"Quien viva en un barrio de clase media, tirando a
alta, en Madrid, verá como las banderas de España se han apropiado de
los balcones. Y lo mismo, aunque quizás en menor grado, ocurre en otras
ciudades para apoyar la unidad de España, el cumplimiento de la ley y,
en general, contra la multitud de esteladas que lucen las barandillas de
muchas casas catalanas.
Aparecieron en vísperas del 1-O como respuesta
al referéndum ilegal, pero el 2 de octubre había más. Bueno, quizás
porque llegaba el 12 de octubre, antes fiesta de la hispanidad y ahora
de sentirse orgulloso de ser español. Pero el 13 había otra vez muchas
más, quizás a la espera de que el 16 se supiera si Cataluña se
proclamaba independiente o no.
Y como nadie se enteró, pues ahí
permanecieron y permanecen, ya tras la declaración unilateral de
independencia, la ilegalidad sentenciada por el constitucional, la
aplicación del 155… ahí siguen, aguantando el viento, quitándose de
encima la porquería de la contaminación con las dos gotas de agua caída y
aumentando las ventas de los bazares chinos.
Llevan tanto tiempo exhibidas que pierden su
significado. Parecen un adorno. Las hay con y sin escudo; en vertical,
horizontal y con o sin mástil. También se ven otras más peculiares, como
la carlista; de buen rollo, como la blanca, y varias que indican la
socarronería de quienes viven allí bajo algún pendón de Juego de tronos.
Las banderas han coloreado por un tiempo algunos barrios acomodados. La
cuestión ahora es cuándo se van a retirar para dar a la enseña nacional
el lugar que le corresponde. Merece que salga a la calle en momentos
señalados, y no de forma que parece permanente. ¿Cuándo será el momento
de retirarla y quién y con qué motivo lo hará si la causa por la que la
colgó no tiene fecha fija de solución? ¿Cómo explicar al vecino que
nunca la puso por qué se quita? (...)
Quizás la llegada de la Navidad propicie la retirada de las banderas de
los balcones. Hay que hacer sitio al Papá Noel trepador o a esos
repujados pendones con un Niño Jesús que proclama que ese hogar es
católico. Quienes crean que el patriotismo, como la religión, es un
sentimiento íntimo deben estar atónitos al ver semejante exposición
pública de símbolos, mientras ellos en las ventanas no tienen ya ni
geranios para que no aniden las palomas." (Belen Cebrian Echarri , El País, 10/11/17)
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