26/4/18

El Estatut no respondía, en 2003, a una demanda de la sociedad catalana, sino a las necesidades de la propia clase política. En primer lugar, a las del propio Maragall, que quería mostrar que era tan nacionalista, o más, que Pujol...

"(...) El proceso ha dejado dos Cataluñas bien distintas y en colisión. No resultará sencillo volver a convertirlas de nuevo en una única Cataluña. Se tardará mucho tiempo. Quizás ya nunca más se pueda hacer…

- ¿Pujol plantó la semilla?

Se podría decir que plantó una semilla, la de la nacionalización, que dio más frutos de lo esperado y que se descontroló como consecuencia de las circunstancias vividas a principios del siglo XXI.

- También afirma que Maragall “tampoco está exento de responsabilidad” y que el Estatut abrió la caja de Pandora

Se creó un problema nuevo. El Estatut no respondía, en 2003, a una demanda de la sociedad catalana, sino a las necesidades de la propia clase política. En primer lugar, a las del propio Maragall, que quería mostrar que era tan nacionalista, o más, que Pujol, y dejar atrás las acusaciones de sucursalismo y de ser “malos catalanes” que el pujolismo dirigió al socialismo desde la época del caso Banca Catalana. 

A Esquerra, la reforma del Estatut le permitía utilizar su peso en el gobierno tripartito para avanzar en la extensión del independentismo. Y, desde la oposición, a CiU le daba alas tras la dolorosa derrota de 2003. Inventaron entre todos un problema que acabó por escapárseles de las manos. No puede olvidarse que, desde 2004, el PP no salía del asombro de la derrota y el PSOE del de la victoria. 

Un cóctel político que, con la llegada de las crisis de 2008 –económica y financiera, pero también de sistema político, generacional y moral-, acabó explotando. Antes de la sentencia del Constitucional, en 2010, la situación de enfrentamiento y crispación era ya muy preocupante. 

La estrategia de elaboración de un Estatuto que todos sabían que era anticonstitucional no fue gratuita, sino muy bien pensada. La movilización por la vía del agravio y el victimismo no faltó y fue exitosa, acompañada de recogidas de firmas y boicots comerciales desde otros sectores. 

Este tipo de reformas son muy delicadas y no pueden plantearse con irresponsabilidad y frivolidades. (...) "                        

(Entrevista a Jordi Cañas, profesor de la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París (EHESS), Xavier Rius, director de e-notícies, 20/04/18)

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