC) a lo acaecido,
por una decisión respecto a la reforma del Reglamento del Parlament que
nada tiene que ver con el mecanismo del que abusaron para forzar la
aprobación exprés de sus textos”. (...)
Por el contrario, el presidente de PDeCAT, David Bonvehí,
recuerda aquellos días --entonces era diputado por Junts pel Sí-- como
“un momento excepcional, en el que quisimos impulsar las leyes que
preparaban la convocatoria del referéndum. Y todavía confiábamos que el
Estado español sería capaz de responder a un reto democrático, en tanto
en cuanto había una mayoría parlamentaria, reflejo de una mayoría social
en Cataluña que quería y quiere el referéndum”.
“Pensábamos --insiste Bonvehí—en que el Estado reaccionaría conforme lo habían hecho otros estados occidentales, sin ir más lejos, en Reino Unido con Escocia”.
Según Bonvehí, “desde PDeCAT somos conscientes que hay cosas que no han tenido la efectividad buscada,
en concreto la Ley de Transitoriedad. Eso es una obviedad. Aunque no
todo es imputable al independentismo, hace falta repensar la estrategia
porque a la siguiente oportunidad podamos salir adelante
definitivamente.
A pesar de que la oposición nos acusó de haber
vulnerado sus derechos, el TC avaló la reforma del Parlament que
permitió aprobar por la vía urgente las leyes de desconexión de aquel
pleno”.
El exletrado del Parlamento de Cataluña y profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Pompeu Fabra, Francesc Pau Vall,
asistió a la tramitación de las leyes durante esas dos jornadas, que
califica de "extrañas" pues "se iban a aprobar por el Pleno unas leyes
manifiestamente inconstitucionales. En este sentido la Ley de
Transitoriedad indicaba que era la ley suprema de Cataluña, lo que
vulneraba claramente la Constitución y su principio de jerarquía
normativa, entre otros principios". (...)
Desde la perspectiva jurídica ninguna ley puede contravenir a la Constitución,
porque en caso contrario sería un caos normativo. Ello es así en todos
los países democráticos, como los de nuestro entorno.
Ningún parlamento
es soberano, sino que está sometido a la Constitución y en nuestro caso
al Estatut. Los parlamentos expresan la voluntad de la mayoría
parlamentaria, que puede variar en cada legislatura.
Si cada Parlamento
pudiese aprobar las leyes que quisiera en función de la mayoría que
hubiese en cada momento, en cada legislatura podría haber cambios
sustanciales: en una legislatura se instauraría una república
independiente y en la siguiente se podría restaurar la monarquía; en una
crear un derecho fundamental y en la siguiente suprimirlo. Por eso para
modificar la Constitución se precisan mayorías muy amplias". (...)
El exportavoz parlamentario de Catalunya Sí Que Es Pot, Joan Coscubiela, explicó su experiencia en el libro Empantanados
(Ediciones Península), tan aplaudido como su discurso en aquellas
sesiones, que puso en pie a diputados de PSC, PP y Cs.
“Creo que ofrecí
mi voz a mucha gente que pensaba que aquello era un atropello”, explica a
este diario. Considera que es importante analizar esos días “no para
pasar cuentas con quienes quisieron imponer la ruptura, sino con la
finalidad de construir una salida sin vencedores, ni vencidos. Y evitar
que la situación se cronifique más todavía”. (...)
No obstante, ve un importante “componente de ficción en aquellos días, como demostró la ley de transitoriedad”.
Es precisamente esta ley la que el catedrático de Derecho Constitucional de la Universitat de Barcelona (UB), Xavier Arbós,
considera como “más alucinante” porque “contenía un abuso de la
intervención en el poder judicial que dejaba pequeño lo que se puede
criticar del poder judicial español”.
De aquellas jornadas del 6 y 7 de
septiembre “recuerdo muchos sentimientos, pero ninguno positivo. Pero
sobre todo, estupefacción por la ruptura de las reglas del juego. Me
sentí desolado por la forma en que se aprobaron las leyes de ruptura,
pero también por su contenido”.
Como ciudadano, Arbós compara lo ocurrido con “un
autobús que no yo no conduzco y que se dirige contra una pared imposible
de traspasar. Sentí tristeza al ver que el final de una Cataluña que yo
vi construir tras la muerte de Franco, con sus imperfecciones, pero
integradora”.
El diputado de Ciudadanos, José María Espejo-Saavedra,
era vicepresidente segundo de la Mesa del Parlament durante los días 6 y
7 de septiembre, cargo que repite en esta legislatura. Recuerda las
intensas sesiones nocturnas que precedieron a la aprobación de las leyes
de desconexión.
Teme que vuelva a repetirse una situación similar
porque “Puigdemont y Torra defiende lo ocurrido aquellos días. Por
tanto, el riesgo existe. De hecho, ya han votado mociones contrarias a
las sentencias del TC. Las cosas están igual o peor.”. (...)
