"(...) Pero lo que me interesa no son los políticos. Yo me fijo en el
resentimiento con el que ellos han sabido intoxicar a una parte de
sociedad. Y me fijo, digo, en esa sociedad. Me preocupa sinceramente esa
sociedad.
Nunca antes habíamos visto que por la calle la gente llamase
puta, zorra, traidora, y le dijese vete a tu pueblo y otras lindezas a
una candidata. Esa parte de la población catalana que se considera a sí
misma la educada, la superior, porque los inmigrantes llegaron pobres,
claro.
Esa parte de los catalanes que no quiere turistas, que cree que
burlarse del acento andaluz o de la Guardia Civil es como un esnobismo
que les adorna con un clasismo imprescindible para ser admitidos, y que
les da nivel; cuyos prejuicios xenófobos les hace ver al resto como
chusma y quinquis, está llena de odio y resentimiento, que son drogas
muy duras que sin duda aturden el cerebro.
Siempre rápidos a escupirte
un “fora de Catalunya”. Se sienten con derecho a indignarse porque quien
delinque pase por los tribunales.
Y tienen la “no-ideología” más nociva y agresiva de la historia, que
se llama nacionalismo y que se mire como se mire, siempre está conectada
con cierto nivel de racismo. Una ideología cuyos fundamentos
intelectuales son tan sesudos como “los de aquí somos distintos y
mejores porque es donde hemos nacido nosotros” y “si eres de aquí y no
lo crees, yo digo que no eres de aquí y eres un enemigo de todo el país,
al que representamos nosotros y no tú”.
Esa sociedad que se empeña en
no darse cuenta de que, si uno de los dos bandos tuviera el 80% de los
votos, no habría problema.
Pero no es así, con lo cual, el enemigo no es Madrid, ni España.
Simplemente es que hay que aprender a aceptar al vecino catalán, al que
le gusta ser también español, aunque a ti te parezca mal. Pero ser
nacionalista es exactamente lo contrario de aceptar a los demás. Y no
hay más camino que ése, que aceptarse, porque la mitad españolista,
antes silenciosa, cada vez se calla menos y no van a poder ignorarla
más.
Señores separatistas, el tema es simple. Ustedes dicen ser Cataluña,
pero la mitad de Cataluña no está interesada ni en ustedes, ni en sus
clímax de banderolas y fantasías patrioteras. Ya se lo pueden ir tomando
con calma.
Señores separatistas, desintoxíquense de su odio, y cuanto más tarden
en reconocer que no tienen un proyecto para toda Cataluña, sino solo
para la mitad, y que, por lo tanto, tal proyecto es inviable, y cuanto
antes asuman que su dogmatismo es injustificable y antidemocrático,
antes dejarán de sufrir esa pérdida de visión.
Hay quien se pone ciego
con anfetaminas, y otros esnifando el odio que se distribuye por los
terminales del establishment catalán pujolista.
Ah, se me olvidaba. Un saludo a los que se dicen de izquierdas y
están dándolo todo por defender el botín de los Pujol. Vaya ridículo. Yo
sé de una vieja que os mira, se ríe y se frota las manos." (Enrique Brossa. Escritor y director de DesafiosLiterarios.com, Crónica popular, 18/01/18)
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