"(...) A raíz del 15M producido en 2011 y del cambio de rumbo con la diada multitudinaria del 11 de septiembre de aquel mismo año, como protesta por los recortes del Estatut d’Autonomia, Artur Mas
estratégicamente situó la independencia en el corto plazo.
Un plan
enfocado en borrar las expectativas de cambio de las clases populares
movilizadas o simpatizantes con esas acampadas en la Puerta de Sol,
rodeando el congreso y el Parlament, buscando sumar en las filas del
independentismo a las clases medias catalanas.
La participación en las
elecciones fue aumentando y junto con esto el apoyo a los partidos
independentistas, hasta las pasadas elecciones del 21 de diciembre en
las que Ciudadanos dio la sorpresa –en realidad muy predecible–. En los
cuadros previos podemos ver cómo ha evolucionado el voto y se ha
repartido en estos últimos años.
Son tesis similares a las que explica Owen Jones en su detallado análisis de la denostada y criminalizada clase obrera inglesa, los Chavs, donde explica como la clase trabajadora ha sido tratada como etnia blanca y no como clase socioeconómica, un subgrupo marginado en comparación con el Reino Unido de las amplias clases medias; en Cataluña una buena aproximación al término serían los charnegos.
La identidad charnega es muy habitual en una clase trabajadora catalana
fruto de la inmigración en los años de la dictadura proveniente del
campo andaluz y de Castilla, siendo castellanohablante en su gran
mayoría y con una minoría del 27,8% catalanoparlante en la zona del AMB.
Recordemos que es en la zona metropolitana de Barcelona donde se
concentra la gran parte de la clase trabajadora catalana y
castellanoparlante, en contraposición con el resto de comarcas del
interior y norte donde lo habitual es ser catalanoparlante, sumando más
de un 60% de la población; a destacar como un logro de la comunidad que un 94,3% de la población entiende la lengua local.
Si bien una parte del pueblo catalán –propietarios de tierras del
interior, las capas medias y trabajadores con raíces catalanas de
generaciones– ha caído en el populismo nacionalista, otra parte
importante, esa clase social más baja, olvidada por los políticos y
prensa con un contexto cultural más mestizo, ha decidido votar en masa a
Ciudadanos, el estandarte de la derecha neoliberal española, con un carácter marcadamente anticatalán y siendo el partido de la oligarquía estatal –el Ibex 35–, con las manos limpias a diferencia de sus homólogos del Partido Popular
al no arrastrar un pasado franquista.
Ha conseguido canalizar el
descontento de los excluidos del Procés, así se explica que en los
mismos territorios donde Ada Colau ganó la alcaldía hace dos
años, son los que hoy votan en naranja, dejando al descubierto las
carencias para representar los intereses de la clase trabajadora por
parte de los Comunes. (...)" (Patricia Castro, Mientras tanto)
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