“Yo, personalmente, viví esos días con perplejidad y tristeza, incluso con miedo de ver lo que estaba sucediendo,
pues se estaban saltando la Constitución y la ley a sabiendas, y ante
todas las televisiones. Fue muy impactante. Este licenciado en Derecho
califica de “locura” esas sesiones nocturnas de la Mesa y la aprobación
“de a ley de transitoriedad a altas horas de la madrugada”.
El profesor titular de Derecho Constitucional en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) Joan Marcet,
miembro del Consejo Académico del CEVIPOF-SciencesPo-Paris y exdiputado
del PSC en el Congreso, afirma que los días 6 y 7 de septiembre fueron
“el gran detonante de lo que sucedió después.
Lo que vivimos ahora es el
reflejo de los que se gestó allí. Se forzó el reglamento para aprobar
dos leyes que vulneraban todo criterio de racionalidad democrática y
parlamentaria”. Menciona, como ejemplo de ese “mal uso del Parlament”
por parte de los partidos independentistas (...)
Este profesor universitario recuerda otros “episodios de asalto al
Parlament”, como el que tuvo lugar en los ochenta “con motivo del caso
Banca Catalana, cuando las juventudes nacionalistas lideraron la
persecución de líderes del PSC”. Marcet confía en que no se vuelvan a
repetir situaciones como las del 6 y 7 de septiembre y, de momento, “veo excesos verbales y gestuales a un lado y a otro. (...)
“Nadie quiere otro 155”, concluye.
Para el diputado y secretario general del PPC, Santi Rodríguez,
“es necesario recordar, que no celebrar, los días 6 y 7 de septiembre
porque los independentistas no lo van a hacer. Ellos recordarán el
referéndum del 1 de octubre”. Según el popular, “vivimos con mucha
intensidad esos días. Lo veíamos venir porque se habilitó la segunda
quincena de agosto en el Parlament para aprobar esas leyes, pero los
atentados yihadistas del 17A obligaron a la entonces presidenta Carme
Forcadell a desistir. Los independentistas pretendían calentar la Diada del 11 de septiembre”.
Rodríguez recuerda la “impotencia sentida al ver que hacían lo que les daba la gana bajo la consigna de la propia Forcadell La democracia está por encima de las leyes o El Parlament es soberano.
Pero no lo es porque no se puede decidir cualquier cosa. Si no ¿para
qué tenemos un reglamento?”. Aquello fue el inicio de los
acontecimientos de octubre. Creo que salieron escaldados y ahora saben que el camino emprendido no conduce a nada”. (...)
Según la doctora en Derecho y profesora lectora de Derecho Constitucional de la Universitat de Barcelona, Argelia Queralt,
“hace un año asistimos a uno de los momentos más tristes de la política
catalana reciente. El Parlament desoía a los representantes de la mitad
de Cataluña y aprobaba dos leyes que suponían la ruptura con el
ordenamiento jurídico constitucional”.
Aquel momento, según la directora editorial de Agenda Pública
, “fue sin duda, el punto de no retorno en que colocó el
independentismo institucional a toda la sociedad de Cataluña y así
mismo. La aprobación de aquellas leyes, más allá de las consecuencias
judiciales que están teniendo para la presidenta del Parlament, Carme
Forcadell, y los miembros independentistas de la Mesa, colocaron a la sociedad catalana fuera de la legalidad vigente: ni la constitucional (incluida la catalana) ni la internacional daban cobertura aquellas leyes”.
Además, añade Argelia Queralt,
se generaron “una serie de expectativas en una parte de la ciudadanía
que no podrían cumplirse, esencialmente la DUI y que como han reconocido
algunos de sus impulsores, era un farol. Dejó a los políticos
independentistas sin armas políticas con las que seguir presionando al
Gobierno de Mariano Rajoy”.
A partir de aquel momento, la política
independentista “se ha tenido que ir reinventando sin cesar, forzando
hasta lo indecible el ordenamiento jurídico y provocando una ruptura
social que tardaremos décadas en recuperar.
Sí, el
Gobierno y algunos poderes del Estado no gestionaron de la mejor forma
posible el conflicto político con y en Cataluña, pero nada justifica la
unilateralidad y la escalada de tensión en la que vivimos”.
El doctor en Ciencia Política por la Universidad Autònoma de Barcelona y licenciado en Ciencias de la Información, Gabriel Colomé, analizó las causas de la convulsa situación catalana en el libro La Cataluña Insurgente
(Ediciones Carena).
“Mi sensación fue de profunda tristeza y desolación
al comprobar cómo se cumplía la predicción de Alexis de Tocqueville: la
tiranía de la mayoría”, afirma Colomé, creador del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de la Generalitat, organismo que dirigió entre 2005 y 2011.
“Una tiranía –añade– que no cumplió con los mínimos democráticos de respeto a la oposición”. Gabriel Colomé cree que esa jornadas “insurreccionales” marcaron “el principio del fin del procesismo”.
Confiesa que contempló con “tristeza y desolación”
cómo “una mayoría parlamentaria, que no social, dinamitaba la
Constitución y el Estatut y se situaba fuera del Estado de Derecho”. (Mª Jesús Cañizares, Crónica Global, 03/09/18)
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