13/12/17

El nacionalismo identitario independentista empuja y refuerza a la derecha, tanto a la catalana como a la española, esconde o liquida los verdaderos problemas colectivos, y degrada y desactiva a la izquierda

"El nacionalismo identitario independentista es eficaz en vender un relato falseado que, objetivamente, cumple una función doble: empuja y refuerza a la derecha, tanto a la catalana como a la española, esconde o liquida los verdaderos problemas colectivos, y degrada y desactiva a la izquierda.  (...)

Una disgregación del pensamiento de la “izquierda” actual en un asunto tan importante como es construir, fortalecer y desarrollar una conciencia colectiva política, lleva inexorablemente a  contribuir,  por acción u omisión, a la dispersión en nuevos taifatos. Algo que coincide con el auge politico y electoral del pensamiento más reaccionario y de extrema derecha en Europa.

Cada día encuentro más estrambótico que personas mayores, se entiende con uso de razón, se crean un solo instante a Puigdemont y a su corte de derrochadores, no sólo porque representan el pasado, la división racista que no de clase y la inseguridad, sino porque su inconmensurable cretinidad es para formar parte de un espectáculo de carnaval de feria barata, no de la excelencia de los carnavales de Cádiz, por supuesto.

Ya sé que las emisoras del “régimen”, TV3, Catalunya Radio, o RAC1, hacen un gran trabajo de narcotización sectaria del personal distraído, del creyente de milongas, o del no fiable éticamente; y que Marta Rovira les encandila, al decir sus bufonadas cada vez más gordas para esconder su mendicidad dialéctica. Pero, a pesar de todo ello y de más cosas, las personas mayores no deberían tragarse trolas cada vez más gordas e increíbles.

Es también cierto que la inexistencia de una izquierda real que contribuya a despejar el panorama frente a un relato fraudulento y sitúe la realidad de las cosas para que la gente sea crítica y opine, ayuda a mantener la ficción y la mentira.

Para hacer frente a la situación y que no nos arrollen un poco más los hechos, es imprescindible lo que podríamos llamar un profundo “regeneracionismo republicano”  en la línea del que hubo en la Segunda República Española. Un regeneracionismo que  situó a ésta como una República de trabajadores, potenciando las rentas del trabajo frente a las rentas del dinero, con impulso a la democracia, a la educación y a la cultura, que empezara a situar el inicio de la igualdad de derechos entre la mujer y el hombre, defensora de la paz, descentralizada política y administrativamente para un mejor funcionamiento en lo necesario, pero integral como República de todos y todas; por tanto, con igualdad y  justicia colectiva, independientemente del lugar o región en que se habitara.

Y es en esa perspectiva que la izquierda que no abdica de serlo debe construir su  verdadero “sentimiento democrático y de clase, no excluyente, ni supremacista y puramente “emocional” en el sentido más burdo, sino construido desde la educación, la política, y la mejor y más amplia comunicación para conocer como se hacen las cosas y compartir experiencias.  (...)"                 (Francisco Frutos, ex Secretario general del PCE, Crónica Popular, 01/12/17)

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