"Cada día que pasa es más evidente que la declaración rupturista del Parlamento catalán,
aprobada por los 62 diputados de CiU y por los 10 de la CUP, ha sido un
error fundamental del soberanismo -quizás inevitable, dada su “loca
carrera hacia la independencia”, como la calificaba el ‘Financial
Times’, pero que lo ha alejado de la media de la sociedad catalana-.
En la Unión Europea del siglo XXI, proclamar la desconexión con las leyes del Estado diciendo
que solo se respetará la legalidad catalana y subrayar que el futuro
Gobierno catalán -todavía no elegido- no debe tener en cuenta las
resoluciones del Tribunal Constitucional es un desafío al orden jurídico
no solo español sino también europeo.
Máxime cuando el gran argumento
es que el 47,8% de los catalanes ha votado a dos formaciones que quieren
la independencia de Cataluña. Pero que no son capaces ni de elegir un
Gobierno, la primera tarea de cualquier Parlamento.
En realidad, la declaración rupturista era un movimiento más bien
táctico de Artur Mas para conseguir el visto bueno de la CUP a su
investidura. Pero la enormidad de la resolución, al incitar al futuro
Gobierno a no respetar el Estado de derecho, ha sido tal que ya se puede
decir que hay un antes y un después del 9-N de 2015. (...)
Este choque frontal con el Estado es grave en sí mismo pero sobre todo
porque no es lo que desean ni sectores significativos del nacionalismo
ni la sociedad catalana.
La primera reacción a pecho descubierto -tras las críticas coincidentes por una vez de los dos grandes diarios barceloneses (‘La
Vanguardia’ y ‘El Periódico’) y del ‘Financial Times’- fue la del
propio Andreu Mas-Collell -independentista realista y poco visceral-,
que asistió visiblemente incómodo tanto a la aprobación de la resolución
rupturista -que junto con otros ‘consellers’ ya había criticado en una
previa reunión del Gobierno catalán- como a las dos sesiones de la
fallida investidura del mismo lunes 9 y del jueves 12, en que Artur Mas
pidió a la CUP que le invistieran y llegó a ofrecer someterse a una
moción de confianza al final del periodo de sesiones (en seis o nueve
meses).
Es decir, se prestó a ser despedido si la CUP no
juzgaba suficiente su radicalidad en el enfrentamiento con el Estado.
Así, Mas-Collell -que ya debía imaginarse las reacciones que la
declaración rupturista provocaría en el Estado y en el mundo
empresarial- no dudó en escribir un artículo en el diario ‘Ara‘,
que expresa el punto de vista del independentismo más cosmopolita,
educadamente crítico pero de fondo duro. Decía Mas-Collell: “Las CUP ya
han conseguido del Parlament, gratis, una declaración de soberanía
previa a la formación del Gobierno, también determinar la estructura del
futuro Gobierno y, todavía mas importante,garantizar mecanismos de control (la
moción de confianza en 10 meses)”. Y concluía: ”De las CUP podemos
aceptar dos votos para la investidura de Artur Mas como ‘president’ pero
no sus condiciones”.
Ya sé que esto puede llevar a nuevas elecciones en el mes de marzo.
Si es así, estoy convencido que el presidente Mas sabrá explicar en la
nueva campaña electoral dónde estamos y que los catalanes sabrán
decidir, con inteligencia,qué liderazgo desean para el ‘procés’. O
sea, que Mas-Collell hacía una enmienda a la hoja de ruta de la
declaración rupturista y de la negociación con la CUP en la que Artur
Mas estaba inmerso.
Y todavía sigue inmerso. Dos días después se conocía la carta de
dimisión de todos sus cargos directivos (pero no de la militancia) de Antoni Fernandez Teixidó,
uno de los más experimentados dirigentes de CDC, ya que no solo fue
‘conseller’ de Industria de la Generalitat y era el presidente de la
comisión económica del partido desde hacía años sino que con
anterioridad fue secretario general del CDS de Adolfo Suárez.
Y Teixidó
no ocultó que la declaración rupturista y la búsqueda de la alianza con
la CUP eran la gota final que no le permitía seguir avalando una hoja de
ruta que pasó del pacto fiscal y del derecho a decidir para negociar
con España a la voluntad de romper con el Estado.
Pero la reacción contra la declaración rupturista del Parlament se ha
extendido a amplias capas de la sociedad catalana, que desde hace
tiempo eranescépticas respecto al independentismo pero
que exponían su opinión con prudencia y que nunca han deseado un
enfrenamiento con la Generalitat.
