"(...) En España se hacen analogías frecuentemente con la situación de Cataluña y los Balcanes. ¿Le parecen pertinentes?
No estoy
segura de que lo que está pasando en España ahora mismo se pueda
comparar con lo que vivimos nosotros en Yugoslavia. Nosotros tenemos una
historia de conflictos que ellos no tienen. No me atrevo a compararlo.
Como ha dicho aquí el escritor croata Igor Stiks, lo
importante es no crearse un enemigo. Si llega el momento en el que hay
que separarse, hay que hacerlo como los checos y los eslovacos. Sin
guerra, sin sangre, sin víctimas.
Pero, claro, esto es lo mismo que
pedirle a un matrimonio que intente no pelearse, compartir todo y
resolver los problemas tranquilamente.
Son
buenos consejos, pero, una vez que se ha desarrollado el nacionalismo,
llegan tarde.
La característica del nacionalismo, su definición, a
diferencia del patriotismo, es que el nacionalismo necesita un enemigo.
Sin un enemigo no puede existir. Es como un espejo: como yo soy mejor
que tú, como mi país es mejor que el tuyo… Nosotros teníamos esa
tradición, ese nacionalismo. Y eso sí que lo compararía con lo que pasa
en España.
Usted ha hablado de que la fase
previa de la guerra es la propaganda, preparar psicológicamente a un
pueblo para llevarlo al conflicto.
Exactamente.
No puedo estimar hasta qué punto ese nacionalismo funciona en España o
hasta qué punto la gente se está volviendo nacionalista, pero en
Croacia, tras cinco años de horrorosa propaganda, la gente acabó votando
a un Gobierno proguerra. Y en el otro lado, en Serbia, pasó igual.
No
sé hasta qué punto están zakrvljeni
(cuando dos pelean y hay sangre, ‘enzarzados’). La mayor dificultad con
el nacionalismo es que creemos que somos seres racionales, pero el
nacionalismo es política de emociones. Política populista. Tienen que
provocar emociones, y en el nacionalismo la emoción más importante es el
odio.
Tienes que provocar odio y para eso tienes que convencer a la
gente de que los otros son un peligro para ellos. Hace falta una base
psicológica para llegar a un conflicto serio que no se puede crear en
una noche, de un día para otro. Hacen falta años. En Bosnia lo lograron.
Y si el odio ya está creado, difícil que haya algo como en
Checoslovaquia.
Si el
odio tiene una base histórica, es más fácil crearlo, pero también se
puede crear sin antecedentes históricos. Se puede crear un peligro
imaginario. Aquí, Cataluña pide la separación porque piensa que así
probablemente tendrá más dinero y mejor vida, y España no le deja porque
es un Estado que no se puede dividir. No me parece suficiente como para
que surja una guerra.
En Yugoslavia hubo una crisis económica. En España desde 2008 también. Siempre es lo mismo.
Es común
para todos, para los yugoslavos y para los españoles. El miedo, un
miedo que se puede sentir en toda Europa. Miedo potenciado, primero, por
la crisis. En Austria ya se decía que los inmigrantes iban a quitarles
el trabajo antes de que se produjeran las llegadas masivas de
refugiados. Cuando los refugiados eran de Serbia, Croacia y Bosnia
también quisieron que dejase de entrar tanta gente en su país.
Les iban a
quitar el trabajo, siempre son argumentos banales: ¡Van a esquilmar el
presupuesto en sanidad! ¡No habrá pensiones para todos! En Suecia están
igual. También se habla de que las pensiones van a ser para «ellos».
Todos los que llegan, además, están metidos en la categoría de
musulmanes, da igual si creen o no.
Y el prejuicio es que todos los
musulmanes son terroristas y violadores. El inmigrante en Europa es un
musulmán terrorista y violador. Y con estos mimbres se está construyendo
una política populista.
Ya se
comprobó en Alemania que en la raíz del nacionalismo y del fascismo
estaba el miedo. Quienes más saben manejar las emociones y manipularlas
son los políticos populistas. Irresponsables que prometerán y no
cumplirán nada, pero jugarán muy bien la carta de las emociones.
Este
problema ahora es clave en Europa, se habla de que puede llegar incluso a
disolver la unión. Europa del Este, Bulgaria, Rumanía, Hungría y
Polonia dijeron que no querían refugiados. La pobre Merkel,
que tampoco es tan pobre, los acogió y tuvo que pagarlo en las
elecciones. Ahora tiene que pagar a los turcos para que los mantengan en
su país y no los dejen pasar, situación de la que se aprovecha Erdogan.
Puede hacer lo que quiera con la amenaza de que tiene cuatro millones
de refugiados que puede mandar a Europa. Con todas las frustraciones que
existen potencialmente en una sociedad, en una situación de miedo, si
este pasa a la política no hace más que extenderse. Este otoño hay
elecciones en Suecia y se teme que el partido de extrema derecha quede
segundo.
¿Qué forma hay de evitar el odio cuando surge una crisis?
La única
manera es que se hable abierta y seriamente de los problemas. Serbios y
croatas, por ejemplo, no pueden hacerlo. Igual es que ha pasado poco
tiempo desde la guerra, solo veinticinco años… pero ¿qué es eso
comparado con la eternidad? [risas]
Hace falta gente seria de un lado y del otro que sepa tratar asuntos
complejos, pero se ha perdido la confianza en los políticos en un
momento en el que es necesaria gente a la que le importe el bien común.
¿Existe alguno?
De las repúblicas que formaron
Yugoslavia, todas excepto Eslovenia son ahora más pobres en comparación
con la riqueza de la Unión Europea. ¿Estaríamos mejor unidos?
Nosotros
todavía no hemos llegado ni a como estábamos en los ochenta, pero esta
es una pregunta hipotética para la que no tengo respuesta. (...)" (Slavenka Drakulić , El País, Jot Down)
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