"Mucho se habla estos días de la mal llamada inmersión lingüística en
catalán (es sumersión).
Los argumentos que se esgrimen suelen hacer
referencia a motivos judiciales, políticos, legislativos e incluso
económicos, olvidándonos del más poderoso, el educativo técnico. Es
decir, abordar qué método es el más eficaz para el aprendizaje de las
lenguas en sociedades bilingües.
Me remito a los principios psicopedagógicos que dominan el marco
teórico de le educación de los últimos 30 años: el constructivismo
social (Piaget), el aprendizaje significativo (Ausubel) y la zona de
desarrollo próximo del aprendizaje (Vygotski).
Todos ellos entienden que
se relaciona la información nueva con la que ya se posee, reajustando y
reconstruyendo ambas.
No se puede fundamentar toda la base de las diferentes leyes
educativas en estas teorías, y al mismo tiempo olvidarlas en el
aprendizaje de las lenguas.
El aprendizaje del proceso de lectoescritura debe realizarse en la
lengua con mayor significatividad para el niño. Cualquiera que haya
presenciado el proceso de descubrimiento de la lectura de un niño lo
podrá entender.
Pongo un ejemplo. Si a un niño castellano hablante le
muestras una frase empieza a leer arrastrando los sonidos de las letras:
“Ana se puso un vestido de l/a/g/a/r……to!!!! Exclamará
contento porque al leer lagar… ha anticipado el final porque es una
palabra con significado para él. Está contento de sus progresos.
Ahora lee en catalán: “Anna es posa un vestit de
l/l/a/n/g/a/r/d/a/i/x”. Acaba la frase, te mira con cara de desconcierto
porque está seguro de que ha juntado bien los sonidos, pero no ha
entendido nada. Desconoce el significado de llangardaix.
Ese proceso de frustración en el avance de la lectura se produce
continuamente. La lectura requiere un doble esfuerzo cuando se hace en
la lengua no habitual, el de juntar las palabras y el de descubrir su
significado. La frustración afecta a las emociones y no olvidemos que
el lenguaje tiene una parte de emotividad muy importante.
Sobre ello,
quiero hacer una mención especial a los padres de los niños castellano
hablantes que no pueden repasar las páginas de lectura enviadas como
deberes porque muchos no dominan el catalán. Así pues, la frustración es
de padres e hijos, porque los pequeños que desde la guardería han
aprendido a seguir las órdenes orales dadas por el profesor, lo hicieron
imitando a sus compañeros, pues no entendían lo que les pedían en un
idioma no familiar.
En este contexto, no podemos olvidar que mientras ellos hacen ese
esfuerzo, con resultados relativos, los niños catalano-hablantes siguen
aprendiendo a buen ritmo. Negar esta realidad es ser injusto. Del
aprendizaje de la lectura y escritura dependerá en buena medida el éxito
escolar y por tanto el éxito laboral y social.
Es obvio que tenemos un problema para el que la propuesta de solución
más técnica sería la que utilizan los logopedas, que se mantenga la
lengua habitual del alumno, catalán o castellano, en el aprendizaje de
la lectoescritura e ir aprendiendo oralmente el otro idioma.
Los que argumentan que esa separación no es pedagógica se olvidan de
que en las escuelas, ya desde P-5, se realizan medidas de la atención a
la diversidad como el agrupamiento por grupos flexibles, o refuerzo de
las áreas instrumentales en grupos reducidos.
En conclusión señores políticos, en la escuela ya se separa. Tengan
valor y apliquen el mejor sistema de aprendizaje de las lenguas, basado
en eficacia científica y no en construcciones identitarias." (Rosa Clavero. Pedagoga y logopeda, elCatalán.es, 20/02/18)
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