21/9/18

La característica del nacionalismo, a diferencia del patriotismo, es que necesita un enemigo. Sin un enemigo no puede existir... por eso en el nacionalismo la emoción más importante es el odio. Tienes que provocar odio y para eso tienes que convencer a la gente de que los otros son un peligro para ellos... Se puede crear un peligro imaginario... El miedo, un miedo que se puede sentir en toda Europa...

"(...) En España se hacen analogías frecuentemente con la situación de Cataluña y los Balcanes. ¿Le parecen pertinentes?

No estoy segura de que lo que está pasando en España ahora mismo se pueda comparar con lo que vivimos nosotros en Yugoslavia. Nosotros tenemos una historia de conflictos que ellos no tienen. No me atrevo a compararlo. Como ha dicho aquí el escritor croata Igor Stiks, lo importante es no crearse un enemigo. Si llega el momento en el que hay que separarse, hay que hacerlo como los checos y los eslovacos. Sin guerra, sin sangre, sin víctimas. 

Pero, claro, esto es lo mismo que pedirle a un matrimonio que intente no pelearse, compartir todo y resolver los problemas tranquilamente.

Son buenos consejos, pero, una vez que se ha desarrollado el nacionalismo, llegan tarde. 

La característica del nacionalismo, su definición, a diferencia del patriotismo, es que el nacionalismo necesita un enemigo. Sin un enemigo no puede existir. Es como un espejo: como yo soy mejor que tú, como mi país es mejor que el tuyo… Nosotros teníamos esa tradición, ese nacionalismo. Y eso sí que lo compararía con lo que pasa en España.

Usted ha hablado de que la fase previa de la guerra es la propaganda, preparar psicológicamente a un pueblo para llevarlo al conflicto.

Exactamente. No puedo estimar hasta qué punto ese nacionalismo funciona en España o hasta qué punto la gente se está volviendo nacionalista, pero en Croacia, tras cinco años de horrorosa propaganda, la gente acabó votando a un Gobierno proguerra. Y en el otro lado, en Serbia, pasó igual. 

No sé hasta qué punto están zakrvljeni (cuando dos pelean y hay sangre, ‘enzarzados’). La mayor dificultad con el nacionalismo es que creemos que somos seres racionales, pero el nacionalismo es política de emociones. Política populista. Tienen que provocar emociones, y en el nacionalismo la emoción más importante es el odio. 

Tienes que provocar odio y para eso tienes que convencer a la gente de que los otros son un peligro para ellos. Hace falta una base psicológica para llegar a un conflicto serio que no se puede crear en una noche, de un día para otro. Hacen falta años. En Bosnia lo lograron. Y si el odio ya está creado, difícil que haya algo como en Checoslovaquia.

Si el odio tiene una base histórica, es más fácil crearlo, pero también se puede crear sin antecedentes históricos. Se puede crear un peligro imaginario. Aquí, Cataluña pide la separación porque piensa que así probablemente tendrá más dinero y mejor vida, y España no le deja porque es un Estado que no se puede dividir. No me parece suficiente como para que surja una guerra.

En Yugoslavia hubo una crisis económica. En España desde 2008 también. Siempre es lo mismo.

Es común para todos, para los yugoslavos y para los españoles. El miedo, un miedo que se puede sentir en toda Europa. Miedo potenciado, primero, por la crisis. En Austria ya se decía que los inmigrantes iban a quitarles el trabajo antes de que se produjeran las llegadas masivas de refugiados. Cuando los refugiados eran de Serbia, Croacia y Bosnia también quisieron que dejase de entrar tanta gente en su país. 

Les iban a quitar el trabajo, siempre son argumentos banales: ¡Van a esquilmar el presupuesto en sanidad! ¡No habrá pensiones para todos! En Suecia están igual. También se habla de que las pensiones van a ser para «ellos». Todos los que llegan, además, están metidos en la categoría de musulmanes, da igual si creen o no. 

Y el prejuicio es que todos los musulmanes son terroristas y violadores. El inmigrante en Europa es un musulmán terrorista y violador. Y con estos mimbres se está construyendo una política populista.

Ya se comprobó en Alemania que en la raíz del nacionalismo y del fascismo estaba el miedo. Quienes más saben manejar las emociones y manipularlas son los políticos populistas. Irresponsables que prometerán y no cumplirán nada, pero jugarán muy bien la carta de las emociones. 

Este problema ahora es clave en Europa, se habla de que puede llegar incluso a disolver la unión. Europa del Este, Bulgaria, Rumanía, Hungría y Polonia dijeron que no querían refugiados. La pobre Merkel, que tampoco es tan pobre, los acogió y tuvo que pagarlo en las elecciones. Ahora tiene que pagar a los turcos para que los mantengan en su país y no los dejen pasar, situación de la que se aprovecha Erdogan

Puede hacer lo que quiera con la amenaza de que tiene cuatro millones de refugiados que puede mandar a Europa. Con todas las frustraciones que existen potencialmente en una sociedad, en una situación de miedo, si este pasa a la política no hace más que extenderse. Este otoño hay elecciones en Suecia y se teme que el partido de extrema derecha quede segundo.

¿Qué forma hay de evitar el odio cuando surge una crisis?

La única manera es que se hable abierta y seriamente de los problemas. Serbios y croatas, por ejemplo, no pueden hacerlo. Igual es que ha pasado poco tiempo desde la guerra, solo veinticinco años… pero ¿qué es eso comparado con la eternidad? [risas] Hace falta gente seria de un lado y del otro que sepa tratar asuntos complejos, pero se ha perdido la confianza en los políticos en un momento en el que es necesaria gente a la que le importe el bien común. ¿Existe alguno?

De las repúblicas que formaron Yugoslavia, todas excepto Eslovenia son ahora más pobres en comparación con la riqueza de la Unión Europea. ¿Estaríamos mejor unidos?

Nosotros todavía no hemos llegado ni a como estábamos en los ochenta, pero esta es una pregunta hipotética para la que no tengo respuesta.  (...)"                             (Slavenka Drakulić , El País, Jot Down)

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