El mismo lunes 16 -el día que
Mas-Collell publicó su artículo en el ‘Ara’-, la junta directiva mensual
del Cercle d´Economía tuvo una concurrencia mayor a la habitual (23 de
sus 25 miembros) y, por unanimidad de los que hablaron (aunque con algún
silencio) y en un clima de cierta indignación, se decidió que el Cercle
debía hacer públicos su disgusto y oposición a una declaración que
implicaba la ruptura con la legalidad. Y que debía alertar sobre las negativas consecuencias que ello tendría para la economía catalana.
El catedrático de Política Económica Antón Costas, discípulo de Fabian Estapé y
presidente del Cercle desde hace dos años, redactó luego con rapidez
una ‘Opinión de actualidad’, bastante mas corta y mucho mas contundente
de las habituales, que fue consultada con los vicepresidentes y otros
miembros de la junta y que el jueves 19 fue enviada a los medios de
comunicación.
El texto dice que “la junta directiva del Cercle considera INDISPENSABLE y URGENTE (las mayúsculas son mías) corregir el rumbo que la política catalanaha
iniciado con la aprobación por el Parlament de Catalunya, en su sesión
constitutiva del pasado lunes 9 de noviembre, con el voto de los 72
diputados de Junts Pel Si y de la CUP”.
Y sigue: “Dadas nuestras responsabilidades empresariales y
vinculaciones al mundo económico y financiero, podemos afirmar que la
ruptura de la legalidad que implica esta declaración ha tenido, desde el
primer minuto de su aprobación, efectos negativos ciertos y objetivos
en las decisiones empresariales de inversión, así como en la
localización de las sedes corporativas en Cataluña.
La inseguridad jurídica y la incertidumbre empresarial que
crea esta declaración son sumamente perjudiciales para la fortaleza de
la economía catalana, la creación de riqueza y la generación de empleo.
Pero estos efectos SE MAGNIFICARÍAN SI SE CONFIRMA LA FORMACIÓN DE UN
GOBIERNO DE MAYORÍA INESTABLE, SOMETIDO A CONDICIONES DE PLAZO Y
COMPROMETIDO CON POLÍTICAS Y REGULACIONES SUSCEPTIBLES DE CREAR UNA
FUERTE INCERTIDUMBRE EN LAS EMPRESAS, LOS INVERSORES Y LOS AHORRADORES”.
El Círculo considera además que, al no existir una mayoría social
sólida a favor de esta resolución, aumenta el riesgo de grave fractura
social y pide “FORMAR UN GOBIERNO CON UNA MAYORÍA PARLAMENTARIA ESTABLE Y
RESPETUOSA CON LA LEGALIDAD”. Caso de que esta mayoría no sea posible,
aboga por nuevas elecciones.
El Cercle recuerda después que en Cataluña hay un amplio malestar social con
el funcionamiento actual del Estado de las autonomías, ya que de forma
reiterada las encuestas señalan que cerca del 80% de los catalanes desea
una reforma del modelo y que la mayoría muestra su preferencia por una
reforma sin ruptura “QUE PERMITA EL ENCAJE DE LAS ASPIRACIONES A UN
MEJOR AUTOGOBIERNO DE CATALUÑA DENTRO DE ESPAÑA”.
Y subraya que el
Gobierno de España y los partidos de ámbito estatal han sido reticentes a
dar una respuesta política al malestar social, lo que no ha hecho sino
incrementar el sentimiento de frustración.
Finalmente, manifiesta su
esperanza de que las elecciones de diciembre pongan en marcha una
reforma política y territorial que permita conciliar el principio
democrático con el de legalidad, y que por ello “DESDE EL MOMENTO DE
APERTURA DE LA NUEVA LEGISLATURA ESPAÑOLA, SE DEBERÍA CREAR UNA COMISIÓN
PARLAMENTARIA PARA LA REFORMA POLÍTICA. NO HACERLO SERÍA ALIMENTAR
TODAVÍA MÁS LA FRUSTRACIÓN Y EL MALESTAR”. (...)
Y por su reacción ayer contra las medidas de Montoro en relación con el
FLA, parece claro que Artur Mas no va a atender ‘la corrección’ que le
pide el Cercle sino que ha decidido subir otro escalón en la
confrontación.
La realidad interna catalana se va encrespando cuando
estamos ya a pocos segundos del choque de trenes entre el
independentismo catalán y el Gobierno del PP. ¿Permitirán los resultados
del 20-D la rectificación que reclama el Cercle y que muchos catalanes desean?" (JOAN TAPIA – EL CONFIDENCIAL – 26/11/15, en Fundación para la Libertad)
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