10/5/18

Bueno, errr ... es que en todo el pueblo corre un rumor, y te quiero preguntar directamente: es cierto que alquilas la casa a Albert Soler?. Cataluña empieza a dar miedo...

"Es feo que quien escribe un artículo sea el protagonista, pero a veces no hay remedio. Así que sí, era yo quien hace unos días acompañé un familiar a un pueblo de la Cataluña profunda, tan profunda que el 21-D el voto independentista llegó al 84%. El hombre me había comprado unos muebles y yo le ayudaba en la mudanza.  

Ya me ven a mí, estirando la cuerda de una polea, justo debajo de dos pintadas de -calculo- unos 50 m2 cada pidiendo la libertad de los «presos políticos». Mientras estiraba para subir el somier y el colchón, sentía Junqueras diciéndome que con mi fuerza y ​​una polea como aquella podría escapar de la cárcel. No divaguemos.

 Sólo terminar los trabajos -respiración acelerada, manos segades-, un tipo que estaba en la plaza del pueblo se acercó -no mucho, a unos diez metros, esta gente es prudente- y me llamó: 

«Ya te vale, estos artículos que escribes! Qué cara tienes! » Y cosas por el estilo que, naturalmente, me tomé a risa.  

Ejecutada la heroicidad, volvió a sentarse en el banco, satisfecho de haber llevado a cabo el acto más revolucionario de su vida.

 Cosas como esta me resbalan, hace tiempo que tengo grabado a fuego el primer mandamiento del proceso: puedes escribir cada día si es para elogiarlo, pero si es para criticarlo, una sola vez es suficiente para ser considerado ... (escriba aquí el adjetivo que desee).

 Piensan que la cosa acaba aquí? Ilusos. Recuerden que estamos en la Cataluña profunda, en un pueblo de apenas 3.000 habitantes, quizás la zona cero del proceso. Al día siguiente, un conocido -en los pueblos se conocen todos- a la vez que destacado miembro del CDR de la villa, telefoneó a mi familiar:

 -Buenas noches, soy el X. Puedes hablar? 

Un «puedes hablar?» Siempre pone en guardia, a menos que se dirija a un mudo y espere un milagro. No es el caso de mi familiar, que se extrañó pero respondió que sí, que podía hablar, como lo ha hecho cada día desde hace más de 70 años. 

- Bueno, errr ... es que en todo el pueblo corre un rumor, y te quiero preguntar directamente: es cierto que alquilas la casa a Albert Soler? 

Acabáramos. Al verme trajinar muebles, los vecinos -quizás el mismo que me increpó, tal vez otros que miraban desde la ventana, escondidos tras la cortina- creyeron que tendrían de vecino a un pérfido periodista capaz de no elogiar el proceso, donde iremos a parar. Afortunadamente para las úlceras vecinales, el familiar contó la verdad, que sólo le ayudé en una mudanza. 

- Ah, vale, gracias. Pues voy a hacer unas llamadas, para calmar los ánimos. 

A pesar de que pueda parecer, la conversación es cualquier cosa excepto intrascendente. Nótese que no se debió a que el presunto nuevo vecino fuera un terrorista buscado por Interpol, un pederasta que acababa de salir en libertad o un violador de indefensas monjas. No, nada de esto. Los ánimos se iban a calmar porque había rumores de que era un periodista desafecto al régimen. 

Conversaciones como éstas se han escuchado en el cine -me veo como el forastero que llega a un pueblo y al entrar en el saloon, todo el mundo queda callado, y encima el barman no lo quiere servir, pero me resistía a creer que tuvieran nunca lugar a Cataluña. Tierra de acogida, decían de éste país, ahora sé que en broma, que empieza a dar miedo. En la ciudad lo ignoramos, pero debe ser muy dura la vida en los pueblos para los que no comulgan con el pensamiento único.

 Mi familiar debería haber contestado que sí, que me traslado a vivir. Sólo por curiosidad. Bueno, y para reír, qué narices."                 (Albert Soler, periodista, Diari de Girona, 27/04/18)

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