"(...) - Usted fue el primero en decir que Catalunya necesitaría “Trenes cargados de psiquiatras"
Bueno, permítame aclarar que ir al psiquiatra no es ningún
desdoro, no debe avergonzarse nadie por el hecho de necesitar ayuda
médica. Sólo faltaría. Con ese artículo quería llamar la atención sobre
el hecho de que en el análisis del procés se suele hablar de
causas políticas y económicas, de hechos diferenciales y de agravios
históricos reales o inventados… pero no se toma en consideración, o sólo
muy de pasada, el factor psicológico y propiamente psicopatológico, que
es fundamental.
- ¿Qué nos ha pasado a los catalanes?
A mí personalmente, casi nada en los últimos treinta años.
A las clases dirigentes del nacionalismo se les ha acentuado un
síndrome complicado, compuesto de complejo de superioridad, narcisismo
herido, pereza intelectual y falta de sentido de la realidad.
Luego
están los típicos rufianes que pescan bien en río revuelto. Camus los
retrata bien en “La peste”. Finalmente, una nutrida masa de ciudadanos
ha deseado creerse los embustes y “sopars de duro” que les ofrecían esos
vendedores de crecepelos.
- ¿A qué lo atribuye?
Al aburrimiento y el miedo al futuro. El aburrimiento de
la vida burguesa y sobre todo de la vida pueblerina es grande, pero
tolerable mientras haya expectativas de que puede perpetuarse y aún
prosperar en las siguientes generaciones. Con la crisis, esas
expectativas decayeron y hubo que poner la esperanza en otro “relato”,
en otro “discurso”. Y el nacionalismo estaba allí, muy a mano.
A
diferencia del movimiento de los indignados, el nacionalismo permite que
caminen juntos y se rebelen juntas abuelos, padres, hijos y nietecitos,
y encima protegidos por las autoridades, y, el colmo de las maravillas,
sonriendo todo el tiempo. Esto es fundamental.
Ahí también intervienen,
por supuesto, la pereza mental y un ansia atávica de gregarismo, de
mimetismo, muy bien descrita, por cierto, por Ferran Toutain en su libro
“Imitació de l’home”.
¿Cómo ha contribuido TV3 al proceso?
Emulando a la BBC. Superando incluso su fiabilidad.
Esforzándose mucho en ser siempre ecuánimes y en no mentir ni manipular
nunca, bajo ningún concepto.
- A usted, por cierto, lo veo poco en TV3.
Bueno, es que lo poco que yo pudiera aportar también
podrían aportarlo otros que saben más de estos asuntos. Como usted, por
ejemplo, al que tampoco se le ve por allí.
- ¿Hay adoctrinamiento escolar?
¡Y del bueno! En todo el mundo el sistema escolar inculca
determinados valores, creencias y hábitos, en las cabezas de los niños
cuando aún están tiernecitas y maleables. En las escuelas catalanas se
enseña a sumar y dividir, mates, física, arte… y además el chovinismo y
el desprecio por los españoles.
- ¿Usted se cree a Marta Rovira, que dice que el Estado quería muertos?
No. Si el Estado hubiera querido muertos los hubiera
obtenido con gran facilidad en ocasiones anteriores. No, que hubiera un
muertito o dos era, más bien, el anhelo inconfesable de los procesitas.
Para alimentar el victimismo, subirse encima del cadáver y parecer más
altos, como hicieron con el atentado de las Ramblas. Por eso el día de
las votaciones enviaron a las masas a plantar cara a la policía. ¿No
pudo ser? Bueno, queda pendiente.
- ¿El proceso termina ahora o empieza?
Lo prudente sería mantener un raca-raca de intensidad
baja/media durante cuatro años, hasta que los chicos que ahora tienen
quince, a los que se les viene lavando el cerebro a conciencia, tengan
acceso al voto, y el actual 47 % pase a ser un 60% o más." (Entrevista a Ignacio Vidal-Folch, Xavier Rius, e-notícies, 25/01/18)
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