"¿Qué llevó en 1983 a Jesús Martínez, profesor de
autoescuela nacido en Murcia, a pasearse las calles de Santa Coloma de
Gramenet megáfono en mano para exigir una escuela en catalán para sus
hijos? "Lo que había vivido yo como emigrante no quería que lo sufriesen
mis hijos, queríamos que tuvieran todas las herramientas para
desempeñarse en la vida, y eso pasaba por aprender catalán", recuerda.
Martínez era entonces de los pocos vecinos que chapurreaban el catalán
en una ciudad en la que apenas un 50% de la población declaraba entender
la lengua, según datos del consistorio entonces. Poblada a partir de
las distintas olas migratorias españolas, Santa Coloma era una localidad
fundamentalmente obrera y castellanohablante, como tantas otras en la
periferia de Barcelona. (...)
Tampoco es que fuera una demanda unánime en las zonas
castellanohablantes. Jesús Martínez recuerda como se discutía con
algunos familiares y amigos que no lo veían claro. En Esplugues de
Llobregat, por ejemplo, Rosario Calero explica que la lengua no era la
principal reivindicación, sino que esta se centraba en pedir más plazas
públicas.
Pero todo ello se discutía en las asociaciones de vecinos y en
sindicatos como CCOO, en el que él militaba. "Las reivindicaciones
sobre la lengua iban ligadas a las demandas progresistas de autonomía y
de más servicios", expone. (...)
"Nosotros apostamos por el catalán por dos razones: la más práctica es
que si quieres que tu hijo triunfe en la vida debe saber la lengua de
donde vive; la otra, más obvia, es que hay que hablar catalán en
Catalunya", argumenta Calero.
"Lo que se planteaba es que la escuela
pública debía garantizar que los alumnos aprendieran catalán, era un
deerecho que tenían, y la inmersión fue el instrumento pedagógico
adecuado para que eso fuera posible", resume el concejal Lacasta. (...)" (Pau Rodríguez, eldiario.es, 25/02/18)
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