"Los de los
lacitos amarillos me dan mucha pena: los han engañado no una vez sino
dos. O tres según se mire. He perdido la cuenta. Excepto los dirigentes,
claro. Estos tienen la culpa de todo.
Primero les dijeron que la independencia estaba al alcance de la mano, que tenían prisa, votem per ser lliures. Pan comido.
Luego que si votaban a Puigdemont volvería por la puerta grande.
Yo recuerdo a Elsa Artadi haberlo dicho el día de la presentación de
la campaña de JxCat. Y al propio expresidente en una rueda de prensa
desde Bruselas con la ACN, la agencia de noticias de la Generalitat. No
confundir con la ANC, l'Assemblea Nacional Catalana.
Pero la guinda la ha puesto ahora Mas.
El hombre que empezó a liarla, el que ha convocado dos elecciones
anticipadas seguidas -en esto empata con Tsipras- el que decía que esto
de la independencia sería coser y cantar, un proceso win-win ha
confesado finalmente la verdad: iban de farol.
Cinco años después del inicio del proceso, se ha ido a Rac1 y ha
admitido que que todo ha sido una gran engaño, un castillo de naipes,
puro marketing. Lo que hay que hacer ahora por salvar el culo. Habérselo
pensado antes.
Que cuando votaron la República aquel 27-O, todo el mundo sabía que
aquello “no tenía recorrido real”, fue “una declaración simbólica”,
nadie había pensado nada para el día siguiente. Vamos, entre unos
pardillos y unos irresponsables. No hay término medio.
Ya lo decía
Unamuno que nos perdía la estética. Pero lo dijo hace cien años y
seguimos sin aprender.
A mí lo que me ha llegado al alma ha sido cuando ha dicho que
“también había gente que se expresaba con mucha sinceridad. Y aquellos
que lo hacían eran señalados con el dedo como culpables de casi
traición”. Joder, exijo una reparación.
Llevo años diciéndolo y sigo vetado hasta en la Ràdio de Sant Pere de
Vilamajor, una localidad a las faldas del Montseny, en el caso de que
tenga radio municipal que tampoco lo sé. En cambio, Jordi Barbeta acaba de regresar de los Estados Unidos y ya lo tienen a pan y cuchillo en TV3.
En fin, el proceso ha entrado en la fase de descomposición, de
desintegración, de esperpento. Ahora viene las cuchilladas, los codazos,
el sálvese quién pueda. Un expresidente que sigue haciendo tuits en
Bruselas a ver si alguien se acuerda de él antes de que pase a la
historia o a la cárcel.
Una antisistema que se refugia no en Cuba o Venezuela, allí pasan
hambre, sino en la meca del capitalismo y el secreto bancario: Suiza.
Eso sí, en TV3 le dan una entrevista en directo en el TN y en el Ara
hablan de “exilio”.
Era la más valiente de la CUP, la más arrojada, la más audaz. Todavía
recuerdo sus puños alzados en la tribuna del Parlament o sus camisetas.
Como aquella de “Sense por. Desobeïem per la independencia”. Con el
corte de pelo podría hacer ahora de virgencita en los Pastorets.
Pero, sobre todo, están las declaraciones ante el juez. Podría traducirse por una expresión castiza: señoría, ens hem cagat a les calces.
Marta Pascal diciendo que todo fue simbólico y Marta Rovira teniendo
que matizar en TV3 por la tarde lo que decía al juez por la mañana.
Mientras todo sigue igual: el expresidente que quiere crear ahora una
Casa de la República en Waterloo. Hemos pasado ya por otras iniciativas
similares dignas de estudio como lo de la investidura telemática,
gobierno en el exilio o presidente legítimo. Soy agnóstico pero que Dios
nos coja confesados. Han dejado el país hecho una piltrafa." (Xavier Rius, director de e-notícies, 21/02/18)
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