31/7/18

Una buena descripción del 'procés'... desde la izquierda-izquierda

"(...) Con algo más de detalle.

El 27 de septiembre de 2015 el secesionismo perdió unas elecciones que ellos mismos habían intentado transformar en elecciones plebiscitarias por la independencia. Las anteriores, como se recuerdan, fueron un desastre sin paliativos para la figura de Mas y el proyecto de Convergència. La “voluntat d’un poble”, una voluntad mesiánica en forma y contenido, fue aniquilada por la ciudadanía. 

El secesionismo gobernante, a pesar del reconocimiento inicial de la derrota del 27S la misma noche electoral por una de las figuras más oportunistas e impresentables del mundo nacionalista (Antonio Baños, procuren no tomar cafés con él), no hizo ni caso de aquel resultado (“el poder soy yo” exclamaron al unísono) y siguió construyendo “estructuras de Estado”, es decir, fueron trabajando para y por sus planes y estrategias de secesión y cultura hispanofóbica (elemento central en todo el proceso), mientras, por supuesto, grupos sociales y colectivos afines secesionistas seguían chupando (para seguir viviendo muy pero que muy bien) de las arcas de la Generalitat que es Estado, no propiedad privada de unos cuantos (aunque muchos de ellos estén convencidos de lo contrario).

Prácticas antidemocráticas envueltas en ropajes democráticos fue su pan nuestro de cada día. ¡La democracia soy yo!, exclamaron y exclaman. La Alicia carrolliana en pie de combate y confusión: las palabras significan lo que el poder -que son ellos- quiere que signifiquen. 

Según algunas de sus voces representativas, jugaron al póker y fueron de farol. Puede ser pero no estemos tan seguros de que jugaran. “Planes de secesión” se declina en plural, no en singular. Juegan a muchos juegos, pelean en muchas guerras.

El 6 y 8 de septiembre se pasaron por la entrepierna la Constitución y el Estatut, todos los consejos de gentes razonables que señalaban su despropósito y sectarismo. Y lo más importante: la voluntad y los sentimientos de millones y millones de trabajadores/as catalanes. Les importaron, les importan un higo. Son “los otros”. 

La actuación estelar -de estrella y de estrellada- de algunos miembros de una supuesta izquierda (Àngels Martínez, Albano Dante Fachín,…) sigue generando horror y pavor... y distancia infinita.

El día 1-O, una vez más, la izquierda no se estuvo a la altura de las circunstancias y una parte del espacio de los Comunes colaboró con el proyecto secesionista. No ha sido la única vez, por supuesto que no. ¿Recuerdan la imagen de Ada Colau mostrando su voto en blanco? Participaron en las votaciones y les dejaron locales y espacios públicos. Mejor imposible… para ellos; peor impensable, para nosotros.

 La corriente nacionalista o la tendencia marcadamente identitaria (som catalans, som catalanas, som catalans, som catalans, repiten una y mil veces, un sentimiento que no tiene nada que ver con los valores de izquierda), nos guste o no, domina (por ahora) ese espacio. Con resistencias admirables que hay que valorar y no olvidar.

En octubre se produjo un hecho en el que, probablemente, no habían pensando (uno de sus grandes errores): la reacción ciudadana y popular no secesionista. Los charnegos, los murciano, las clases trabajadoras en ación, tomando las calles. Gentes, algunas de ellas, que no se habían manifestado en su vida. Rentabilizada (parcialmente, aunque no solo) por Ciudadanos. Sin duda. 

Responsabilidad nuestra por nuestra ceguera y nuestras imprecisiones y amistades peligrosas. Salieron del armario; no creo que vuelvan (volvamos) a él. Nunca más. Estaban callados, mudos. Desde ahora hablarán (hablaremos) mucho más que antes. 

Aquí no deben mandar solo las 400 familias enriquecidas del país y los catalanes de pata negra. Su relato no vale; no dejaremos que nos impongan “su historia”.

Al secesionismo gobernante no le ha importado ni les importa un higo los millones de personas, de ciudadanos catalanes que no somos secesionistas. Sólo para sus planes de “ampliar sus bases”. En las redes nos dicen de todo y nada bonito. Eso sí, luego dicen que no hay confrontación social, que no hay ruptura, que somos un solo pueblo. Las sabidas monsergas.

El 21D volvieron a perder las elecciones. Un ley electoral, no proporcional, que no quieren cambiar por supuesto (son muy demócratas) les permite tener mayorías parlamentarias. Pero perdieron en votos. Y ganó electoralmente, por vez primera en la historia de .Cat, una fuerza no nacionalista ni catalanista.

Que fanáticos secesionistas como Eduard Pujol (una especie de Rafael Hernando pero en catalán) ocupen un lugar relevante en el secesionismo dice mucho, lo esencial, de ese mundo, de su ideología y de sus prácticas.

Un presidente prosionista fue elegido presidente de Cataluña (cree que lo sigue siendo en el “exilio”); un presidente xenófobo, profundamente hispanofóbico y clasista ha sido elegido a dedo por el huido como presidente de Cataluña. Con los votos o el apoyo de dos partidos que se dicen de izquierda. Quin riure, quin riure!

El presidente Sánchez, elegido con votos secesionistas, cree o dice creer que es posible reconducir el “unilateralismo” (es decir, el secesionismo con patada en la puerta) y llevarlos a buen puerto. Sabe lo equivocado que está. Juega a no estarlo. 

El secesionismo, que apuesta a diversos escenarios, tiene un objetivo final que algunos “sienten” próximo: la secesión, la construcción de un nuevo muro-Estado. Las quimeras envuelven mentes. Nada de federalismos, de cooperación o “historias” similares. Portazo y adiós España y a sus ciudadanos, sobre todo a los más emopobrecidos. 

Su “oposición interna” no es motivo de gran preocupación por el momento: no cuenta en las coordenadas de decisión, ya se cansarán, piensan, y algunos, además, ya se asimilarán. En breve, seremos más aseguran.

Algunas voces hablan de vuelta a un catalanismo herido de muerte. Sueños de una noche de verano. El catalanismo se ha roto y es casi imposible zurcirlo o volverlo a unir. Quedan restos muy frágiles. Un sector, el mayoritario, se ha ubicado donde ha estado siempre, en el nacional-secesionismo; otro sector, minoritario, empuja, algo desnortado, en dirección contraria. Con poca fuerza. 

Por lo demás, no conviene idealizar el pasado: el catalanismo político en sentido amplio permitía muchos silencios, comulgar con ruegas de molino, aceptar la hegemonía nacionalista y no discutir-hablar de los temas esenciales (incluida una enorme corrupción, no sólo de CDC). Por el bien del país decían. Es decir, por su bien, su discurso y su hegemonía. (...)"            (Salvador López Arnal , Rebelión, 28/07/18)

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